El Rodeo es una importante villa turística de la provincia de Catamarca, situada en el Departamento Ambato a sólo 35 Km de la capital provincial .Su microclima fresco y agradable en verano y su proximidad a la ciudad capital de Catamarca atraen a numerosos turistas, que cuentan con hosterías y zonas de camping en el lugar.
Pero el río Ambato desbordó con el alud del jueves 24 y las calles de la villa veraniega se vieron cubiertas de lodo piedras y escombros. Las viviendas sufrieron el embate del fenómeno y el panorama de la región es desolador. El jueves por la noche, tras una jornada sofocante con una máxima de 44 grados, un alud de lodo y piedras abatió las localidades catamarqueñas de El Rodeo y Siján. Un temporal de lluvia y viento que se extendió sobre la provincia generó las condiciones para que, en veinte minutos, el área quedase sepultada por barro y piedras.
Las casas se desmoronaron por el choque de
las rocas. Los vehículos se hundieron en la tierra, los tendidos eléctricos
cambiaron su posición vertical a horizontal y los destrozos materiales aún no
pueden ser cuantificados por la magnitud de la tragedia. Todavía hay centenares
de evacuados y el personal de emergencias no descarta encontrar nuevas
víctimas mortales, mientras continúa la búsqueda de más de una decena
de desaparecidos.
Testimonios. Una sobreviviente de la
tragedia en El Rodeo: “Pensamos que íbamos a morir”
Roxana Defraguas, quien vivía a apenas
15 metros del río Ambato, que entre la noche del jueves y la madrugada del
viernes se desbordó, contó: “Mi experiencia fue espantosa, porque pensábamos
que nos moríamos”.
La mujer, oriunda de Santiago del Estero, relató la experiencia vivida en la madrugada del viernes, que ocasionó decenas de víctimas: “Estábamos con los niños. Éramos tres mujeres, pero los chicos, aunque lloviznaba levemente, minutos antes habían salido hacia un almacén a comer panchos”, comentó a Nuevo Diario Web.
“Al rato, cuando estaba sentada con mis dos amigas, comenzamos a sentir un tremendo temblor que hizo que se empezara a mover la araña de la casa y, cuando nos dimos cuenta, la creciente ya estaba a escasos metros de nosotras”, narró.
“Mi amiga salió en el auto a buscar a los chicos y quedé con mi otra amiga encerrada en la casa. Entonces vimos una enorme ola que venía por la calle hacia nosotros, la podíamos ver gracias a la luz de los relámpagos y, en ese momento, le hice señas a mi amiga para que no regresara con los chicos y me encerré en la casa. Cuando vino esa ola llena de piedra y barro, entró por la puerta de la galería de atrás y nosotros atinamos en vano a tratar de cerrarla como sea”, continuó.
Finalmente, rememoró: “Pero el agua entró a la casa y empezamos a rezar. Teníamos la tranquilidad de que nuestros hijos estaban bien con mi amiga y, sinceramente, ya esperábamos lo peor. El agua nos daba en las rodillas, después comenzó a subir más y más y decíamos entre nosotros que nos íbamos a morir. Aunque habrá sido media hora, a nosotros se nos hizo eterno, realmente”.
La mujer, oriunda de Santiago del Estero, relató la experiencia vivida en la madrugada del viernes, que ocasionó decenas de víctimas: “Estábamos con los niños. Éramos tres mujeres, pero los chicos, aunque lloviznaba levemente, minutos antes habían salido hacia un almacén a comer panchos”, comentó a Nuevo Diario Web.
“Al rato, cuando estaba sentada con mis dos amigas, comenzamos a sentir un tremendo temblor que hizo que se empezara a mover la araña de la casa y, cuando nos dimos cuenta, la creciente ya estaba a escasos metros de nosotras”, narró.
“Mi amiga salió en el auto a buscar a los chicos y quedé con mi otra amiga encerrada en la casa. Entonces vimos una enorme ola que venía por la calle hacia nosotros, la podíamos ver gracias a la luz de los relámpagos y, en ese momento, le hice señas a mi amiga para que no regresara con los chicos y me encerré en la casa. Cuando vino esa ola llena de piedra y barro, entró por la puerta de la galería de atrás y nosotros atinamos en vano a tratar de cerrarla como sea”, continuó.
Finalmente, rememoró: “Pero el agua entró a la casa y empezamos a rezar. Teníamos la tranquilidad de que nuestros hijos estaban bien con mi amiga y, sinceramente, ya esperábamos lo peor. El agua nos daba en las rodillas, después comenzó a subir más y más y decíamos entre nosotros que nos íbamos a morir. Aunque habrá sido media hora, a nosotros se nos hizo eterno, realmente”.
Fuente:
El Esquiú.com 27.01.14
Otro:
Don Daniel Vega es un rodeíno de 88 años que, al
momento del temporal, permaneció en compañía de su pareja en el interior de su
habitación. Vecinos y personal del municipio le colaboraban en la tarea de
sacar el barro de su casa.
“Vimos como venía la mano con la tormenta y que se venía el barro, así que nos fuimos a resguardar adentro de la pieza”, explicó el hombre. Vega graficó el nerviosismo del momento en el que se cortó la luz: “Nos sentamos en la cama y mi mujer agarraba todos los santos que tenía y los abrazaba con fuerza, algunos me los ponía encima a mí; nos pusimos a rezar”.
De acuerdo con lo que explicó, el barro comenzó a entrar por el pasillo hacia el comedor de la casa y luego se extendió por la cocina, el baño y por el propio dormitorio en que ellos estaban.
“Tengo 88 años, nací y me crié acá, vimos varias crecientes pero esto es algo que no se vio nunca antes, fue tremendo”, concluyó.
“Vimos como venía la mano con la tormenta y que se venía el barro, así que nos fuimos a resguardar adentro de la pieza”, explicó el hombre. Vega graficó el nerviosismo del momento en el que se cortó la luz: “Nos sentamos en la cama y mi mujer agarraba todos los santos que tenía y los abrazaba con fuerza, algunos me los ponía encima a mí; nos pusimos a rezar”.
De acuerdo con lo que explicó, el barro comenzó a entrar por el pasillo hacia el comedor de la casa y luego se extendió por la cocina, el baño y por el propio dormitorio en que ellos estaban.
“Tengo 88 años, nací y me crié acá, vimos varias crecientes pero esto es algo que no se vio nunca antes, fue tremendo”, concluyó.
Fuente:
El Esquiú.com 27.01.14
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