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8 jul 2013

El 9 de Julio de la tarjeta roja

Julio del 2002, corrían los tiempos difíciles inmediatos a la caída del gobierno de la Alianza, el gobierno nacional estaba a cargo de Eduardo Duhalde, que enfrentaba un duro cuestionamiento por el reciente asesinato de los militantes sociales Kosteky y Santillán. Por entonces el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, estudiaba su lanzamiento como candidato presidencial y en la ciudad el intendente era Alberto Cantero. En este  conflictivo damero el gobierno provincial  decidió conmemorar el 9 de Julio con un desfile cívico militar, una gran parada, en nuestra ciudad de Río Cuarto. Córdoba no era precisamente el mejor ambiente para realizar el acto oficial, pero la capital alterna tampoco. Socialmente el horno no estaba para bollos, la gente entre otras cosas no aprobaba esa erogación cuando el país atravesaba una época de  carencias múltiples, porque había hambre en serio.
Tal desfile entonces fue cuestionado por lo oportuno y lo costoso aunque el gobierno municipal lo considerara “superaustero”. “Por qué no destinan esa plata  al Hospital Central que está desmantelado o a paliar el hambre que hay”, decía por entonces Marta Santa, de Ciudadanos Autoconvocados (1) “No sé de dónde sacan esa cifra (150.000 pesos). Los efectivos militares que desfilarán  vendrán del Área Material y el Batallón. Habrá muy pocos de Córdoba y no sobrevolarán aviones. Será un desfile superastero” dijo Guillermo Natali, vocero del intendente Cantero . Mientras el periodista Vaca Narvaja en su columna señalaba: “Ha sido tan grosera la operación para bajar el costo del desfile que las cifras que dieron el intendente Cantero, su vocero de prensa y el responsable del área  de Protocolo sólo coinciden en un aspecto, nadie sabe a ciencia cierta cuánto costará, ni quien lo pagará (2) y añadía: el país llora otros dos muertos por la represión y la barbarie uniformada (Kosteki y Santillán). “Está claro que el ánimo y la necesidad de la gente está lejos de aplaudir el corte de cintas o presenciar una parada militar”, preanunciando que “De la Sota y Cantero se  exponen a posibles incidentes , si como todo hace prever grupos políticos opuestos a la realización del desfile salen a protestar en medio de los actos cívicos”.
La protesta que evidenciara la desaprobación de buena parte de la sociedad hacia esta erogación en el acto, se dispuso que consistiera en sacar “tarjeta roja al mejor estilo deportivo hacia las autoridades que convocaron al mismo. Pero la aprensión de la clase dirigente duramente cuestionada por esos días hizo eclosión y sucedió lo inédito en Río Cuarto.
Ese frío 9 de Julio a media mañana, comenzaron los actos. El primer incidente para el  gobernador De la Sota  se dio  cuando fue abordado por vecinos que lo cuestionaron a la salida del Tedéum realizado en la iglesia Catedral de Río Cuarto, “Asumimos nuestra culpa, nuestra responsabilidad, y pedimos disculpas por todas las cosas que a lo mejor no hicimos tan bien cómo tendríamos que haberlo hecho”, dijo entonces De la Sota, era tiempos de disculpas. (4) Fue el primer tropiezo, porque el despliegue de  600 efectivos policiales por las calles de nuestra ciudad exacerbó los ánimos. Los efectivos que llegaron a Río Cuarto estaban fuertemente armados, muy bien pertrechados para reprimir conflictos y en aquella gris mañana invernal le imprimieron un matiz oscuro y siniestro, inédito para una población que lejos de ejercer violencia pretendía expresar su disconformidad simbólicamente con la “tarjeta roja”. Pero hubo más, para dejarnos perplejos a los atribulados riocuartenses: francotiradores en los edificios: “Pese a que el acto se desarrolló con total normalidad, hubo efectivos policiales vestidos de civil apostados en los techos de las viviendas ubicadas sobre la Avenida Mugnaini. Según expertos en armamentos, los policías portaban fusiles FAL 762. Se trata de un armamento de guerra capaz de perforar a diez personas con una sola bala.” (7)

No se dieron incidentes, no obstante fueron detenidos 13 manifestantes, en el operativo de la UR 9 por ese entonces a cargo del comisario mayor Aldo Echeverry. Leamos lo que decía la crónica periodística: “Contrariamente a lo que adujo el jefe de la UR 9, no tenían las banderas desplegadas ni estaban coreando cánticos adversos a las autoridades, sino que pretendían llegar al lugar de mayor concentración para sacar una tarjeta roja simbólica a los funcionarios que estaban en el palco oficial” (5).

De la Sota,  estuvo acompañado por Olga Riutort  esa gélida  mañana, cuando con una sensación térmica esa mañana de 4° bajo cero, la gente vivía su invierno más precario. El gobernador minimizó la protesta diciendo: “Son poquitos, y cuando uno es poquito y hay elecciones a la vista, lo que hay que hacer es votar no protestar” mientras en  los palcos  reservados a las autoridades “se sirvieron bebidas calientes  en vasitos con la leyenda “Córdoba corazón de mi país”. En las tribunas repartieron banderitas y papel picado”. (6)

Pasaron once años, los nombres que nos recuerda el relato precedente se reiteran en la conducción  empezando en el orden provincial por José Manuel De la Sota. En el país salimos de la crisis extrema a la que nos condujo la política neoliberal de la mano del presidente Menem que estalló con el gobierno de De la Rúa, pero los índices de pobreza y las condiciones de vida miserable para buena parte de la sociedad se esconden detrás de subsidios que no alcanzan para llevar a mejor destino a demasiados millones de argentinos. En tanto, los cordobeses vemos con no poca preocupación los fuertes cruces entre el gobierno provincial y nacional cuando   todavía estamos esperando ese futuro mejor que está en las promesas de todos los políticos y tarda demasiado en llegar para gran parte del pueblo argentino, mientras persiste la impunidad y se enseñorea la corrupción.

Ese 9 de Julio del 2002 nos recordó que cuando las condiciones sociales no son favorables al poder, el recurso de la intimidación es una carta que los que gobiernan siempre se guardan en la manga, y conviene no olvidarlo porque le sigue la represión, y la violencia hacia los reclamos sociales.

Nunca supimos por qué semejante despliegue de efectivos, cuánto riesgo por apostar francotiradores en medio de la gente ni cuánto costó el desfile del 2002, tampoco si lo pagó la Municipalidad o la Provincia, pero no dude … los fondos salieron de nuestros bolsillos, así como los que estuvimos expuestos a tanta insensatez fuimos los riocuartenses y nuestras familias

CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO


Puntal 28 de Junio 2002
1.     Puntal 30 DE Junio de 2002
2.     Puntal, 12 de Julio
3.     La Voz del Interior 10 de Julio 2002
4.     Puntal 10 de Julio 2002 HVN
5.     Puntal, 10 de Julio
6.     LA Voz 10.07.02
7.      Puntal, 11 de Julio HVN

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