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19 oct 2013

A asumir las culpas o a callarse la boca

Por Diego Cabot

Sólo cabe una fórmula para el Gobierno ante un nuevo accidente en Once: asumir las culpas. Como jamás saldrá una voz de autocrítica de una boca kirchnerista, no queda otra que hacer silencio, aunque sea por respeto a los pasajeros que se amasijan a diario en los trenes. Una vez más, la Argentina se despertó con fierros viejos y retorcidos en un andén. Eso sí, están pintados.

Aún no se sabe qué pasó. Si fue el maquinista o si fue una falla mecánica. En ambos casos no se licúa la responsabilidad estatal. Hace décadas que está disponible en el mundo la tecnología para detener remotamente una formación ante una falla humana, pero el tren Sarmiento aún no la instaló. Entre 2006 y 2007, el "poliedemandado" ex secretario de Transporte Ricardo Jaime licitó la obra.

Pero la inflación que este Gobierno niega mes a mes licuó el precio de la adjudicación y la ecuación financiera se rompió. El actual ministro del área, Florencio Randazzo, rescindió aquella licitación en julio de 2012. Hasta ahora ese proyecto fundamental no es más que un expediente. Era una obra que se terminaba en 24 meses; pasaron más de seis años y no se puso un solo tornillo.

Así las cosas, a los miles de usuarios que a diario se trepan a los vagones del ramal sólo el azar los separa de una tragedia. No es necesario que el maquinista sea un imprudente para que ocurra un siniestro. Cualquier indisposición física de quién lleva los controles de una formación deja en manos del destino a todos los pasajeros. Todo el mundo resolvió ese enorme riesgo con tecnología y planificación. La Argentina optó por otra solución: cruzar los dedos para que nada ocurra. Pero las cosas ocurren. Y los pasajeros mueren.

Hace 10 años que la política ferroviaria está manejada por el kirchnerismo, nueve de ellos el responsable mayor de lo que sucedía en los rieles argentinos fue el actual ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. Debajo de él se escuchaban las risas cómplices de funcionarios, empresarios, contratistas y sindicalistas.

Se tuvieron que morir 51 personas para que la Casa Rosada reaccionara. Asumió Randazzo no sin antes despedir al anterior secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, en medio de aplausos.

Nadie en el oficialismo pronunció una sola voz que suene a autocrítica. Al contrario, prometieron una "revolución ferroviaria". Fue una década nefasta para los trenes, al punto que el Gobierno tiene vergüenza de cobrar las monedas que vale el pasaje. Se viaja gratis; sonroja cobrar por semejante servicio.

Hace minutos, en la página del Ministerio del Interior se podía leer un textual que Randazzo pronunció esta semana en Tucumán. "Estamos frente a un momento histórico de la recuperación del ferrocarril en nuestro país, invirtiendo fuertemente en la incorporación de nuevo material rodante, renovando el existente, readecuando la infraestructura ferroviaria y cambiando vías", dijo. Quizá sería mejor callar. Y asumir las culpas.



Fuente:LaNación

1 comentario:

  1. la hermanita perdida21/10/13, 8:44

    Héctor pueda ser que leas este mensaje, por que no puedo acceder a los correos. Estamos bien en Bogotá, partiendo mañana para Cartagena. Todo se desarrolla normalmente, y como la vieja nos contaba es muy lindo. Un abrazo grande a todos y cualquier cosa voy a seguir por este medio

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