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31 jul 2013

Carlos Rivas y un texto polémico.Responden Carlotto y Teatro por la Identidad


Surgió la polémica cuando Carlos Rivas, el prestigioso director teatral, se negó a leer un texto de adhesión al Teatro por la  Identidad el colectivo teatral que busca visualizar el trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo, y fundamentó su decisión en un documento que publicara en el diario La Nación. Sus razones están allí y merecieron la encendida respuesta de Estela de Carlotto, y de Teatro por la Identidad. Ud. puede desde aquí leyendo sus posiciones, interiorizarse de que opinan estos referentes en lo que concierne al camino que recorren dentro del entramado complejo de nuestra realidad política las entidades defensoras de Derechos Humanos, que motivan cómo en este caso planteos contundentes.

Dijo Carlos Rivas

Nunca fui peronista. Ni creo que lo sea alguna vez. Nunca fui kirchnerista, y tampoco me veo allí en el futuro, si es que esta facción política tuviese algún futuro. No milito ni milité orgánicamente en ninguna organización política. Me sentí más o menos interpretado, a lo largo de casi 40 años, con lo que hoy se da en llamar "centroizquierda", algo parecido a las socialdemocracias. Fui a la Plaza a apoyar a Alfonsín. Fui a apoyar la elección de Cámpora. Fui a la cárcel de Devoto a reclamar la liberación de los presos políticos. Fui a muchos lados. Y también fui a la ESMA en aquel famoso acto de principio de gestión de Néstor Kirchner  apoyando la recuperación para las organizaciones de derechos humanos de esa vergonzosa institución militar que manchará eternamente la historia argentina.
Me gusta ser argentino, a pesar de las innumerables razones (pobreza y corrupción estructurales, represión, discriminaciones) que la práctica política y social de instituciones varias me han ido dando a lo largo de mi vida, para empujarme a sentir vergüenza más de una vez.
Pretendo ser un artista y colaborar con mi obra a la construcción de una conciencia comunitaria más solidaria, justa, equitativa y de signo nacional. Desde hace más de 40 años voy de teatro en teatro actuando y dirigiendo obras que me alimenten en la comprensión de la vida humana y sus misterios. No soy político. Pero no soy estúpido, creo. Sé que mis actos públicos (a través del teatro) constituyen un acto, también, de naturaleza político-social. Bienvenido sea, pero esencialmente soy un artista (lo pretendo) del teatro argentino.
Admiro la lucha de la Madres de Plaza de Mayo en los "años de plomo". Admiro la lucha de las Abuelas y la altísima dignidad con la que buscan a sus nietos. Admiré (y quisiera que ella me permitiera seguir haciéndolo) a la señora Estela de Carlotto, con un énfasis que tuve el honor de transmitirle personalmente pocos meses atrás, cuando tuvo la deferencia de responder a una invitación nuestra y asistir a una función de la obra Love, love, love , que dirijo. Aunque aborrezco las actitudes "cholulas" y huyo de ellas como de la peste, le pedí que me permitiera tomarme una foto a su lado para mostrársela a mi hijo, con orgullo.
