El testigo Isidro Fernando Chiavassa declaró lo que vivió estando detenido en la D2 y en Campo de la Ribera. Chiavassa recordó que se echó a 120 docentes y desaparecieron más de cuarenta estudiantes. “En ese marco de persecución que hubo en una unidad académica, yo fui secuestrado”, dijo y señaló que se lo llevaron de su domicilio el 9 de septiembre de 1976, junto a quien entonces era su esposa.
El testigo describió los detalles de las torturas recibidas, las secuelas físicas que le dejaron y cómo ello lo afectó en su vida. “Fue brutal el daño a los sobrevivientes de estos lugares, incluso yo”, dijo.
Chiavassa reconoció a quien fue su torturador, Miguel “Gato” Gómez, en la D2. “Lo vi también llevarse a las compañeras secuestradas para darles el 'tratamiento especial'.
Creo que siempre las mujeres estuvieron en condición desfavorecida frente a los hombres por el solo hecho de ser mujeres. Dentro de los tratos que recibíamos, había formas extremas de machismo”, sostuvo, y agregó, con la dificultad propia de tan terrible recuerdo, algunos detalles que explicitaron el ensañamiento de los miembros de la patota contra las compañeras.
Complicidades
Ya como preso legal, el testigo fue trasladado a la cárcel UP1. Recordó que el juez Zamboni Ledesma y su secretario le tomaban declaración, y se preguntó cómo fue posible que no exigieran su liberación, que avalaran su persecución. En tanto, habló de la complicidad civil, como fue la de “los directivos de empresas como Mercedez Benz, Fiat y tantas otras”.
“Estando en UP1 a principios de 1977, llegó una delegación junto al director del Servicio Penitenciario, Gastaldi y el director de la Cárcel, Torres. El objeto de la visita era ver en qué condiciones físicas estábamos para mejorar las condiciones en que vivíamos.
¿Cómo las mejoraron?: a los tres días vinieron y tapiaron las ventanas”, recordó.
Fuente: Puntal 2.04.14
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