En 2014, los índices de desocupación y subocupación en la ciudad crecieron alrededor de un 3% respecto del 2013 y los pronósticos para el año que viene son poco alentadores. Las opiniones
En 2014, los índices de desocupación y subocupación en la ciudad crecieron alrededor de un 3% respecto del 2013 y los pronósticos para el año que viene son poco alentadores. Las opiniones
Graciela tiene 47 años, es maestra jardinera, madre de cuatro chicos y está recientemente separada. Victoria acaba de cumplir los 25, es contadora pública, vive con sus padres y no tiene hijos ni pareja. Graciela y Victoria no se conocen, no tienen amigos en común y, a simple vista, cualquier persona diría que sus vidas no se parecen en nada.
Sin embargo, hay una cifra que las une: ellas son dos de las siete mil personas económicamente activas que en el último año buscaron trabajo en Río Cuarto y todavía no tuvieron éxito. Por eso, hoy van por las vías alternativas en busca de mejores ingresos y algunos logros profesionales.
La cifra en cuestión se desprende de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), que brinda información oficial sobre el mercado de trabajo en Argentina.
El informe, que se centra en los resultados del tercer trimestre de 2014, revela que este año la tasa de desocupación en la ciudad llegó al 8,7 por ciento, un 3 por ciento más que en el mismo período de 2013, cuando alrededor de 4 mil personas estaban sin trabajo.
Los números tampoco son buenos para las personas subocupadas, es decir, aquellas que trabajan menos de 35 horas por semana por causas involuntarias pero que quisieran trabajar más. Según la EPH, en Río Cuarto, entre el tercer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2014 la tasa de subocupación trepó cinco puntos (de 3,8 por ciento a 8,8 por ciento). Es decir, que mientras siete mil personas buscan trabajo de manera activa, otro tanto similar debe conformarse con el que hay.
Los datos del Indec son poco alentadores para Graciela y Victoria, por eso, hoy cada una encontró otra manera de hacer frente a sus necesidades económicas, profesionales y personales. Mientras Graciela revende productos de cosmética femenina y comienza su propio emprendimiento de artículos de tela para la cocina, Victoria arma las valijas para desarrollarse profesionalmente en la Ciudad de Buenos Aires.
El emprendimiento como salida:
Cuando Graciela se separó de su marido al comenzar el año supo que los siguientes meses no serían emocional ni económicamente fáciles. Si bien ella tuvo sus propios proyectos laborales desde que se casó, el sostén económico de la familia siempre fue el padre de sus hijos y hoy, la cuota alimentaria -que generalmente llega a destiempo- no le alcanza.
La búsqueda laboral que empezó incluso antes de romper su matrimonio todavía no tuvo los frutos que ella quisiera. Por eso, mientras cumple con sus tareas de madre y distribuye su Currículum Vitae por toda la ciudad, Graciela camina varias cuadras al día para vender productos de catálogo de una marca de cosmética femenina internacional. A su vez, ha comenzado lo que ella llama un "microemprendimiento": fabrica repasadores y delantales con telas importadas de Brasil y las vende a conocidos y a distintos locales comerciales. "Vendiendo dos o tres repasadores por día tengo el sustento para el día", explica con humildad esta mujer que gracias a la necesidad descubrió que su bienestar y el de sus hijos es "más importante que cualquier cosa material" que puedan tener.
Aunque hoy tiene las monedas contadas, Graciela no pierde el optimismo. Y mientras espera el llamado de algún empleador, cuenta que el trabajo ideal para ella sería uno en el que pudiese enseñar lo que sabe de manualidades. "Me gustaría ayudar a la gente carenciada en algún proyecto para darle herramientas para trabajar", dice con el mismo entusiasmo con el que busca trabajo todos los días.
Lejos pero seguro
Victoria se recibió el último mes de abril y para ese entonces ya formaba parte del mundo laboral. Gracias a un contacto, unos meses antes había logrado conseguir un puesto en un estudio contable en el que, lamentablemente, no tendría demasiado futuro porque "trabajaba medio día y ganaba poco". Ella sentía que "no podía crecer profesionalmente ni personalmente" y los planes de irse a vivir sola se alejaban cada vez más.
Así fue que para mayo la flamante contadora comenzó una intensa búsqueda por todos los medios posibles: se adhirió a la bolsa de trabajo de la facultad, se inscribió en sitios de internet donde se ofrecen trabajos y repartió su Currículum Vitae por casi todos los estudios contables de la ciudad. Un mes después y ante la falta de ofertas laborales, Victoria decidió extender su búsqueda hacia otras ciudades del país como Buenos Aires, Córdoba y Rosario. En unos pocos días Victoria pudo concretar entrevistas en empresas de Córdoba y Buenos Aires y al cabo de dos meses, un par de viajes y varios exámenes en inglés, fue contratada por la empresa petrolera norteamericana ExxonMobil para cubrir un puesto de auditoría en las oficinas que la compañía tiene en Capital Federal.
Hoy, lejos de su ciudad, familiares y amigos, esta riocuartense de apenas 25 años se anima a lo desconocido en busca de crecimiento profesional, estabilidad económica e independencia. Y aunque siente que "es una pena" irse por falta de oportunidades, se va para volver con una experiencia que cree le dará algo de ventaja en su próxima entrevista laboral.
