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26 sept 2015

Situación en la Normal Rural de Ayotzinapa a un año de la desaparición de 43 estudiantes



Ayotzinapa, un año después*

La Normal Rural de Ayotzinapa se fundó en 1926, en el centro de Tixtla, y en 1932 se mudó a sus terrenos actuales por iniciativa de su primer director, Raúl Isidro Burgos, quien la dirigió de 1930 a 1935 y cuyo legado fue reconocido poniendo su nombre a la institución.
  
Esta escuela lleva un año sin clases. La aulas lucen vacías. Los pizarrones, tachonados con garabatos ya ilegibles. Algunas bancas tienen un número 43 pintado en los respaldos. Los alumnos y maestros van todos los días, pero no hay clases.

Éstas se reanudarán hasta que regresen los 43 que fueron desaparecidos entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014. O antes, si la comunidad estudiantil llega a un acuerdo.Mientras tanto, profesores y alumnos tendrán que establecer acuerdos para que las generaciones salientes puedan graduarse, como lo hizo la clase 2014-2015, que se recibió en julio pasado con Elena Poniatowska y Juan Villoro como padrinos de honor.

Éstas se reanudarán hasta que regresen los 43 que fueron desaparecidos entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014. O antes, si la comunidad estudiantil llega a un acuerdo.Mientras tanto, profesores y alumnos tendrán que establecer acuerdos para que las generaciones salientes puedan graduarse, como lo hizo la clase 2014-2015, que se recibió en julio pasado con Elena Poniatowska y Juan Villoro como padrinos de honor.

Pero no tendrán clases.

LA LUCHA SIGUE

El modelo de escuela-internado, implementado desde el cardenismo como parte de la pedagogía y organización social de las normales rurales, sigue vigente en Ayotzinapa.

Tres ejes rigen la vida interna: la participación activa del alumnado en la definición de las reglas de la institución, la importancia de reconocerse parte de un colectivo y los vínculos que deben existir entre la escuela y su entorno social.

Ocho décadas después de que se adoptaran, es visible la puesta en práctica de esos principios.

En los pasillos de los dormitorios, hay tendederos con ropa secándose al sol, utensilios de limpieza y bolsas de basura, señales de que los propios estudiantes se organizan en comités para dar mantenimiento a las instalaciones y cuidar su aseo personal.

El origen humilde de sus habitantes es notorio: nadie viste ropa de marca, ni utiliza iPads o teléfonos celulares de última generación. No se escuchan ni se ven sofisticados aparatos de sonido, pantallas de plasma o computadoras.

El deterioro de una institución fundada hace 89 años es perceptible en las escaleras y pasillos desgastados, grietas en paredes y techos, tuberías rotas, vidrios quebrados, puertas y ventanas oxidadas, jardines con el pasto crecido por la humedad de la región.

Falta una mano de pintura en casi todas las paredes, pero todo está limpio. Afuera de cada dormitorio hay contenedores de basura, y en cada área, un reglamento disciplinario escrito sobre los tabiques.

El reglamento del comedor, por ejemplo, está conformado por 14 normas que prohíben entrar con pantalones rotos, pelo pintado, shorts, gorra o sandalias; portar aretes, presentarse en estado de ebriedad, fumar o sentarse en las esquinas de los comedores.

Los códigos de conducta son estrictos en Ayotzinapa. Contravenir el acuerdo de una asamblea, no hacer las labores que se asignan en los distintos comités, reprobar más de dos materias o provocar riñas, puede ser castigado hasta con la expulsión.

La Normal cuenta con campos de cultivo donde actualmente se siembra maíz y sorgo; un corral con unas cuantas vacas lecheras y una docena de puercos.

Los sábados, los alumnos de primer año -fáciles de identificar porque llevan la cabeza rapada- trabajan el campo.

Cerca del río que atraviesa la escuela hay un granero y un tractor, y aún son visibles las huellas del paso del huracán Manuel en 2013, cuando el río se desbordó e inundó los cultivos y los dormitorios.

A los llamados "pelones” les ha tocado una parte difícil de la lucha en el último año: la resistencia interna.

Los alumnos más avanzados han viajado al extranjero en busca de ayuda y solidaridad internacional. Los "pelones”, aun sin clases, mantienen la escuela viva.Todos los días, bajo la mirada de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, los normalistas se forman en el patio y, a pesar de todo, siguen arengando: "¡Ayotzi vive, la lucha sigue!”.

Fuente:* Fragmentos de la nota publicada por Tabasco hoy 26.09.15

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