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16 sept 2013

37° Aniversario de La Noche de los Lápices



MARIA SEOANE RECORDO COMO SUPO DE ESA "JORNADA TRAGICA" DE LA HISTORIA ARGENTINA

La periodista María Seoane, coautora del libro "La noche de los lápices", junto a Héctor Ruíz Nuñez, recordó hoy cómo tomó conocimiento de esos hechos, ocurridos hace 37 años, a los que calificó como "jornada trágica para la historia argentina".
"Esos estudiantes no sólo habían luchado por la gratuidad del boleto estudiantil sino que eran militantes populares comprometidos con la batalla contra la injusticia social y la dictadura que asolaba nuestra patria", destacó.
Recordó cómo se enteró de la historia por primera vez: "Acababa de regresar del exilio y una noche de agosto de 1984, en La Plata, visité a mi amiga María Alaye, con la que había compartido parte del exilio mexicano. Era hija de Adelina, esa madre maravillosa de Plaza de Mayo que luchaba para pedir memoria, verdad y justicia para su hijo Carlos y para los 30 mil desaparecidos", detalló.
Seoane señaló que "Adelina y Mary me llevaron a ver un documental sobre las denuncias realizadas en la Conadep. Cuando estaba entrando, escuché a una mujer decir: `No voy a estar mañana porque me voy a ocupar de `La noche de los lápices´”.
"¿Qué era eso de La noche de los lápices? ¿Qué cosa decía ese nombre hermoso y trágico a la vez? Le pregunté a Mary Alaye qué significaba. Me contó sobre los estudiantes secuestrados esa noche del ´76. Me dijo que la mujer era Nelva Falcone, madre de María Claudia Falcone. Me nombró a cada uno de los chicos, Pablo Díaz, Horacio Ungaro, Francisco López Montaner, Claudio de Acha, María Clara Ciocchini", expresó.
Aclaró que en ese momento "aún no se sabía que en esa lista estaban también Emilse Moler y Patricia...ya que habían sido secuestradas el mismo día pero liberadas antes de que la mayoría de los chicos fueran derivados al agujero maldito del Pozo de Banfield, donde tenía su reino del terror el comisario Osvaldo Etchecolatz".
Seoane recordó que como periodista de la revista El Periodista de Buenos Aires le tocó cubrir el juicio a las juntas militares, en mayo de 1985, y allí "el 9 de mayo escuché el largo testimonio de Pablo Díaz ante el tribunal".
"Pablo había hablado durante dos horas y cuarenta y cinco minutos sin parar, sin tomar aliento, para decir una verdad ocultada, que dolía como una herida abierta sin paz. Cuando la audiencia terminó, la prensa se abalanzó sobre él. Me mantuve lejos de ese enjambre. Cuando ya se iba, me animé a darle mi tarjeta a Pablo: `Llamame cuando te sientas bien, ahora debés descansar´, le dije. Sólo intercambiamos unas miradas", relató.
Reconoció que no esperaba que Díaz la llamara "pero diez días después, sonó el teléfono en la redacción. Era Pablo, que me decía, la frase que cambiará también mi vida para siempre: `Todos los periodistas quieren verme, pero vos fuiste la única que entendió lo que me pasaba. Si querés nos vemos´”.
"Y entonces, comenzó la historia que nos llevó al libro. Comencé a ir a La Plata, durante el invierno de 1985, para ver a las familias de los chicos, para buscar en recuerdos y en papeles. Nada me importaba más que contarle a nuestro pueblo y al mundo de su dignidad, de su vida y de su muerte. Nada", remarcó.
Finalmente, "una noche de junio de 1986, justo en un nuevo aniversario del día del Periodista, mi colega Héctor Ruiz Núñez y yo, muy de madrugada, dimos a luz el libro".
En ese marco, recordó el prólogo: "Hoy, soñamos con los jóvenes que conocerán a nuestros chicos y los levantarán como bandera. También sabemos que quien lea estas páginas no permanecerá indiferente. Del impacto emocional por la revelación de la perversidad que asesinó a la adolescencia, podrá o no recuperarse. Nosotros, ya lo hemos incorporado a nuestras vidas y jamás nos recuperaremos. Es nuestra fatalidad y nuestro privilegio”.
Fuente: Agencia Télam

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