“Lamenté que mi abuela no viera en la cárcel a quienes mataron a mis padres”
Luis Schlossberg. Puntal 22.11.14
La nieta de Susana Dillon se refirió a los avances
en el megajuicio de La Perla y los hallazgos de restos óseos en el
centro clandestino de detención. “Me duele saber tanto detalle de lo que
sufrió mamá”, dijo
“Entiendo que socialmente está bueno que el común de la gente
vea el horror que se vivía, pero para quienes estamos vinculados
directamente, los detalles son muy dolorosos”, indicó Victoria “Pepi”
Dillon, nieta de la referente de Madres de Plaza de Mayo Susana Dillon.
En su visita a Río Cuarto dialogó con PUNTAL sobre los avances de la
megacausa de La Perla, en el que se encuentra el caso del secuestro y
asesinato de sus padres: Rita Ales y Gerardo Espíndola.
“Vengo siguiendo el juicio y tomé conocimiento de los hallazgos en La Perla por comentario de una compañera, y la verdad es que el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense es muy útil”, señaló sobre los restos óseos encontrados en la caldera dentro del centro clandestino de detención. Y agregó: “Leí unos artículos y me encontré con testimonios del juicio, que son muy detallistas, muy crueles y morbosos. Me encontré con el testimonio de Bruno Laborda, el asesino material de mi mamá. Me cruzo con esos seres que cuentan el horror”.
- Familiares de desaparecidos coinciden en la necesidad de encontrar restos que permitan dar un cierre, un duelo. ¿Cómo es en su caso?
- Todo lo que está sucediendo es muy fresco, de hecho yo nunca había dado una muestra al equipo de antropólogos, pero a partir de la lectura de esta nota sobre los hallazgos, a los dos días me recibieron. Mi abuela había dejado su muestra, pero por el lado de mi papá nadie lo había hecho, por lo que me sentía en apuros de llevarlo. Uno quiere saber qué pasó, pero suele suceder que nos encontramos con cosas que quizás no deseábamos conocer. Son detalles morbosos, como el miedo que tenía mi vieja antes de que la mataran. Su asesino describió el miedo que ella tenía, incluso decía que tenía “olor a miedo” y rogaba que no la mataran. Dijo que la hizo cavar un pozo después de haberme tenido; son cosas que nunca me hicieron bien.
Aseguró que quiere sabér qué sucedió con sus padres, cuándo les quitaron la vida y dónde están sus cuerpos, pero que los detalles no les hacen bien. “Los culpables de estos hechos juegan con el morbo al contarlo, es algo perverso que implica sacudones fuertes para los familiares”, sostiene.
- ¿Sigue el avance del juicio? ¿Qué expectativas tiene de la causa?
- Me mantengo informada por la página web que realizan desde Hijos, que leo cuando siento coraje. Ahí ví el nombre del asesino de mi papá, y me entero de cosas que quizás ni mi abuela sabía. Cuando ella murió sentí que nunca vio presos a los asesinos de mis padres. Sí estuvo con la elevación a juicio, pero no los vio en cárcel efectiva y común.
Luego agregó: “Del mismo modo, me pasó que, estando en el centro (cultural de la memoria) Haroldo Conti, lugar donde trabajo, ver a Estela Carlotto muy débil. Pensé en todo lo que ella había luchado por la causa y que tanto se dedicó a ella, y sentí que no hubiera podido encontrar a su nieto. Pensé en lo doloroso que sería que nunca lo encontrara, como algo que quedaba pendiente, pero al poco tiempo por suerte lo encontró”.
- ¿El hallazgo del nieto de Carlotto fue una señal esperanzadora para el trabajo de los organismos de Derechos Humanos?
- Sí, fue algo muy simbólico, fue muy fuerte que haya sido Estela la que encontró a su nieto. Significó muchas cosas.
- ¿Se sintió privilegiada por la realidad que le tocó vivir, por haber sido entregada a su abuela tras nacer?
- Sí, me siento privilegiada. Así lo vivíamos, quizás suena cursi decirlo, pero hubo tantas casualidades para que yo estuviera con mi abuela que puede considerarse que fue por milagro. No sólo porque el día que se llevan a mis padres de Río de los Sauces mi abuela iba a ir a almorzar con ellos. Ella era delegada de Uepc, por lo que no iban a seleccionar a quién se llevaban. Justo ese día se casó una portera de la escuela que dirigía, se quedó para el casamiento. Fueron muchas casualidades, como el año en el que nací, en 1978, cuando en el país estaban trabajando muchos organismos internacionales. Hubo muchas condiciones favorables para que sucediera esto.
- Por el trabajo dentro de un espacio de la memoria tiene un contacto directo con las organizaciones, ¿qué sensación genera esta proximidad?
