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2 jun 2011

Carta a las Universidades por los fondos de Alumbrera


La nota   procede de Catamarca -Argentina- con fecha 26 de Mayo 2011 y es publicada por la página No a las Minas, hace referencia a la situación que se vive en Andalgalá y de la que da cuenta el video que podes ver al pie de la nota y que te recomendamos.


POR AHORA CONSERVAMOS EL SILENCIO, DESPUÉS LOS TIGRES VENDRÁN A HABITARNOS. Soy una de las mujeres conocidas como " Las mujeres de los miércoles del silencio". Las mujeres que caminan por las calles de Andalgalá.  Los miércoles, nos reunimos en la plaza para marchar por las calles céntricas, reclamando por lo que muchos dicen que es una utopía  en estos tiempos,  una mezquindad provinciana: para que la política minera  no siga dañando el lugar donde vivimos. Cada miércoles, a las diez de la mañana, nos sentamos a ver si la esperanza nos junta y cuando dan las diez, sacamos de la misma bolsa de siempre, un rollito ajado  de hojas con leyendas, un montoncitos de cintas verdes y una gran cinta adhesiva, de las más anchas. Lentamente, nos colocamos los carteles en el pecho y en la espalda, alguien corta un trozo de cinta ancha para cada una; y después de atarnos las manos hacia atrás alguien sella nuestros labios con  la cinta. Cada vez que llega este momento del ritual, nos brillan los ojos, y el corazón hierve en un agua de pena y digna rabia.

Pienso hasta dónde nos han empujado en esta lucha, al punto de reducirnos al silencio para poder hacer visible las disidencias, el pensamiento diferente. Pienso, en esa Argentina que muy oronda va vestida de democracia en los festejos y sigue siendo la Argentina desaparecedora de siempre, cuando uno quiere hacer sentir que no piensa de la misma forma. He llegado a llorar a todos los que la dictadura se llevó; pero no quiero llorar a los que la democracia está negando por el sólo hecho de alimentar una política de minería metalífera a gran escala.

Nosotras somos madres, hijas, esposas, hermanas y vecinas. Hasta hace unos años luchábamos contra la pobreza, la drogadicción, el analfabetismo y la falta de fe.  Hasta hace unos años, pensábamos que no hacía falta nada más que los evangelios, un pastor, pasar por las aulas y una buena crianza para salvar al mundo. Pero todo ese andamiaje se rompió, cuando llegaron las mineras a nuestro territorio: la letra del evangelio se diluyó con la entrada de los mercaderes en el templo; el pastor dijo que no importaba si el dinero provenía de los que luego nos traerían la muerte; las aulas fueron invadidas por las dádivas mineras y tuvimos que dejar la crianza para salir a detener a los que querían explotar los cerros para sacarles los minerales.

No les importó si el pueblo estaba muy cerca. No les importó si había pueblos dentro de la tierra cateada, no les importó si en las represiones había niños, ancianos o mujeres. No les importó ni les importa si esos cerros son nuestras únicas fábricas de agua. Uno no quiere, no puede entender, que el progreso que hace sustentable a unos cuantos, que les deja dinero fácil a los gobiernos, que les permite a las universidades más fondos, debe pasar por el sacrificio de los pueblos que están prendidos a la cordillera. Y que en ese sacrificio sólo está el futuro de unas mineras que saquean todo y no dejan nada. Nada más que división, enfrentamientos, judicializaciones, desapariciones en vida, dolor persecución y reducción.

Y uno puede pensar para qué mierda vamos a conservar la memoria, si a la historia la siguen escribiendo los otros, los que están lejos de la gente que la vive; para qué vamos a enseñar ética si hasta en los claustros se anda perdiendo. Justificada por argumentos miserables como que sin minería nada es posible; con argumentos tan infantiles que hasta los niños ríen de nosotros. Pues saben que sin agua nada es posible. Que  el agua es vida, que no se vende porque es el alma de la tierra.

