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20 ene 2014

Defensa de Monsanto centrada en campaña de desprestigio

Monsanto habla de activismo rentado en su contra y financiamiento europeo

Por Leonardo Brochero


 En Monsanto, aseguran que son víctimas de una campaña de desprestigio encabezada por grupos ambientalistas y asambleas de vecinos, tanto en Malvinas Argentinas como en Río Cuarto. La asimetría de poder resulta abismal, pero la empresa insiste en que ella es blanco de un hostigamiento interesado. Los ejecutivos repiten que “los activistas” trabajan para favorecer a los agricultores de Europa, donde están prohibidos los cultivos transgénicos que son un emblema de la multinacional. Sostienen que los ambientalistas son rentados y que reciben financiamiento de varias organizaciones no gubernamentales del viejo continente. 

Monsanto busca generar la legitimidad social que hoy no tiene. Para eso, desde que comenzó a operar en la provincia, viene haciendo una fuerte inversión en publicidad, e intenta mejorar su relación con la prensa. En ese marco se inscribe la visita que organizó la semana pasada para un grupo de periodistas de Río Cuarto,  Córdoba, Montecristo y Malvinas Argentinas a la estación experimental de Fontezuela, y a la planta de semillas de maíces Dekalb en Rojas, Buenos Aires, que también es de su propiedad.

Por otro lado, aunque sin decir todo lo que efectivamente piensa, juega a desacreditar la protesta social. Si bien en público se  limitan a hablar de “activismo profesional”, fuera de  micrófono, los ejecutivos de la multinacional de origen norteamericano aseguran que se trata de grupos financiados por organizaciones no gubernamentales europeas.

Sostienen que los ambientalistas que operan en Córdoba reciben dinero para atentar contra sus intereses. Pero no sólo eso; también sostienen que trabajan para favorecer los intereses de los agricultores de los países de Europa que, salvo excepciones, no autorizan los cultivos transgénicos.


Cuestión de intereses


Según el discurso de Monsanto, el trasfondo de todo es una disputa por los mercados. Dentro de esa lógica, los productores “orgánicos” europeos tendrían que hacer frente a costos más elevados, con rindes que están muy por debajo de los que dan los cultivos genéticamente modificados.

Los ejecutivos de Monsanto quieren difundir su “verdad” al público general, y le ponen nombre y apellido. Las ONG que supuestamente financian la campaña de desprestigio contra los transgénicos en general, y contra la multinacional en particular serían “Tierra”, “Bios”, “Red de Acción Ecologista” y “Amigos de la Tierra”, entre otras.

Sin embargo, consultado por los periodistas en una de las charlas informales que tuvieron lugar durante la visita a las plantas de Monsanto en Buenos Aires,  un ejecutivo de la multinacional dijo ignorar si los miembros de la Asamblea Río Cuarto Sin Agrotóxicos reciben dinero de esas ONG.


Los transgénicos no bajaron el uso de agroquímicos


Por otro lado, los propios directivos de la firma admiten que parte de las denuncias que hacen los grupos ambientalistas -muchas de ellas basadas en datos oficiales- son ciertas.

Por ejemplo, Francisco Do Pico, gerente de asuntos gubernamentales de Monsanto, reconoció que durante los últimos 20 años hubo un aumento “exponencial” en el uso de agroquímicos.

Una de las promesas centrales de la empresa -que sus semillas transgénicas permitirían reducir la cantidad de herbicidas e insecticidas- se cae así a pedazos.

Según datos de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes de Argentina, el volumen de agroquímicos empleados en el país aumentó nueve veces entre 1990 y 2012. Pasó de 34 millones de litros a comienzo de la década del 90, a más de 317 millones de litros hace dos años.

Sin embargo, Monsanto tiene una original explicación para este fenómeno. Según Do Pico, el aumento en el uso de plaguicidas "es por el mal uso que hacen de ellos los productores". Es decir que la culpa no es de la empresa, sino de los productores.

Cuesta creer que Monsanto promueve una agricultura que reduce la cantidad de agroquímicos que se utilizan, habida cuenta de que el glifosato es justamente uno de los productos estrella de la multinacional.

Por otro lado, en una charla informal con los periodistas, el propio Do Pico reconoció que en algunas problaciones muy expuestas a los agroquímicos hay tasas elevadas de cáncer y malformaciones, como lo demuestran los estudios realizados por el equipo de la investigadora de la UNRC Delia Aiassa o el doctor Damián Verzenassi, de la Universidad Nacional de Rosario, que encontró un incremento de 90% en las tasas de incidencia del cáncer desde 1997 a esta parte.

Sin embargo, cuestionó la rigurosidad con la que se hacen los estudios, y dijo además que esas investigaciones “no demuestran” que exista una relación causal entre la exposición a los agroquímicos y el incremento de los casos de cáncer.

Publicado en Puntal 20.01.14

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