Leonardo Favio, se fue llevándose su talento
especial e incomparable. Con él se va una parte de nuestra juventud, y los adolescentes de aquellos años sabemos de qué hablamos, cuando
rememoramos esa voz áspera y melancólica
que nos recreaba con los versos simples de
sus canciones especiales, en una época de aventuras sin red tras las utopías.
Favio, tan argentino, tan nuestro… ¿Quién
no se identifica y emociona al escuchar por
ejemplo, “Chiquilladas”?
Su partida nos deja una sensación de ausencia,
y el legado de una obra fundamental para entender al país y su historia. Se puede coincidir o no con su pensamiento, pero
sería de necios negar el valor y la calidad de sus creaciones, que lo ubican
como el gran director de cine que hizo un aporte trascendente al séptimo arte
nacional.
Para recordarlo, que mejor que hacerlo
con sus propias palabras, esas que manifestó en un reportaje que el 2008 le
hiciera la revista Ñ
“El sueño de todos es permanecer, pero
uno muere cuando se escapa de la memoria de la gente. Mi obsesión es que me
recuerden bien en esa momentánea memoria que haya de mí. Yo había incorporado
la idea de la muerte a mi vida como algo legitimo y bello pero a medida que se
acerca cuido el cuerpo, el artefacto que nos queda, me voy despidiendo de ese
cuadrito en la pared, que pena no verlo más, pero esto es solo una fracción de
película acelerada, y uno comienza a preocuparse más por lo que puede haber del
otro lado. Tal vez la eternidad sea despertar de una siesta bien dormida con
los ojos entregados al asombro, por ahora somos la molécula de una hormiga y
menos que eso. Soy profundamente religioso, casi místico, puedo gozar de la
soledad como un don, un regalo de Dios que me permite estar conmigo”.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios publicados son de responsabilidad exclusiva de quien los envíe. No siempre refleja nuestra opinión.