“Díganme si se tomará alguna medida”
En una nota del encuentro que mantuvo con Benjamín
Menéndez casi un mes antes de morir, el cura tercermundista le advirtió
al ex vicepresidente de la Conferencia Episcopal sobre la “usurpación de
los militares en materia de fe”.
Por Ailín Bullentini
“Mi sueño es poder recibir de mi obispo diocesano la
investidura de cruzado de la fe y poder empuñar en una mano una espada y
en la otra la cruz de Cristo para eliminar los enemigos de Dios y de la
Patria.” Por primera vez puede leerse el testimonio del cura
tercermundista Enrique Angelelli, citando al represor Luciano Benjamín
Menéndez en una carta que le envió al entonces vicepresidente de la
Conferencia Episcopal Argentina, Vicente Zezpa, en julio de 1976. Se
trata de la primera prueba documental del encuentro entre el sacerdote y
Menéndez, negada por el represor hasta la actualidad.
Fue presentada la
semana pasada por el obispado de La Rioja –querellante en la causa–
ante el Tribunal Oral Federal de esa provincia, que lleva adelante el
juicio por el asesinato de Angelelli. “Es el propio Angelelli quien
confirma acá que esa reunión existió y que el mensaje de Menéndez en ese
encuentro fue espeluznante”, evaluó Guillermo Díaz Martínez, quien
junto con Bernardo Lobo Bugeau representa a las secretarías de Derechos
Humanos de la provincia y de la Nación.
“Es un documento histórico, es como escuchar a Angelelli, es como verlo espantarse”, apuntó Díaz Martínez, quien remarcó la “tremenda actualidad” del documento entregado a los jueces José Quiroga Uriburu, Carlos Lascano y Juan Carlos Reynaga por el Obispado de La Rioja, que adujo haberlo “encontrado recientemente”. Según su análisis, el material acredita varias cuestiones en materia penal: “Es la primera vez que se puede probar mediante un medio documental que la entrevista entre Angelelli y Menéndez sucedió, y que tuvo lugar antes de los asesinatos de los curas de Chamical (Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, cuyas muertes fueron materia del primer juicio por delitos de lesa humanidad en La Rioja, a fines de 2012, y por las que Menéndez fue condenado) y del laico (Wenceslao) Pedernera”, indicó el abogado.
Hasta ahora, sólo se sabía del encuentro a través de religiosos y familiares de Angelelli que aseguraron ante la Justicia haberlo escuchado hablar del asunto. Sin ir más lejos, la sobrina del cura asesinado y querellante en el juicio, María Elena Coseano, describió a los jueces el miedo de su tío cuando la visitó en Córdoba, momentos después del encuentro con el militar. Menéndez, relató Coseano, le había advertido que se cuidara y se había negado a rezar un padrenuestro por los militantes. “Le dijo que no gastaría ni un padrenuestro en esos terroristas”, narró la mujer. Menéndez siempre negó todo.
Además, para la querella estatal, el material refuerza la acusación: “Lo que dice Angelelli y el tono de advertencia en el que lo cuenta nos permite entender que los asesinatos fueron la respuesta de Menéndez al encuentro. Angelelli va a pedirle que pare con la persecución a la diócesis riojana. Y Menéndez responde con muerte”. La reunión fue unos días antes de la carta enviada a Caspio, el 13 de julio. El 18 de ese mes son asesinados los curas de Chamical. Pedernera, el 27, en Sañogasta. Angelelli muere el 4 de agosto de 1976, en un sospechoso accidente automovilístico.
El valor de la carta de Angelelli no radica solamente en reforzar la acusación contra Menéndez por su asesinato, sino que, en ese contexto, pone nuevamente la lupa sobre el rol de la Iglesia Católica durante el terrorismo de Estado y su complicidad con los crímenes de lesa humanidad. Las palabras de Angelelli a Caspio pisan fuerte: “Creo que es necesario que clarifiquemos a tiempo la ‘usurpación’ que los militares están haciendo en materia de ‘fe’, en regular la ‘misión de la Iglesia’ y por quiénes debemos rezar y por quiénes no”, propone el sacerdote al alto funcionario eclesiástico, antes de expresarle su preocupación por “detenciones sin juicios, torturas físicas y morales”. Angelelli menciona, por caso, la del párroco Eduardo Ruiz, quien “aún está en la cárcel, chantajeado para que declare en contra de su obispo y así poder tener material para ir contra el suscripto y la diócesis”, en referencia a sí mismo.
Por último, Angelelli solicita que “se trate” la relación entre la vicaría castrense y su diócesis, y apunta al ex provicario castrense Victorio Bonamín, quien justificó y acompañó al terrorismo de Estado. “Les repito que me digan si se tomará alguna medida desde arriba; de lo contrario buscaré otro camino”, advertía Angelelli a Caspio respecto de tal situación. También le contaba que le habían quitado la radio y los diarios locales y que lo habían puesto a disposición de la “vía eclesiástica castrense”. “Desearía saber si debo esperar alguna directiva. Por de pronto he puesto a toda la diócesis en ‘estado de oración’ hasta el 31 de diciembre por la Patria y la FAMILIA”, concluía. Casi un mes después, murió.
Fuente: Página12, 06.03.14
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