Valparaíso, más allá de la postal
Por Francisco Díaz *
Valparaíso, probablemente la ciudad mas bella de Chile, ha ganado su fama por las hermosas imágenes de casas de colores superpuestas sobre los cerros que miran a la bahía. Su particularidad surge de la negociación entre dos bellas postales: la de los cerros cubiertos de pequeños pixeles de colores (ofrecida al plan y al visitante), y la del mar y la bahía (ofrecida democráticamente a todos sus habitantes, sin distinción).
En ese sentido, es difícil hablar de Valparaíso sin referirse a sus imágenes. Tan difícil como olvidar las terribles postales del “anfiteatro geográfico” coronado por las llamas. Sin embargo, estamos hablando de una ciudad; y una ciudad es mucho más que una mera imagen urbana, por muy bella que sea.
Hay coincidencia en que esta tragedia era esperable. Expertos como Iván Poduje o Sebastián Gray han recalcado en la falta de planificación y de control en la construcción, no como causas del incendio, sino de la dificultad para controlarlo y así evitar la tragedia.
Habitualmente se argumenta que es esa espontaneidad no regulada la que ha generado las postales urbanas que han hecho famoso a Valparaíso. Pero esa misma irregularidad originaria de la ciudad puerto es la que dificultó el control del incendio, transformándolo en tragedia.
La paradoja de Valparaíso es que su principal virtud es a la vez su Talón de Aquiles. La irregularidad y falta de planificación que la hacen bella, son las mismas que la hacen vulnerable. Pero la mantención de una imagen urbana no puede estar basada en la “no-ciudad” en que viven grandes sectores de la población.
Porque si bien la tragedia quizás era previsible, pocos esperaban lo que revelaron las imágenes del día después: que tras esa bella postal de casas de colores casi no había ciudad.
Cuando el incendio arrasó con las viviendas, lo que apareció no fueron trazas urbanas, sino la geografía en estado natural -tierra y escombros-, como si en vez de casas hubiese habido un bosque, evidenciando una fuerte carencia de la infraestructura básica que debe sostener la vida urbana. Habían casas y había geografía, pero casi no había ciudad.
Algunas historias del trágico fin de semana lo corroboran: carros de bomberos subiendo los cerros en reversa ante la imposibilidad de virar en 180 grados, o Esval teniendo que cortar el agua en la ciudad para poder dar presión a los grifos, entre otras.
El desafío consistirá en pensar Valparaíso como una ciudad y no sólo como una mera imagen urbana. Para que así sea, requiere de una infraestructura de uso público que permita a todos sus habitantes disfrutar de los beneficios de la vida en sociedad, incluidas las mitigaciones de riesgos y el acceso a servicios.
Dicha responsabilidad, por cierto, no puede ser asumida por individuos o familias, sino que es una tarea que le compete a las autoridades. El intendente de la región fue claro en enfatizar que hay un problema de ordenamiento territorial que a la fecha no ha sido enfrentado. Es de esperar que pasada la emergencia no se deje este asunto en el tintero.
No olvidemos que la ciudad es justamente aquella capa que debe estar entre los individuos y la naturaleza, protegiéndolos de ésta y posibilitando la vida en sociedad. Las imágenes de los cerros tras el incendio nos revelaron que en Valparaíso esa capa era casi inexistente. Es ahí donde deben estar los esfuerzos de ahora en adelante, para que esas bellas postales que hicieron famoso a Valparaíso, puedan estar asentadas sobre algo más sólido que una mera imagen.
*Sobre el autor: Arquitecto UC y Master en Prácticas Críticas, Curatoriales y Conceptuales de la Universidad de Columbia.
Fuente: La Tercera 15.04.14
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