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16 ene 2014

Amenazan a la ex ministra de Seguridad de la provincia

 La exministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, fue amenazada este mediodía "de muerte" por dos hombres que circulaban en moto, por una zona cercana al domicilio de la exfuncionaria. 

Según informaron a La Voz, (16.01.14) estrechos colaboradores de Monteoliva, los motociclistas golpearon el techo de su auto y le gritaron dos veces: "Entendé, deja de escribir de la Policía o sos boleta".

La exministra se encuentra escribiendo un libro que versa sobre políticas de seguridad y esboza un análisis de los hechos ocurridos en diciembre pasado y que la llevaron a dimitir de su cargo, junto a quienes fueron sus asesores por aquellos días.
Las fuentes indicaron que Monteoliva “vincula esta amenaza con ese trabajo más sus columnas publicadas en medios gráficos y teme por su seguridad y la de su familia” aunque  “no se atreve a hipotetizar el origen” de lo ocurrido.
Finalmente, la extitular de la cartera de Seguridad provincial realizará una denuncia ante la Justicia “para que se investigue un hecho de semejante gravedad”.
El hecho ocurre la misma jornada en que el fiscal Raúl Garzón detuvo a 16 uniformados y una exagente en el marco de la causa por saqueos.

La primera aparición pública de Monteoliva, en una nota de opinión en La Voz titulada "Hay que parar la bronca..." 

 "Hay que parar la bronca..."

El modelo policial es el único punto de encuentro entre miles de proyectos de vida y un proyecto institucional. Esto no emerge de la nada, se requieren años.

Por Alejandra Monteoliva. 
Publicado por La Voz del Interior el 6.01.14 


Ante la insistente pregunta sobre el modelo policial que caracteriza a la Policía de Córdoba, me declaro reincidente en la respuesta: no existe un modelo que la defina. Sólo una frase aparece en mi cabeza como pilar de actuación fundamental: “Hay que parar la bronca”. Quizás décadas atrás, con parar la bronca era suficiente, hoy no.  No sólo porque centrar esfuerzos en los efectos del problema no resulta policialmente efectivo sino porque además la frase refleja una cuestión trascendental pendiente aún no abordada: la ontología policial. No es complicado, es sencillo. 
La ontología policial define la naturaleza de la institución y los hechos que le compete asumir o los problemas humanos que la afectan; es decir, su identidad, el “ser de lo policial”, el ente, la esencia y la existencia. La ontología policial tiene que ver con definir qué es “policía” y qué significa “ser policía”, es el modo de ser institucional de las personas que la integran, su pensamiento, sus sistemas de valores, de creencias. De allí la relevancia del modelo policial porque es la posibilidad –casi única– de articular y combinar las identidades personales con la identidad institucional, y a partir de allí, las consecuentes implicaciones prácticas.
En concreto, primero lo primero. Sólo la clara identidad policial puede abrir paso a posteriores políticas de recursos humanos policiales, al fortalecimiento de instancias de prevención e investigación y a un mayor control político y social. El modelo policial es el único punto de encuentro entre miles de proyectos de vida y un proyecto institucional. Esto no emerge de la nada, se requieren años, hasta décadas. Es costoso lograrlo pero aun más, no tenerlo. Entiendo la urgencia y la premura, pero el paradigma cambió.
La reflexión puede tornarse aun más crítica si comparamos las tendencias en los últimos años entre policías efectivos y vigilantes privados. En América latina existen actualmente alrededor de 2.616.000 policías y 3.811.000 vigilantes privados, pero no sólo es eso, sino que la tasa de posesión de armas por vigilante privado en Latinoamérica es 10 veces mayor que en el resto del mundo. Espeluznante. Las debilidades institucionales y la pérdida de confianza han generado un aumento sustancial de la seguridad privada en desmedro del verdadero servicio policial. En Argentina, se calcula que hay 230 policías y 400 vigilantes privados cada 100.000 habitantes. Desbalance que profundiza y agrava la situación. Por otra parte, sólo un 28 por ciento de los argentinos considera que la Policía los protege y un 47 por ciento que la Policía está involucrada en la delincuencia. En Córdoba –como en la mayoría de ciudades latinoamericanas–  la cifra negra ronda el 60 por ciento; es decir, de cada 10 delitos, la Policía sólo tiene conocimiento de cuatro. El accionar policial no puede estar limitado a la coyuntura, al parte del día. La evidencia habla sola y sin evidencia es imposible tomar decisiones certeras. Las instituciones policiales de alta gama están atravesando cambios en sus formas de operar, cada vez se basan más en el conocimiento científico, la investigación criminal y la comprensión de diferentes niveles de complejidad de la realidad social pero primero resolvieron y dieron respuesta a lo sustancial, consensuaron los medios y se adecuaron al contexto.
Con parar la bronca no alcanza, porque como muy bien se ha dicho, “la Policía no es el antídoto al delito”. Insisto, sin modelo policial claro no hay posibilidad de controlar la realidad social ni mucho menos, de controlar la confianza en la institución policial (si es que la hay). Finalmente, las crisis policiales de hoy son las crisis del descontrol.
Con parar la bronca no alcanza. La Policía no es el antídoto al delito. Sin modelo policial claro no hay posibilidad de controlar la realidad social.
Tras la protesta
Designación. La exministra de Seguridad de la provincia, Alejandra Monteoliva, fue designada tras la renuncia del anterior titular de la cartera, Alejo Paredes, y en el marco de una crisis del área por la denuncia de policías involucrados con el narcotráfico.
Reaparición. A Monteoliva le cupo actuar durante el acuartelamiento policial a raíz del cual se desató una grave ola de saqueos que se propagó en el resto del país.
La opinión que se difunde hoy es la primera expresión pública de la exfuncionaria, después de esos hechos.

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