Atraso y abandono afecta a mitad de los jóvenes en la secundaria
En la
presentación del Plan Quinquenal de Educación se destacó el crecimiento de la
inversión en educación, pero fueron nulas las referencias a los pobres
resultados alcanzados. El fracaso educativo, que testimonian las propias
estadísticas oficiales, es el resultado de multiplicar los recursos sin sentido
estratégico. Para revertir la situación no alcanza con proclamar metas. Es fundamental
respetar la responsabilidad de las provincias en la gestión de la educación,
redefinir el régimen de coparticipación y crear un sistema de evaluaciones
educativas riguroso a cargo de la Nación que induzca a las provincias a mejorar
la gestión.
En el
lanzamiento del Plan Quinquenal de Educación, las autoridades educativas
resaltaron el crecimiento de los recursos asignados al sector. En concreto, se
señaló que entre los años 2003 y 2010 el gasto en educación como porcentaje del
PBI pasó de menos de 4% a más de 6% del PBI. La mayor parte de
estos recursos fueron destinados a incrementar el salario docente. El aumento
de las remuneraciones fue en términos nominales del 665% (que descontada
la inflación implicaría una duplicación del salario real). También se destacó
la construcción de 1.880 escuelas, la refacción de otras 5.914 y
la adquisición y distribución de unos 45 millones de libros y más de 2
millones de notebooks. Indudablemente que se trata de un esfuerzo
financiero de relevancia.
El énfasis
puesto en destacar el aumento del gasto en educación contrasta con la ausencia
de referencias a los resultados obtenidos gracias a esta mayor inversión. De todas formas, apelando a datos
publicados por el propio Ministerio de Educación se puede trazar una aproximación.
Lamentablemente la información publicada no está actualizada, pero alcanza para
analizar el período comprendido entre los años 2003 y 2009 donde
se destacan las siguientes tendencias:
· El porcentaje
de niños en primaria que se encuentran retrasados o que abandonaron la
escuela pasó de 25% a 23% por año.
· El porcentaje
de jóvenes en secundaria que se encuentran retrasados o que abandonaron la
escuela pasó de 46% a 50% por año.
· El puntaje
que los jóvenes argentinos de 15 años de edad lograron en la prueba
internacional PISA, que mide calidad educativa, pasó de 418 a 398.
Los datos
son muy contundentes. Si bien en el nivel primario hubo una pequeña reducción
de la sobreedad y el abandono, el progreso resulta muy modesto en un contexto
en el que la matricula no creció (se mantuvo en el orden de los 4,6 millones de
alumnos). En el nivel secundario, el retraso y el abandono aumentaron y se
redujo significativamente el nivel de conocimientos de los alumnos. El
retroceso en la prueba internacional PISA hizo que la Argentina pasara de ser
el país de mejor desempeño educativo en América del Sur en el año 2000 al
quinto puesto (detrás de Chile, Uruguay, Brasil y Colombia) en el año
2009.
Con la
holgura fiscal generada por la bonanza se multiplicaron los recursos para
educación, pero se asignaron de manera indiscriminada y sin sentido
estratégico. Además de
contar con más recursos a favor de la educación, es fundamental la
planificación y una permanente evaluación de cómo se invierten esos recursos.
Mejorar la educación requiere construir más escuelas, pero bajo condiciones que
lleven a que los jóvenes asistan y no la abandonen; requiere contratar más
docentes y mejorar los salarios, pero con formación adecuada para enseñar y
reglas laborales que induzcan a la excelencia penalizando la mediocridad;
instalar bibliotecas, entregar libros y notebooks, pero con una
estrategia pedagógica para que sirvan a incrementar el aprendizaje y los
conocimientos.
El
testimonio más ilustrativo de mala política educativa es la centralización de
la negociación salarial. A nivel nacional se imponen “pisos” de aumentos salariales que tienen que
pagar las provincias. Estos aumentos superan las capacidades de las provincias
a raíz de las distorsiones en el régimen de coparticipación, pero
fundamentalmente tienen el defecto de ser indiscriminados y disociados del
esfuerzo y desempeño de cada docente. La actual situación de la provincia de
Buenos Aires, que aglutina a más de un tercio del total de alumnos del país, es
muy ilustrativa. A nivel centralizado se fijarían aumentos del orden del 20%,
pero la Provincia declara no poder pagar más de un 6%. En ambos casos se elude
discutir sobre los esfuerzos y resultados que se deberían exigir a los
docentes.
Semejante
fracaso debería despejar toda duda sobre la necesidad de cambiar de estrategia. Para mejorar los indicadores
educativos es imprescindible rediscutir la coparticipación de impuestos,
eliminar la paritaria centralizada y crear un sistema de evaluaciones
educativas integrales y rigurosas a cargo de la Nación que opere como factor
inductor de profundas transformaciones en los estilos de gestión que aplica
cada provincia.
Fuente : IDESA 10.02.13
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios publicados son de responsabilidad exclusiva de quien los envíe. No siempre refleja nuestra opinión.