VIOLANDO LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DDHH
Con las debidas disculpas a los calificados lectores de Tribuna de Periodistas, los más jóvenes deben saber que no todo fue malo durante los ’90. A principios de esa década, el mundo de los videojuegos legaría a la posteridad la popular saga “Mortal Kombat”. Fue tal el furor de los fanáticos, que no tardó en invadir la pantalla chica ni en conquistar al público masivo a través del séptimo arte. Sin lugar a duda, en los oídos de los más memoriosos, debe estar repicando la voz ronca que alertaba a los luchadores sobre el comienzo de un nuevo round con el ya célebre: “fight”.
Una de las explicaciones posibles para inaugurar esta nota con una referencia al mundillo del videogame, tal vez sea la afición que el “Máximo” referente de la joven política argentina de hoy confiesa por la playstation. Como es sabido, no debe desdeñarse en el autor de estas líneas la influencia pura y dura de los medios hegemónicos, que no le permiten otra cosa que estar al pendiente de lo que ocurre con el primogénito de la familia presidencial.
Otra, un poco más plausible, podría obedecer a razones fonéticas: en inglés, «luchar» suena parecido a Fayt. Y es tal la saña con la que el “Frente para la Victoria” busca eyectar a Carlos Santiago Fayt de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que no se sabe muy bien qué tan en serio hay que tomar a sus adeptos. Lo que sí es seguro, es que a este conflicto que el propio oficialismo desató, lo visualizan como un auténtico combate cuerpo a cuerpo con el Juez Decano. Por eso, todo lo que ocurra de aquí en adelante, por remoto que sea, le será imputado al obrar torpe de un gobierno de zombies.
Confieso que el bosquejo inicial de estas reflexiones prescindía de tan tuerzo introito y tenía aristas eminentemente técnicas, sino fuera porque el delirio reinante habilita perfectamente tratamientos alternativos de un tema sobre el que ya se ha hablado demasiado; y, a decir verdad, las razones que vuelven burda la embestida contra Fayt las aporta, para variar, el propio kirchnerismo.
Se les ha reclamado hasta el cansancio que desde la Comisión de Juicio Político de la Cámara Baja no son ecuánimes. Y no sólo por el blindaje sistemático a Amado Boudou, sino porque si realmente lo que les preocupa son las ausencias de Carlos Fayt, no les vendría nada mal empezar por casa y pasar lista entre los legisladores. Convengamos que hay muchos que no asisten a las sesiones y otro tanto que, si bien va, no prorrumpe palabra, como los 14 diputados nacionales que el año pasado no abrieron la boca en el recinto. Pero, si lo prefieren, también se les pueden enrostrar los legisladores que hablan de más, como el senador nacional por Misiones, de nombre Salvador Cabral, que se despachó con la tesis del crimen pasional del fiscal Alberto Nisman, ultimado en una festichola homosexual (este Cabral sí que es un soldado, quizá necesite algo de diván…).
¡Espere Di Tullio, no se vaya que hay más, hay para todos los gustos! ¿Qué dicen, usted y la bancada que preside, de la verborragia del Jefe de Gabinete? Y si de gabinete se trata, no escatime en datos y revele el recóndito cenáculo donde celebra sus reuniones, ¿o será que los ministros no han refrendado in situ ninguno de los 833 decretos que en lo que va del año lleva firmados la Presidenta de la Nación? ¡Caramba! Si es así, qué problema, ¿no? Porque eso sí se desprende del Art. 99 de la Constitución Nacional, y no el montaje grotesco y antirreglamentario que el bloque del FpV perpetró el martes pasado en la Comisión de Juicio Político de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.
Hace exactamente una semana, los legisladores decidieron avanzar de hecho sobre el juez Fayt, solicitando informes y documentación y pidiendo un peritaje caligráfico de su firma y pruebas testimoniales a periodistas, empleados judiciales y al chofer del magistrado (y mejor no hablemos de pericias caligráficas, no sea cosa que metan al “Perro”…).
