Susana se fue hace exactamente un año,
cuando llegaba la primavera. Olvidarla… imposible. Nos dejó fundamentalmente,
el recuerdo de tantas alegrías compartidas y una formidable lección
para enfrentar la vida sin miedos ni claudicaciones. Está presente en cada
reunión de amigos con sus gestos de fortaleza inquebrantable que nos impide ser
flojos ante el dolor de su ausencia, impulsándonos a no bajar los brazos desde
el espacio que cada uno ocupa en esta sociedad, empezando por el simple terreno de la vida
familiar.
Nos estimuló y estimula a ser dignos, a
despreciar la soberbia y saber levantar nuestra voz para no callar ante las
injusticias. Se fue como presentía, sin poder tener el consuelo de ver
cristalizada su lucha con el veredicto de la Justicia que buscó afanosamente
por la desaparición de su amada hija y su yerno, pero en el camino luchó por todos. Y si bien el tiempo jugaba en
su contra tampoco le temía, en el día a día con un impulso infatigable seguía
batallando por una sociedad mejor.
Hizo conocer al país todo, también a
Sudamérica pero especialmente a los riocuartenses y al sur de Córdoba, qué pasó
durante los años de plomo y no le
temblaba la voz para contar su tragedia
personal, pero sobre todo levanto alto bien alto, la bandera de los Derechos
Humanos, en una sociedad donde muchos aún a juzgar por cómo hablan y proceden no
saben de que se trata. No pocos y sobre todo las nuevas generaciones debieran
leer y reflexionar ese ejemplar Manual de Derechos Humanos, del que Susana es
autora, a ver si entienden que todos tenemos derechos que debemos conocer, y
que lograr su plena vigencia no nos convierte en defensores de delincuentes,
sino simplemente en colaboradores para
con la tarea de construir una sociedad más democrática y equilibrada, anhelo
que venimos persiguiendo desde hace tanto tiempo.
Susana vive en cada libro que nos dejó,
en las notas que recorren el mundo, en la sonrisa de la Pepi su nieta, en la
ternura de Patricia su hermana, en los gestos generosos de nuestros amigos, en la voz de la gente sencilla que se rebela contra las injusticias, y en
ese jacarandá que la cobija el que floreciendo en cada primavera, con su belleza nos recuerda el
retorno imperturbable de la vida,
empujándonos a seguir viviendo.
¡Querida vieja, no te vamos a olvidar!
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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