Fuente:Puntal
En 2014, los índices de desocupación y subocupación en la ciudad crecieron alrededor de un 3% respecto del 2013 y los pronósticos para el año que viene son poco alentadores. Las opiniones
Graciela tiene 47 años, es maestra jardinera, madre de cuatro chicos y está recientemente separada. Victoria acaba de cumplir los 25, es contadora pública, vive con sus padres y no tiene hijos ni pareja. Graciela y Victoria no se conocen, no tienen amigos en común y, a simple vista, cualquier persona diría que sus vidas no se parecen en nada.
Sin embargo, hay una cifra que las une: ellas son dos de las siete mil personas económicamente activas que en el último año buscaron trabajo en Río Cuarto y todavía no tuvieron éxito. Por eso, hoy van por las vías alternativas en busca de mejores ingresos y algunos logros profesionales.
La cifra en cuestión se desprende de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), que brinda información oficial sobre el mercado de trabajo en Argentina.
El informe, que se centra en los resultados del tercer trimestre de 2014, revela que este año la tasa de desocupación en la ciudad llegó al 8,7 por ciento, un 3 por ciento más que en el mismo período de 2013, cuando alrededor de 4 mil personas estaban sin trabajo.
Los números tampoco son buenos para las personas subocupadas, es decir, aquellas que trabajan menos de 35 horas por semana por causas involuntarias pero que quisieran trabajar más. Según la EPH, en Río Cuarto, entre el tercer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2014 la tasa de subocupación trepó cinco puntos (de 3,8 por ciento a 8,8 por ciento). Es decir, que mientras siete mil personas buscan trabajo de manera activa, otro tanto similar debe conformarse con el que hay.
Los datos del Indec son poco alentadores para Graciela y Victoria, por eso, hoy cada una encontró otra manera de hacer frente a sus necesidades económicas, profesionales y personales. Mientras Graciela revende productos de cosmética femenina y comienza su propio emprendimiento de artículos de tela para la cocina, Victoria arma las valijas para desarrollarse profesionalmente en la Ciudad de Buenos Aires.
El emprendimiento como salida:
Cuando Graciela se separó de su marido al comenzar el año supo que los siguientes meses no serían emocional ni económicamente fáciles. Si bien ella tuvo sus propios proyectos laborales desde que se casó, el sostén económico de la familia siempre fue el padre de sus hijos y hoy, la cuota alimentaria -que generalmente llega a destiempo- no le alcanza.
La búsqueda laboral que empezó incluso antes de romper su matrimonio todavía no tuvo los frutos que ella quisiera. Por eso, mientras cumple con sus tareas de madre y distribuye su Currículum Vitae por toda la ciudad, Graciela camina varias cuadras al día para vender productos de catálogo de una marca de cosmética femenina internacional. A su vez, ha comenzado lo que ella llama un "microemprendimiento": fabrica repasadores y delantales con telas importadas de Brasil y las vende a conocidos y a distintos locales comerciales. "Vendiendo dos o tres repasadores por día tengo el sustento para el día", explica con humildad esta mujer que gracias a la necesidad descubrió que su bienestar y el de sus hijos es "más importante que cualquier cosa material" que puedan tener.
Aunque hoy tiene las monedas contadas, Graciela no pierde el optimismo. Y mientras espera el llamado de algún empleador, cuenta que el trabajo ideal para ella sería uno en el que pudiese enseñar lo que sabe de manualidades. "Me gustaría ayudar a la gente carenciada en algún proyecto para darle herramientas para trabajar", dice con el mismo entusiasmo con el que busca trabajo todos los días.
Lejos pero seguro
Victoria se recibió el último mes de abril y para ese entonces ya formaba parte del mundo laboral. Gracias a un contacto, unos meses antes había logrado conseguir un puesto en un estudio contable en el que, lamentablemente, no tendría demasiado futuro porque "trabajaba medio día y ganaba poco". Ella sentía que "no podía crecer profesionalmente ni personalmente" y los planes de irse a vivir sola se alejaban cada vez más.
Así fue que para mayo la flamante contadora comenzó una intensa búsqueda por todos los medios posibles: se adhirió a la bolsa de trabajo de la facultad, se inscribió en sitios de internet donde se ofrecen trabajos y repartió su Currículum Vitae por casi todos los estudios contables de la ciudad. Un mes después y ante la falta de ofertas laborales, Victoria decidió extender su búsqueda hacia otras ciudades del país como Buenos Aires, Córdoba y Rosario. En unos pocos días Victoria pudo concretar entrevistas en empresas de Córdoba y Buenos Aires y al cabo de dos meses, un par de viajes y varios exámenes en inglés, fue contratada por la empresa petrolera norteamericana ExxonMobil para cubrir un puesto de auditoría en las oficinas que la compañía tiene en Capital Federal.
Hoy, lejos de su ciudad, familiares y amigos, esta riocuartense de apenas 25 años se anima a lo desconocido en busca de crecimiento profesional, estabilidad económica e independencia. Y aunque siente que "es una pena" irse por falta de oportunidades, se va para volver con una experiencia que cree le dará algo de ventaja en su próxima entrevista laboral.
Fuente:Puntal
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