Y aunque la diputada Juliana Di Tullio se esmeró en hacer saber que hubo muchas dudas sobre qué hacer con Fayt, lo cierto es que igualmente votaron por investigarlo, en una confesa inversión del principio que manda: ante la duda, ha de estarse por la capacidad de las personas y -si fuera el caso- por su inocencia.
La argumentadora serial continuó justificando que el móvil de todo esto es una genuina preocupación por la salud del Ministro del Alto Tribunal, cuyo caso lo considera único en el mundo. Vea Señora, sin ánimo de contrariarla, me permito acercarle unas modestas sugerencias. La primera: antes de peritar a Fayt, vaya a visitarlo o, por lo menos, llame por teléfono a su vocalía del 4° piso del Palacio de Justicia. La segunda: si verdaderamente la inquieta el estado de salud del juez, créame que su espíritu no encontrará calma en el parecer de reporteros, abogados o cocheros… La tercera: es momento de poner bajo la lupa el paternalismo que profesa; por eso, le recomiendo eche un vistazo a la obra de Alice Miller, en particular un librito titulado “Por tu propio bien”, y deje a Fayt tranquilo. La cuarta: se impone la alusión a Oliver Wendell Holmes Jr., que se retiró de la Corte Suprema de los Estados Unidos a los 92 años y es considerado uno de los más grandes jueces que conoció aquel país. La quinta: queda disculpada de su omisión anterior por ser usted psicóloga social, pero no tiene excusas para con Claude Lévi-Strauss (1998-2009). La sexta: absténgase de acosar a Max Berliner.
En resumidas cuentas, el gobierno sabe que no puede hacer lo que hizo, como también todos sabemos que la maniobra responde a los más bajos deseos de las más altas esferas. El kirchnerismo ha reorientado la forma representativa de gobierno y, de buenas a primeras, los diputados ya no están en sus bancas representando al Pueblo de la Nación sino a Cristina Fernández de Kirchner, de quien se confiesan “soldados”. Más allá del metejón castrense que nunca disimularon, la consecuencia de semejante cambio de coordenadas no puede ser otra que imprimirle al sistema una nueva desvirtuación: la democracia fue sustituida por plutocracia; y el problema es mucho más grave todavía: los plutócratas son, a la misma vez, cleptómanos… Y ahí sí tiene sentido trazarse el objetivo de pasar a desguace la Corte. Ahí sí que lo tiene porque al gobierno no le preocupa Fayt, al gobierno le preocupa el gobierno.
Es cierto que la excusa etaria le vino como anillo al dedo para hacer un berrinche por la frenada que el Senado le pegó al pliego de Carlés, pero la verdad es que un juez longevo dista bastante de ser un problema para la vida institucional de la Argentina (mucho más dañino es un personaje como Oyarbide), aparte de ser la edad un asunto que se pasa con el tiempo.
Y tal vez convenga anticiparse un par de jugadas para analizar lo que está pergeñando el kirchnerismo por estas horas.
Tarde o temprano, deberá suplirse a Eugenio Zaffaroni en la Corte. Pero como la oposición se abroqueló para no darle un juez a Cristina, el gobierno hará toda la fuerza posible para que las vacantes por cubrir en la Corte no sea una sino dos. Repito esta idea porque es un movimiento magistral en el diseño arquitectónico del poder: como el oficialismo no puede llenar un casillero, quiere desocupar dos. Por eso arremetió primero con munición pesada contra su titular, Ricardo Lorenzetti, y ahora la maniobra desestabilizadora le apunta al veterano Carlos Fayt. Al gobierno le da lo mismo cargarse a cualquiera de los dos -y por eso tampoco se salvan tampoco Highton ni Maqueda- porque CFK necesita dos plazas en la Corte Suprema y así poder romper el pacto opositor, tentando a los miembros de la Cámara Alta a que pongan un nombre en el máximo tribunal. Esa es la carta, Cristina sabe que no podrá poner un cortesano que le responda sin intercambiar figuritas con los senadores. Ella pone un juez y sus adversarios el otro, sólo así conseguirá que 2/3 de los sentados le alcen la mano.
