Cuando resurgen los cuestionamientos
hacia las slots en nuestra ciudad, en oportunidad de que un fallo del Tribunal Superior
de Justicia de la Provincia negara al
Municipio la posibilidad de regular el horario de funcionamiento del casino, como
parte integrante de esta sociedad reflexionamos acerca de lo sucedido en estos
años desde el funcionamiento de las mismas.
Cuestionamos fuertemente
la instalación de las slots en la ciudad, por que las consecuencias negativas
eran fácilmente previsibles para cualquiera que se pusiera a ahondar en el tema
y sin profundizar mucho el más distraído de los gobernantes conoce las
desventajas de inculcar el hábito del juego en la población. Acá no sólo abalaron
la instalación del casino las autoridades provinciales bajo el mandato de José Manuel De la Sota y municipales:
el intendente Alberto Cantero y el
gobierno justicialista municipal de entonces sino que a la misma autoridad
eclesiástica, hasta el obispo Stafolani,
no vio nada mal el emprendimiento que por entonces funcionaba frente a la misma iglesia Catedral.
Nada de eso se escuchó
por una fuerte presión política que anteponía las ventajas por sobre las consecuencias
a mediano y largo plazo. Las sospechas de negociados no pueden menos que surgir
ante una voluntad política de defender lo indefendible. La evidencia de lo poco
que quedó en la ciudad en cuanto a recursos, frente a lo mucho que se perdió no sólo en dinero sino en salud
de la población es un ejemplo de lo que significan estas cuestionadas decisiones de gobierno.
Los números son
elocuentes y hoy ni siquiera se puede moderar el funcionamiento del casino de
la ciudad restringiendo el horario de acceso por que la Justicia no le permite
al municipio hacerlo.
Curiosa concepción la
de los juristas que avalan lo que dicen los contratos preconcebidos pero no
anteponen el bien común de una población que cae en una trampa tan bien urdida
como antigua.
Y así seguiremos con
nuestra gente depositando dinero que en muchos casos falta en los hogares
en un estúpido juego que como mayor
efectividad tiene el de funcionar como trampa para los que en él caen,
llevándose recursos a engrosar arcas bien ajenas.
Los problemas de salud
que derivan de la adicción, así como su repercusión en la vida de las familias
son otro costo que la ciudad debe asumir y cuyos montos no se pueden medir solo
en dinero sino en calidad de vida de los afectados y de la comunidad toda.
Pero el ejemplo de Río
Cuarto no fue en vano, pobladores de localidades vecinas se movilizaron para
evitar que esta peste lograra un lugar entre ellos y así una vez más demuestran
que sólo la gente se protege frente a decisiones políticas negativas que
benefician tan sólo a los que las protegen.
CIUDADANOS
AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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