Volveremos, volveremos…. como en el '86. Y acá estamos con la alegría que
nos dio el seleccionado nacional, de llegar a la final de este campeonato del
mundo en Brasil, sin Brasil en competencia y para mayores datos a jugarnos la
chance en el mítico Maracaná.
Por si algo faltaba era que este intenso partido contra
Holanda se jugara un 9 de Julio, cuando entonces lograr el triunfo se convirtió
en un hermoso regalo de cumpleaños a
esta amada Patria nuestra.
Las estrategias desplegadas por los técnicos nos demostraron
una vez más que el juego se gana no sólo con figuras, sino midiendo los movimientos
del adversario, porque cualquier descuido puede significar un traspié, o porque
no un bochorno deportivo. Y si no… que lo diga Brasil…
Fue increíble lo que pasó en el estadio llegada la hora de
los penales, cuando conteniendo el aliento cada argentino sufrió en la tensa definición
hasta llegar a una explosión de júbilo de esos aguerridos jugadores y las
tribunas en San Pablo, que se expandió por esta geografía nuestra con la
velocidad y la intensidad de un rayo.
Y una vez más, hermanados en este sentimiento que despierta
la pasión por el fútbol, volvimos a sonreír, cantar y abrazarnos formando un conjunto increíble
simplemente de argentinos, sin discriminaciones de ningún tipo. Fenómeno que da
para que lo estudien los sociólogos, y lo expliquen con rigor científico, a
este espectáculo que se da en muchas partes del mundo pero en ninguna como en
esta gran tribuna nacional en que se convierte la Argentina, cuando accedemos a
este privilegiado sitial deportivo, que nos permitirá el próximo domingo
disputar la final de la Copa del Mundo.
Ayer el seleccionado nacional renovó nuestra confianza, en
que se puede aspirar a lo más y conseguirlo, con la tenacidad del que no baja
los brazos y siente el fervor que empuja y mucho de un pueblo que se encolumna
detrás la albiceleste.
Lo seguimos sosteniendo… ¡Argentina, vamos por más!
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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