De modo que, hasta el momento, la movida K contra Fayt carece de viabilidad numérica en tanto no alcanza las mayorías agravadas necesarias para deshacerse de un ministro de la Corte Suprema. Parecería ser que no se trata más que de un juego de luces opacas, tributarias de cartuchos de pirotecnia húmeda. En esa lógica, el objetivo es testear la fidelidad “al Proyecto y a su Conductora” y la prueba consiste en saber hasta dónde son capaces de llegar los soldados persiguiendo causas perdidas; después de todo, segmentar entre los más aptos, será un ejercicio imprescindible cuando haya que pasar a la resistencia.
Sin embargo, a esta altura de los acontecimientos, no puede soslayarse que en el años 2003 Néstor Kirchner se llevó puesto al tribunal que heredó disponiendo la suspensión de sus integrantes. El sólo hecho de que haya logrado a la postre una composición ejemplar, no releva de señalar que el Congreso carecía entonces de competencias para pausar en sus cargos a Julio Nazareno y a Eduardo Moliné O'Connor.
Será esta una más de las tantas contradicciones que el gobierno kirchnerista porta. Son los mismos que promueven ante la ONU la sanción de una nueva Convención de Derechos Humanos que se ocupe de los adultos mayores, los que ahora persiguen a un hombre de 97 años que ejerce la judicatura.
¿Pueden haber sido tan cínicos como para presidir el “Grupo de Trabajo sobre Envejecimiento”, creado en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 65/182, del 21 de diciembre de 2010? Sí, pueden. Y presidieron la primera sesión sustantiva de ese Grupo en abril de 2011, con un temario preocupado por la discriminación por edad, la exclusión social, la vida independiente, el acceso a la salud, la protección social, el derecho a la seguridad social, la violencia, el abuso y -paradójicamente- del acceso a la justicia.
¡Convénzanse, el nuestro es un país «derecho y humano»! Así lo atestiguan las actas de la 24° Sesión del Consejo de Derechos Humanos, celebrada el 27 de septiembre de 2013. Allí consta la aprobación de la iniciativa que conjuntamente presentaron Argentina y Brasil, solicitando la creación de la figura del “Experto Independiente” sobre los derechos humanos de los adultos mayores. Indudablemente, esto no trasciende por obra de las «custodias mediáticas», las que valientemente acaba de denunciar Juan Cabandié, que se bancó la dictadura y respeta a todos y a todas (incluidas las agentes de tránsito del municipio de Lomas de Zamora).
Y si todo esto fuera poco, la Argentina presidió hasta 2013, en el ámbito de la Organización de Estados Americanos, un grupo de trabajo que tiene como misión la elaboración de un proyecto de Convención Interamericana sobre Derechos Humanos de las Personas Mayores. Como puede apreciarse, la alegría popular del kumpa twittero facilita la convivencia armónica de hashtags que van sin escala de #LasFloresDeNestor a #FaytLTA.
Por último, no debería causar sorpresa la consabida metodología kirchnerista de instalar con vehemencia en la opinión pública a personajes ignotos u olvidados; obviamente, el caso del juez Fayt aplica para esta última categoría: casi podría decirse que cuando ya nadie estaba muy pendiente de él, el gobierno se ocupó de convertirlo en noticia.
La a estrategia de mantener la llama de la disputa permanentemente encendida le reditúa mucho al gobierno porque lo mantiene siempre en el cenit; este oficialismo se siente cómodo en esa posición y sabe jugar en ella.
Pero, Dr. Zannini y Señora Presidenta: cuidado, no subestimen a Carlos Santiago Fayt. En primer lugar, porque su experticia es el Derecho Político. En segundo lugar, porque ha pasado más tiempo al frente de uno de los poderes constituidos del estado que en su propia casa paterna, allí en su Salta natal durante el siglo pasado. En tercer lugar, porque evidentemente logró combinar con éxito la academia y la judicatura. En cuarto lugar, porque un día entró para ser peritado y al siguiente salió acordado. En quinto lugar, porque puede venir la fatality.
Fuente:periodicotribuna
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