Lentamente retornó la calma en la Bombonera luego del
frustrado encuentro Boca-River por las
instancias decisivas de la copa Libertadores, mítico torneo de esta parte del
orbe. Bueno, que retornó la calma es un decir, por que allí el mal de fondo no debe permitir mucho sosiego...
¿Quién podía dar crédito a lo que veía que estaba pasando en
ese campo de juego, esa noche del 14 de Mayo, cuando a punto de comenzar el
segundo tiempo los jugadores del equipo visitante fueron agredidos con gas
pimienta al ingresar a la cancha?
Y ahí se desencadenó otro capítulo,
vergonzante y doloroso para el fútbol
nacional. Espera, incógnitas y la imagen de la violencia como agresión física a
deportistas en un estadio colmado por miles de personas reunidas para ver como se dirimía una justa
deportiva, no un enfrentamiento hostil, menos de estas características.
Las emociones encontradas después
de una jornada de expectativas se sucedieron sin tregua, por que en nuestro
país en general y en el fútbol en particular pasa cualquier cosa, como se dice
vulgarmente entre la gente común para significar que está permitido el todo
vale bajo una barrera de complicidades e impunidad.
Llegó la hora de la espera de las sanciones. Sería
interesante también que fuera este momento un punto de inflexión para analizar
las causas que llevan a estas situaciones. Demasiado se habla entre bambalinas
de lo que son los intereses de las barras bravas que inundan nuestro fútbol, y
mueven negocios millonarios. Su vinculación con el mundo de la política fue
demostrada más de una vez y muchos de nuestros dirigentes esos que predican
desde los estrados quizás tienen muchas explicaciones para dar cuando de sincerar
este tema se trate.
La violencia en estos casos no es
un hecho aislado, no responde a la improvisación de un insano, ni a la pasión desbordada de un inadaptado. Hay mucho para
conocer acerca de este caso y sus entretelones, y la salud moral no sólo del
fútbol sino de la nación exige seriedad en la investigación y resultados coherentes
para un país que ve en este episodio una radiografía nefasta de cómo estamos
viviendo los argentinos.
Qué tristeza da ver la violencia del
fútbol. Es una expresión más de una sociedad que transita un camino sinuoso de
espaldas a las leyes y las reglas elementales que rigen la vida en común. Las
sanciones tienden a ser ejemplificadoras, pueda ser que los dirigentes estén a la
altura de las circunstancias y destraben los lazos que ampararían a los
inescrupulosos para que realmente salga a la luz la verdad.
En nuestra ciudad las opiniones de
los dirigentes de primer orden a nivel nacional que se encontraban de paso,
realmente no aportaron ni una idea aceptable para imaginar una solución a este
problema de la violencia en el fútbol. Aportar soluciones es asirse fuertemente
a un compromiso de país sin impunidad, ni mala memoria y parece que no está en
la agenda como tema prioritario.
Un deporte saneado es parte del
país que queremos. Pueda ser que después de tanta palabra dicha sobre el tema, los resultados nos permitan lograrlo.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO
CUARTO
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