Ya muchos se andan preguntando  si la trampa está en que preparamos a los ciudadanos para que vivan en un mundo de tecnología, así tardan en darse cuenta que por la cañería no viene agua, viene un barro que va a enfermar, como nos está pasando. Que en realidad, se está naturalizando tantas cosas, que no va a importar mañana si los fondos que llegan a las universidades son del Cartel de Cali, del contrabando o son frutos del sufrimiento de la gente que ha tenido la mala suerte de nacer en cuna de oro, como nos decían en la niñez.

Ya no necesito que vengan los hombres de ciencia a mentirme que una minería controlada es posible. Ni que vengan a decirme que en chile se puede. Ya sé lo que significa Chuquicamata. Ya aprendí lo que es tener vidrio en la garganta después de pilciao 16. Ya viví la represión ordenada por la política minera, el 15 de febrero. Ya sentí con mis hermanos originarios la tristeza de verse despojados y asesinados por el territorio.  Ya, conozco la digna rabia.

Es la digna rabia la que va debajo de la cinta que calla mi boca. Esa que todavía anda sintiendo los gritos de los niños corriendo desesperados en las cacerías de los Kuntur por las calles de mi pueblo, de ese febrero impiadoso de 2010.El que nunca, nunca voy a olvidar. Y para eso quiero tener memoria, para no morirme envuelta en la mentira que los demás cuentan .Y me juro a mí misma que no va a ser como en la dictadura. No nos van a empujar a la clandestinidad por levantar piedras de la calle y salir a defender el agua.

Yo sé que las universidades  No se puede resarcir la división, la fragmentación social que causan, mucho menos van a poder curar o suturar las enfermedades que estamos sufriendo. Nos morimos de cáncer y gastan más en pagar el silencio de la información que en transparentarla.

Que la muerte de treinta mil desaparecidos no sea en vano. No alimenten a esta dictadura minera. Que los que perdieron la juventud en la  guerra de Malvinas, sirva. No permitan que nos saqueen el territorio. ¿Para qué vamos a querer universidades si se transforman en infames mercados de la ciencia?

Cada día que amanecen mis ojos, yo, que hace catorce años que llevo esta lucha, rezo para que DIOS conserve mis cerros, para que los académicos que se juegan por nosotros no sufran persecuciones ni amedrentamientos, para que los universitarios sigan visitando las asambleas con la valentía de siempre; para que las judicializaciones se acaben; para no perder las esperanzas de regresar a mi casa, para siempre, sin pensar que una minera va a venir a cavar un open pite en el patio de mi casa donde mi hijo y mis nietos juegan. Tengo esperanzas en que el poder de las mineras no puede comprar el silencio de la ciencia.

Soy una de las tantas mujeres que caminan por las calles de una ciudad llamada Andalgalá, en Catamarca. Antes, mucho antes de que llegaran las mineras, yo  criaba mis hijos, ayudaba en las misas, escribía versos. Ahora, lucho, resisto, me empodero con los gritos de mucha gente a lo largo de la cordillera y dejo que mi corazón retumbe, diciendo:

EL ACONQUIJA NO SE TOCA, EL FAMATINA NO SE TOCA, TILCARA NO SE TOCA, EL AGUA NO SE TOCA, LA PACHA NO SE VENDE, SÍ A LA VIDA. SÍ AL AGUA. NO MINA NO.
TOMEN DECISIONES JUSTAS.  NO NOS CONDENEN. NO SE CONVIERTAN EN EL ESLABON QUE JUSTIFICA LAS EXPLOTACIONES.
PATRICIA ALVAREZ DE FIGUEROA
MUJERES DEL SILENCIO DE ANDALGALÁ

1 comentario:

  1. me pregunto, si estas personas pelean para que no se instaure la megamineria que es por la conservacion del suelo y no al derretimiento de los glaciares, entonces.... como ganó una persona como la señora Lucía Corpacci????,es obvio ayudada por la sra.presidenta, pero también hubo personas que la votaron,por eso insisto VOTAR CON INTELIGENCIA SEÑORES Y SEÑORAS

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