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20 sept 2013

Entrevista al Papa donde se manifiesta acerca de los divorciados y homosexuales



Papa Francisco: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”

Dieciséis revistas de cultura de la Compañía de Jesús publican hoy una larga entrevista al Papa Francisco, realizada por el jesuita italiano Antonio Spadaro S.J., director de La Civiltà Cattolica. Fueron seis horas de diálogo, a lo largo de tres días (el 19, el 23 y el 29 de agosto), en las que demostró no sólo gran sensibilidad, cultura y espiritualidad, sino sobre todo una apertura sin precedente para un Pontífice.

No rehúye el Papa temas controvertidos como la cuestión de los cristianos que viven situaciones irregulares para la Iglesia, los divorciados vueltos a casar, parejas homosexuales, u otras circunstancias. La Iglesia Católica debe ser como "un hospital de campaña tras una batalla", abriéndose a "heridos", como los divorciados vueltos a casar, los homosexuales y las mujeres que abortaron, afirmó Francisco. “En Buenos Aires recibía carta de personas  homosexuales que son verdaderos heridos sociales, porque me dicen que sienten que la Iglesia los ha condenado. Pero la iglesia no quiere eso”. El Papa pide tener siempre en cuenta a la persona: “Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”.

 Luego de recordar que en el vuelo de regreso de Río había dicho que si una persona homosexual "tiene buena voluntad y busca a Dios", él no era "quién para juzgarla", volvió a destacar que sólo había afirmado algo que ya está en el Catecismo.

"La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal", sentenció.
Y fue más allá con una anécdota: "Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: «Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?». Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas, y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia".

Tras afirmar que "el confesionario no es una sala de tortura", Francisco manifestó su apertura no sólo a los divorciados que se vuelven a casar, sino también a las mujeres que abortaron. "Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de su matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar su vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?", se preguntó el Papa.

Al mismo tiempo el Papa advierte de que "No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello”. “Tenemos por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre el peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio", afirmó.

Preguntado sobre el papel de la mujer en la Iglesia, responde apostando por una mayor presencia femenina: “En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.

El Papa Francisco habla también en esta entrevista sobre la Iglesia y las posibles reformas a realizar. “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles”, afirma el Papa. “Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro”. “Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes”.

De este modo, reclama una Iglesia que salga de sí misma: “Busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor”.

Fuente: Revista Ecclesia
Diarios Puntal y La Nación

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