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6 sept 2015

'El clan’ en el camino internacional: participa del Festival de Venecia en la sección oficial


Pablo Trapero concursa hoy en La Mostra con 'El clan', un ''thriller' que en Argentina ha vendido ya dos millones de entradas

Carlos E. Cué

A Pablo Trapero (Buenos Aires, 1971), un reconocido director argentino que encadena éxitos con películas difíciles, sociales, muchos le recomendaron que no hiciera El clan. “Me decían que era un tema incómodo, que hablaba de unos años que la gente no quería recordar. Que la realidad de la familia era muy angustiante. Que nadie se podía identificar. Que era una película muy arriesgada”. Trapero siguió adelante, encontró el dinero y la hizo. Y en tres semanas, lo que lleva en cartel en Argentina, se ha convertido en la película con el mejor arranque de la historia de este país cinéfilo: 1,8 millones de entradas vendidas. Ha superado incluso a Relatos salvajes,el exitazo del año pasado con la misma coproductora española, El Deseo, de los Almodóvar.
La historia parece una ficción forzada, pero es un caso real. En 1985, la sociedad argentina que arrancaba su incipiente democracia descubría horrorizada que Arquímedes Puccio, un respetado economista y comerciante de clase media del elegante San Isidro, a las afueras de Buenos Aires, exdiplomático y vinculado al servicio secreto, secuestraba por dinero a ricos amigos de su hijo mayor y los escondía en el sótano de la casa donde vivía con cinco de sus hijos y su esposa. Cuando pagaban el rescate, los mataba. La irrupción de la policía, cuando Puccio perdió el respaldo político heredado de la dictadura, salvó a la última secuestrada.

Toda la familia participaba de alguna manera en los secuestros —la madre cocinaba la comida de los rehenes— o callaba, incluido Alejandro, el hijo mayor, triunfador, deportista —llegó a jugar en la selección nacional de rugby— muy conocido y querido. Sus amigos le defendieron y negaron su participación, hasta que las evidencias fueron tantas que él mismo intentó suicidarse.

“Los expertos dicen que es imposible, por la arquitectura de la casa, que la familia no supiera lo que hacía el padre. Tal vez la niña más pequeña no entendía bien, pero tenía que saber que algo raro pasaba. Supieron y callaron tal vez por miedo o por conveniencia”, explica Trapero, que admite que le fascinó la figura del hijo. “Un tipo como Alejandro tenía todo para no involucrarse. ¿Por qué secuestrar a sus propios amigos? Es perverso. Está claro que lo hizo por dinero. El caso Puccio se estudia criminológicamente fuera de Argentina”.

“Todo el mundo está muy sorprendido del éxito”, explica Trapero, que está hoy en Venecia para la proyección de su película en competición oficial. “Incluso para mí, que confiaba en la historia, superó las expectativas. Lo más importante es que la gente se emociona. El cine tiene esa capacidad. La semana pasada me abrí una cuenta de Twitter y veo la reacción. Está generando mucho debate. Para eso me dediqué al cine, porque como espectador me pasaba eso”.


El director, que pertenece a la generación de oro del cine argentino, desconfía de las supuestas fórmulas del éxito de Hollywood. “Las fórmulas dicen que la gente no quiere ver la realidad, que prefieren ver otra cosa. Muchos me decían: ‘No, Pablo, en tus películas siempre hablas de estos mundos y la gente quiere ver otras cosas’. Y es falso. Creo que a la gente que vivió esa época le sirvió para reflexionar. No hay mucho sobre ese periodo de transición entre la dictadura y la democracia. Hay un vacío, nos ha costado horrores encontrar archivos de la época. Fue un momento muy doloroso, yo era pequeño y había mucho escepticismo, mucha angustia”.

 La parte oscura

Muchas de las últimas películas argentinas que han triunfado hablan, como esta, de la parte oscura de este país. “Debatir siempre nos dio salud”, dice Trapero. “Lo que se llama nuevo cine argentino explotó en 2001, cuando estalló la crisis económica, porque la gente también necesitaba debatir en ese momento. A mí me pasó con Elefante blanco, con Carancho, con Leonera.Salieron leyes que cambiaron cosas por esas películas. Pero fue un proceso más lento que esta. Aquí a las 48 horas ya estaba arrasando”.


Trapero inicia ahora un periplo por Venecia, San Sebastián, Toronto. Confía en que fuera la historia se verá de otra manera, porque los argentinos sí conocen el caso. También puede volar como Relatos salvajes. “Creo que la manera de contar ciertos temas que tenemos algunos autores argentinos, el compromiso con nuestras historias, hace que cruzando la frontera sobreviva la emoción que queda. Veo mucha curiosidad con El clan. Para empezar está coproducida por los hermanos Almodóvar, y se ha vendido a varios países en Europa. Creo que tal vez en España funcione porque puede hacer reflexionar sobre sus similitudes con el propio proceso del franquismo y la Transición. Yo vengo de una familia de origen español, de Segovia, me acuerdo de cómo se hablaba de la llegada de la democracia a España. Además, allí ni siquiera hubo un juicio a la dictadura como el que tuvimos en Argentina con el proceso a las Juntas”.

El clan ya ha impactado a dos millones de argentinos con un ingrediente: Trapero ha convertido en un personaje terrorífico a Guillermo Francella, el actor cómico más conocido de Argentina, recordado como compañero de Ricardo Darín en El secreto de sus ojos.

Fuente: El País de España- 5.09.15

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