Hace unos días me piden que se lea al público una carta apoyando la nueva edición del ciclo Teatro por la Identidad al finalizar la función de nuestra obra, como es costumbre en todos los teatros de Buenos Aires. Decenas de veces lo hicimos en otros espectáculos y yo mismo, en persona, fui el encargado de leerlo alguna vez. Siempre lo hice muy entusiasmado, como un acto que me obligaba moralmente y a la vez me enaltecía.
Pero esta vez, con enorme dolor, no pude, Estela. La encrucijada moral en la que usted y su organización me encerraron no me dio alternativa. De ahí el motivo de esto que hoy me siento compelido a expresarle.
Al llegar al teatro donde se representa nuestra obra con la intención de leer vuestra carta, me encontré en la puerta misma de nuestra sala (dentro del teatro, no en la calle) con un grupo de legítimos adherentes de Abuelas repartiendo al público que se retiraba el periódico oficial de su organización. En la primera plana estaba una gran foto suya junto a la Señora Gils Carbó, apoyando la exótica y tendenciosamente bautizada “democratización de la Justicia”. Había también otros titulares de primera plana acusando a la Corte Suprema de la Nación de atentar contra actos legítimos de gobierno, por el solo hecho de cumplir con las funciones a las que la Constitución (con la que este gobierno fue elegido) la obliga. En mi barrio no estaba bien visto ir corriendo los arcos en medio de un partido. Imposible para mi conciencia ética ser cómplice de semejante autoritarismo encubierto, contra el que traté de luchar durante toda mi vida. Con la carta de Teatro por la Identidad en la mano, a punto de leerla, me sentí violentado ideológicamente. Víctima de una encerrona fáctica que pretendía obligarme a convertirme en Drácula si la leía o en Frankenstein si no lo hacía.
Pero aun había agravantes éticos más repugnantes a mi conciencia. Esto ocurría el día en que la presidenta de la República pretendía que se aprobara el pliego del general Milani, mientras una madre de desaparecidos de La Rioja lo acusaba de responsabilidad en la desaparición de su hijo conscripto.
Todo esto, además, estando en plena campaña electoral.
¿Cómo no leer al público la carta que apoya el noble objetivo de ayudar a la recuperación de hijos de desaparecidos? ¿Cómo leerla sin estar implícitamente apoyando acciones netamente partidizadas por una organización que (a mi juicio) jamás debió abandonar su misión de reclamar desde ese lugar de dignidad ética, que no es propiedad de ningún gobierno, cualquiera sea su signo político?
Decidí no leerla: no quiero ser parte obligada de la campaña electoral del gobierno nacional. Y pedí que si alguno de mis compañeros de trabajo en el teatro quisiera hacerlo, aclarase al finalizar que no todos los integrantes de la compañía coincidían con esta acción. Debatimos, y se concluyó que no la leeríamos. Así fue. Por primera vez una compañía en la que yo participo no adhirió a lo que siempre habíamos adherido con el corazón.
Tristeza, congoja, desazón. Dolor profundo. Angustia. Noche de pesadillas en mi cama.
Decidí escribir este doloroso texto para explicarme. Decirles a mis amigos, a mi hijo, por qué "traicioné" la noble búsqueda de Estela de Carlotto a pocos días de fotografiarme con ella.
Ayer vi un cartel de la campaña política del Gobierno: "En la vida hay que elegir". Por debajo del afiche creí ver chorrear el pegamento del autoritarismo.
Elijo la duda. No es pragmática y trata de eludir la soberbia de los necios..

