"Ya no soy la misma", dijo Camila Speziale, la activista de Greenpeace liberada en Rusia
En
sus primeros días afuera de la cárcel, en San Petersburgo, la joven
admitió: "Estoy contenta, pero tranquila voy a estar el día que me den
un pasaje y vuelva a mi casa"
Camila contó cómo era su vida en la cárcel. Se levantaba a las 6 de la mañana, se prendía una radio y encendían las luces. Seis y media, le llevaban el desayuno: una taza de té, pan y algo parecido al arroz con leche. A las ocho tenía inspección: entraban los guardias y miraban las ventanas, movían la cama, miraban el baño, preguntaban si estaba todo bien. cerca de la una, el almuerzo. Casi siempre una sopa de papa con cebolla, a veces con pollo o pescado. Y otras veces unos fideos. A las cuatro de la tarde, una hora de caminata. Era un espacio grande con paredes grises, un pasillo, con rejas. Y a las seis, la cena. A las 8 de nuevo inspección. Y a dormir.
"Pasaba de mirar tele, a leer, a quedarme mirando el techo, a escribir. Y así. Y llegaban momentos en que no tenía ganas de hacer nada. Intentaba hacer ejercicios, algo...", contó Camila sobre su día a día.
Con respecto a las compañeras que tuvo en la celda, contó: " A la primera la cambiaron y quedé sola con una. Detenidas por ser inmigrantes ilegales. De Ucrania y de Kazajstán. Con la de Ucrania, Sasha, de 30 años, establecí una relación. Nos enseñamos algo de nuestro idioma. Me decía: "¿Té o café?" o "¿querés ir a la caminata?". Y pasó que el lunes le dijeron que le extendían la prisión un mes más. Me pasé todo el día conteniéndola mientras lloraba y al otro día me dieron la excarcelación a mí . Yo tengo una organización detrás que se ocupó, que me hacía llegar comida, ropa, cartas. Esta chica no tenía nadie con quien hablar, nada. Lo último que me dijo, con el diccionario en la mano, fue que iba a ser aburrido sin mí. Ahora estoy enviándole parte de la ropa que me mandaron, quiero ayudarla."
Al referirse al otro argentino que estuvo preso, explicó: "No lo vi en la cárcel. Me enteraba de él a través del cónsul. Lo crucé en el tren, cuando fuimos a otra cárcel".
"No soy la misma. Me siento más grande. Haber estado ahí... yo intento buscarle el lado positivo a las cosas. Pensaba que si estaba ahí era por una razón, que tenía que aguantar... y bueno... no sé, pensé mucho en lo que tengo, las cosas simples: mis hermanos, mirar una película con ellos, hacerte un café con leche, mirar a mi viejo caminar por casa, abrir la puerta de casa y salir a la calle. Las cosas del día a día que no se aprecian hasta que estás en un momento feo".
Fuente: La Nación 24.11.13
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