- No fue fácil trabajar en la ex Esma. Es un lugar muy cargado de energía, por ser el mayor centro clandestino de detención del país. Los primeros meses fueron difíciles, todo se magnificaba. La que era militante era mi abuela, no yo. Yo buscaba por otras partes, por lo artístico, por el cine, la música (desde hace tiempo es la voz en la agrupación “Tumbamores”), una forma de hacer política: al elegir dónde cobrar o dónde hacerlo gratis, qué cantar, qué género. Ella era la que tenía el discurso, la que le ponía el cuerpo a la militancia. Por suerte, tuve un grupo de gente que me dio su apoyo.
Luis Schlossberg
lschlossberg@puntal.com.ar
“Vengo siguiendo el juicio y tomé conocimiento de los hallazgos en La Perla por comentario de una compañera, y la verdad es que el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense es muy útil”, señaló sobre los restos óseos encontrados en la caldera dentro del centro clandestino de detención. Y agregó: “Leí unos artículos y me encontré con testimonios del juicio, que son muy detallistas, muy crueles y morbosos. Me encontré con el testimonio de Bruno Laborda, el asesino material de mi mamá. Me cruzo con esos seres que cuentan el horror”.
- Familiares de desaparecidos coinciden en la necesidad de encontrar restos que permitan dar un cierre, un duelo. ¿Cómo es en su caso?
- Todo lo que está sucediendo es muy fresco, de hecho yo nunca había dado una muestra al equipo de antropólogos, pero a partir de la lectura de esta nota sobre los hallazgos, a los dos días me recibieron. Mi abuela había dejado su muestra, pero por el lado de mi papá nadie lo había hecho, por lo que me sentía en apuros de llevarlo. Uno quiere saber qué pasó, pero suele suceder que nos encontramos con cosas que quizás no deseábamos conocer. Son detalles morbosos, como el miedo que tenía mi vieja antes de que la mataran. Su asesino describió el miedo que ella tenía, incluso decía que tenía “olor a miedo” y rogaba que no la mataran. Dijo que la hizo cavar un pozo después de haberme tenido; son cosas que nunca me hicieron bien.
Aseguró que quiere sabér qué sucedió con sus padres, cuándo les quitaron la vida y dónde están sus cuerpos, pero que los detalles no les hacen bien. “Los culpables de estos hechos juegan con el morbo al contarlo, es algo perverso que implica sacudones fuertes para los familiares”, sostiene.
- ¿Sigue el avance del juicio? ¿Qué expectativas tiene de la causa?
- Me mantengo informada por la página web que realizan desde Hijos, que leo cuando siento coraje. Ahí ví el nombre del asesino de mi papá, y me entero de cosas que quizás ni mi abuela sabía. Cuando ella murió sentí que nunca vio presos a los asesinos de mis padres. Sí estuvo con la elevación a juicio, pero no los vio en cárcel efectiva y común.
Luego agregó: “Del mismo modo, me pasó que, estando en el centro (cultural de la memoria) Haroldo Conti, lugar donde trabajo, ver a Estela Carlotto muy débil. Pensé en todo lo que ella había luchado por la causa y que tanto se dedicó a ella, y sentí que no hubiera podido encontrar a su nieto. Pensé en lo doloroso que sería que nunca lo encontrara, como algo que quedaba pendiente, pero al poco tiempo por suerte lo encontró”.
- ¿El hallazgo del nieto de Carlotto fue una señal esperanzadora para el trabajo de los organismos de Derechos Humanos?
- Sí, fue algo muy simbólico, fue muy fuerte que haya sido Estela la que encontró a su nieto. Significó muchas cosas.
- ¿Se sintió privilegiada por la realidad que le tocó vivir, por haber sido entregada a su abuela tras nacer?
- Sí, me siento privilegiada. Así lo vivíamos, quizás suena cursi decirlo, pero hubo tantas casualidades para que yo estuviera con mi abuela que puede considerarse que fue por milagro. No sólo porque el día que se llevan a mis padres de Río de los Sauces mi abuela iba a ir a almorzar con ellos. Ella era delegada de Uepc, por lo que no iban a seleccionar a quién se llevaban. Justo ese día se casó una portera de la escuela que dirigía, se quedó para el casamiento. Fueron muchas casualidades, como el año en el que nací, en 1978, cuando en el país estaban trabajando muchos organismos internacionales. Hubo muchas condiciones favorables para que sucediera esto.
- Por el trabajo dentro de un espacio de la memoria tiene un contacto directo con las organizaciones, ¿qué sensación genera esta proximidad?
- No fue fácil trabajar en la ex Esma. Es un lugar muy cargado de energía, por ser el mayor centro clandestino de detención del país. Los primeros meses fueron difíciles, todo se magnificaba. La que era militante era mi abuela, no yo. Yo buscaba por otras partes, por lo artístico, por el cine, la música (desde hace tiempo es la voz en la agrupación “Tumbamores”), una forma de hacer política: al elegir dónde cobrar o dónde hacerlo gratis, qué cantar, qué género. Ella era la que tenía el discurso, la que le ponía el cuerpo a la militancia. Por suerte, tuve un grupo de gente que me dio su apoyo.
Luis Schlossberg
lschlossberg@puntal.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios publicados son de responsabilidad exclusiva de quien los envíe. No siempre refleja nuestra opinión.