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22 sept 2013

Susana Dillon se fue hace un año. Olvidarla…imposible


Susana se fue hace exactamente un año, cuando llegaba la primavera. Olvidarla… imposible. Nos dejó fundamentalmente, el recuerdo de tantas   alegrías compartidas y una formidable lección para enfrentar la vida sin miedos ni claudicaciones. Está presente en cada reunión de amigos con sus gestos de fortaleza inquebrantable que nos impide ser flojos ante el dolor de su ausencia, impulsándonos a no bajar los brazos desde el espacio que cada uno ocupa en esta sociedad,  empezando por el simple terreno de la vida familiar.

Nos estimuló y estimula a ser dignos, a despreciar la soberbia y saber levantar nuestra voz para no callar ante las injusticias. Se fue como presentía, sin poder tener el consuelo de ver cristalizada su lucha con el veredicto de la Justicia que buscó afanosamente por la desaparición de su amada hija y su yerno, pero en el camino  luchó por todos. Y si bien el tiempo jugaba en su contra tampoco le temía, en el día a día con un impulso infatigable seguía batallando por una sociedad mejor.

Hizo conocer al país todo, también a Sudamérica pero especialmente a los riocuartenses y al sur de Córdoba, qué pasó  durante los años de plomo y no le temblaba la voz  para contar su tragedia personal, pero sobre todo levanto alto bien alto, la bandera de los Derechos Humanos, en una sociedad donde muchos aún a juzgar por cómo hablan y proceden no saben de que se trata. No pocos y sobre todo las nuevas generaciones debieran leer y reflexionar ese ejemplar Manual de Derechos Humanos, del que Susana es autora, a ver si entienden que todos tenemos derechos que debemos conocer, y que lograr su plena vigencia no nos convierte en defensores de delincuentes, sino  simplemente en colaboradores para con la tarea de construir una sociedad más democrática y equilibrada, anhelo que venimos persiguiendo desde hace tanto tiempo.

Susana vive en cada libro que nos dejó, en las notas que recorren el mundo, en la sonrisa de la Pepi su nieta, en la ternura de Patricia su hermana, en los gestos generosos de nuestros amigos, en la voz  de la gente sencilla que se rebela contra las injusticias, y en ese jacarandá que la cobija el que  floreciendo en cada primavera, con su belleza nos recuerda el retorno imperturbable  de la vida, empujándonos a seguir viviendo. 

¡Querida vieja, no te vamos a olvidar!

CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO

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