En sus últimas palabras el policía de Elena se dirigió a la hermana
de la cabo Meckler y dijo que no había ningún móvil. Ella le respondió.
Rosana, la hermana mayor de Olga Beatriz Meckler, es la persona a la que la policía asesinada por su compañero de guardia le confiaba todos sus secretos. Tal vez por esa cercanía, Gustavo Baranoski se refirió particularmente a ella para decirle que no busque una respuesta porque no había ningún móvil ni ningún porqué para lo que sucedió puertas adentro de la subcomisaría de Elena.
Fueron las últimas palabras del policía antes de que le dieran 27 años de prisión, pero su destinataria no estaba presente en la sala de la Cámara Primera del Crimen, de Tribunales. Con el mismo nerviosismo y la misma tensión que sentían todos los que abarrotaban la sala de juzgamiento, Rosana Meckler seguía minuto a minuto la previa al veredicto desde una radio, en su casa de las afueras de Río Cuarto.
“Hasta último momento lo estuve charlando con la psicóloga y decidí no ir, para evitar problemas porque se iba a venir algo grave”. Hoy considera que hizo bien porque no sabe si hubiera podido soportar el desparpajo y la impavidez con la que Baranoski dio a entender que no hubo ningún motivo para lo que acaeció la medianoche del 14 de marzo de 2012.
-¿Supo que en sus últimas palabras Baranoski se dirigió personalmente a usted?-Sí, sí, por supuesto que escuché que se dirigió a mí, pero ¿sabés qué?, esas disculpas no me sirven de nada porque no son desde el corazón ni diciéndome la verdad. El a las disculpas se las tiene que pedir a los propios padres, a quienes les está mintiendo, a sus hijos; a mí no me tiene que pedir perdón porque no se lo voy a aceptar nunca. Para él pedir perdón es una cosa más, lo dice como quien te dice hola. Si él dice que no hay un móvil y que no hay un porqué para actuar como actuó, entonces, con ese mismo criterio, yo puedo salir a la calle, agarrar un arma y matar a mi vecina o a mi compañera de trabajo gratuitamente. Mientras yo viva nunca voy a perdonarle el sufrimiento que le causó a mi hermana y cómo nos destruyó como familia. A mí, el dolor, el sufrimiento y la bronca me van acompañar el resto de mis días porque me sacó la mitad de mi vida. Que no pierda el tiempo diciendo tonterías porque a mí no me sirve para nada. Si me pidiera perdón por no haber dicho nunca la verdad, eso podría llegar a aceptárselo, pero lo que dijo es como admitir que mató a mi hermana porque se le ocurrió, como hubiera matado al perro de su casa. Si él hace las cosas porque sí, hubiera agarrado a otra persona.
-¿Está de acuerdo con el veredicto que dieron las juezas?
-Sí. Obvio que me parece bien porque la decisión de las juezas de no darle la alevosía fue una medida escapatoria, es decir, una estrategia del tribunal para no volver a hacer todo el juicio de nuevo. Los 27 años que le dieron me parecen justos pero si se cumplen los 27, no quisiera que se le reduzca esa pena. Si bien tenía la expectativa de que le dieran la perpetua, no estoy disconforme. Sigo creyendo en la Justicia, como lo dije desde el primer día, y quiero que toda esa troupe que existe en Elena pague también, porque sé que Baranoski es un sicario que estuvo manejado por una organización ilícita.
No es una casualidad que aparezcan el médico, el de la ambulancia, sin hacer nada.
¡Quién es Baranoski, que lo ayudaban todos! Yo estoy convencida de que hay una organización ilícita que mi hermana, a raíz de su inteligencia, logró descifrar. Repito, para mí Baranoski es un sicario, aparte de ser un mentiroso y una basura como persona.
-En su primera aparición pública usted fue muy crítica con la población de Elena por haberse pronunciado en favor del jefe de la Policía, Exequiel Pedraza. ¿Piensa que algo cambió en el pueblo?
-No creo que cambien porque es como dice el dicho: “Pueblo chico, infierno grande”. Mi hermana parece que estuvo de turno todo este tiempo para que cualquiera dijera lo primero que se le ocurra de ella. Hubo gente que no la quería y parece que después de su muerte reinara la felicidad. No sé qué problema tan grave tuvieron con mi hermana, qué tanto les molestaba. Todo el tiempo el ojo del pueblo estuvo sobre mi hermana para ver quién le podía pegar más para arruinarla como persona, como ser humano. A mí lo que piense el pueblo de Elena ya no me interesa nada. Lo que sí puedo decirte es que esos días en los que estuve al lado de mi hermana, ella lo pasó muy mal porque no se vio apoyada por Elena; obvio que no fueron todos. De todas maneras, estoy tranquila, sé lo que era mi hermana, sé que lo que sucedió no fue un accidente y tengo toda una vida para esperar que a Baranoski se le ocurra decir la verdad. Si es suficientemente hombre, en algún momento va a hablar.
Lo que dijo
“Simplemente quiero decirle a don Fenoglio (sic) que siento muchísimo lo que sucedió, todos lo sentimos, y que ojalá él, sus hijas y las hermanas encuentren el consuelo”, fue lo primero que dijo Gustavo Baranoski cuando la jueza Sucaría le preguntó si tenía algo para agregar a todo lo que se había dicho en el juicio.
A continuación tuvo una breve referencia para la hermana de Meckler. “A Rosana, lamentablemente, no puedo responderle. No hay un motivo, no hay ningún porqué, ni ninguna intención”, dijo y dio por terminada su breve intervención.
Alejandro Fara
afara@puntal.com.ar
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