Audio de continental en bravo continental : Carlos Rivas denunció autoritarismo encubierto del gobierno...


Respondió Estela de Carlotto:

"Asombrada, pero dolorida a la vez. Qué bueno hubiera sido que toque el timbre de nuestra casa y le habríamos dado las explicaciones, coincidentes o no, que tenemos para hacer estos actos visibles de una política de derechos humanos", apuntó Carlotto, en una entrevista con Radio Continental. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo criticó al director teatral por haber publicado una carta en este matutino (La Nación). "Está muy desinformado. Todo esto es producto de una ira que tiene este hombre, no sé qué fantasía habrá tenido, a lo mejor se habrá creído que soy la Virgen María y soy Estela de Carlotto, una luchadora con errores y virtudes, junto a todas las Abuelas que hace 35 años luchamos para que él y sus hijos no sufran nuevamente un atropello y que le roben el día que se le antoje a esta gente que escribe en ese diario dónde el publicó en contra de esta democracia que estamos construyendo entre todos ", afirmó.

Audio de Continental con respuesta de Estela de Carlotto:


Teatro por la Identidad dice lo suyo, en su documento

 "Dado el estado público que tomó la actitud del elenco de Love, love, love de no leer el texto con el que los espectáculos, todos los años, adhieren a Teatro por la Identidad, creemos importante varias aclaraciones".
 "En primer lugar, una consideración acerca de este mismo estado público. La decisión de leer o no leer, adherir o no adherir a Teatro por la Identidad, es absolutamente libre y personal y no merecería ningún tipo de consideración, salvo en este caso, en el que esa actitud se transforma, vía su publicación en LA NACION, en un hecho político.
 De todos los espectáculos a los que les propusimos la lectura (que no son todos, solamente por nuestras limitaciones logísticas, pero son realmente muchos), el del espectáculo dirigido por Carlos Rivas fue el único que rechazó la acción.
Lo que es una actitud esperable y posible. Pero el hecho de buscar la ampliación mediática de esa actitud, no puede quedar sin respuesta. Porque implica, no solamente una actitud interna de un elenco que, suponemos, habrá sido discutida y decidida en la intimidad de la conciencia individual de cada uno, sino la pretensión de justificar públicamente esa posición.
Por lo que creemos importante tomar la palabra de todos esos otros compañeros actores que sí leyeron el mensaje cuyos espectáculos se listan al final de este texto y de la asociación Teatro por la Identidad.
La lectura de esta carta en las salas comerciales de Buenos Aires es una acción que emprendemos desde 2009 y es fundamental, dada la argumentación de Rivas, mencionar que esta adhesión siempre ha sido total, con absoluta independencia de banderías políticas, contándose, por supuesto, entre quienes leyeron la carta a notorios opositores al Gobierno Nacional. Teatro por la Identidad aprecia la libertad de sus adherentes para actuar en política partidaria, pero basa su acción en la independencia respecto de los partidos políticos. Por eso pretende representar a toda la comunidad teatral.
Es que consideramos que la cuestión de los nietos apropiados y la urgencia de su restitución va claramente mucho más allá de cualquier gobierno o partido. Las actitudes políticas de cualquiera de nuestros compañeros (Incluso las de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo) son independientes, salvo para una mente estrecha, de la indudable justicia de la causa en su conjunto. Los contenidos del diario de Abuelas pueden ser discutidos o polemizados como también la designación de los funcionarios de un gobierno.
Pero poner estas discusiones coyunturales por encima de la necesidad imperiosa de cubrir con un manto de justicia una de las acciones más perversas de la dictadura, y luego difundir esos argumentos buscando en forma oportunista (dada la situación política electoral) el eco mediático, no solamente es no aportar a esa causa, sino jugarle en contra. La tristeza de la contradicción inevitable entre los ideales y la realidad se vive en soledad. No se ventila en los medios. En los medios se actúa políticamente y se decide (cosa que aparentemente es algo que a Rivas no le gusta o que supone "autoritario") y que no es más que el juego libre de nuestra sociedad, y lo que él, claro, finalmente, termina haciendo.
 En el momento de decidir, el elenco dirigido por Rivas, decidió no decir a sus espectadores los contenidos de una carta que a lo único que se refiere es a la problemática concreta que nos encuentra en la urgencia absoluta de cientos de Abuelas que están llegando al fInal de sus días sin la paz de reencontrar a sus nietos robados.
 Decidió no decir, (justamente la carta lo menciona) que son ridículas nuestras rencillas cotidianas frente a la altura de esta causa. Eligió no poner lo importante por sobre lo pasajero. Esta actitud, la de coincidir en lo que coincidimos aunque difiramos en lo que difiramos, es la base de la democracia y de la convivencia.
Lamentamos, aunque respetamos, esa decisión. Pero más lamentamos que, en la búsqueda de una justificación culposa, esta actitud solitaria y respetable, se haya transformado en un hecho de resonancias sórdidas que tiene la virtud de mostrarnos cómo perviven en nuestra sociedad (como viven entre nosotros también estos 400 nietos con identidades cambiadas) las dificultades para encontrarnos con la verdad y la justicia.

Fuentes: La Nación 30 de Julio 2013
Diario Registrado 30 de Julio 2013

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