La nota procede de Catamarca -Argentina- con fecha
26 de Mayo 2011 y es publicada por la página No a las Minas, hace referencia a
la situación que se vive en Andalgalá y de la que da cuenta el video que podes
ver al pie de la nota y que te recomendamos.
POR AHORA
CONSERVAMOS EL SILENCIO, DESPUÉS LOS TIGRES VENDRÁN A HABITARNOS. Soy
una de las mujeres conocidas como " Las mujeres de los miércoles del
silencio". Las mujeres que caminan por las calles de
Andalgalá. Los miércoles, nos reunimos
en la plaza para marchar por las calles céntricas, reclamando por lo que muchos
dicen que es una utopía en estos tiempos, una mezquindad provinciana: para que la
política minera no siga dañando el lugar
donde vivimos. Cada miércoles, a las diez de la mañana, nos sentamos a ver si
la esperanza nos junta y cuando dan las diez, sacamos de la misma bolsa de
siempre, un rollito ajado de hojas con
leyendas, un montoncitos de cintas verdes y una gran cinta adhesiva, de las más
anchas. Lentamente, nos colocamos los carteles en el pecho y en la espalda,
alguien corta un trozo de cinta ancha para cada una; y después de atarnos las
manos hacia atrás alguien sella nuestros labios con la cinta. Cada vez que llega este momento del
ritual, nos brillan los ojos, y el corazón hierve en un agua de pena y digna
rabia.
Pienso hasta
dónde nos han empujado en esta lucha, al punto de reducirnos al silencio para
poder hacer visible las disidencias, el pensamiento diferente. Pienso, en esa
Argentina que muy oronda va vestida de democracia en los festejos y sigue
siendo la Argentina desaparecedora de siempre, cuando uno quiere hacer sentir
que no piensa de la misma forma. He llegado a llorar a todos los que la
dictadura se llevó; pero no quiero llorar a los que la democracia está negando
por el sólo hecho de alimentar una política de minería metalífera a gran
escala.
Nosotras
somos madres, hijas, esposas, hermanas y vecinas. Hasta hace unos años
luchábamos contra la pobreza, la drogadicción, el analfabetismo y la falta de
fe. Hasta hace unos años, pensábamos que
no hacía falta nada más que los evangelios, un pastor, pasar por las aulas y
una buena crianza para salvar al mundo. Pero todo ese andamiaje se rompió,
cuando llegaron las mineras a nuestro territorio: la letra del evangelio se
diluyó con la entrada de los mercaderes en el templo; el pastor dijo que no
importaba si el dinero provenía de los que luego nos traerían la muerte; las
aulas fueron invadidas por las dádivas mineras y tuvimos que dejar la crianza
para salir a detener a los que querían explotar los cerros para sacarles los
minerales.
No les
importó si el pueblo estaba muy cerca. No les importó si había pueblos dentro
de la tierra cateada, no les importó si en las represiones había niños,
ancianos o mujeres. No les importó ni les importa si esos cerros son nuestras
únicas fábricas de agua. Uno no quiere, no puede entender, que el progreso que hace
sustentable a unos cuantos, que les deja dinero fácil a los gobiernos, que les
permite a las universidades más fondos, debe pasar por el sacrificio de los
pueblos que están prendidos a la cordillera. Y que en ese sacrificio sólo está
el futuro de unas mineras que saquean todo y no dejan nada. Nada más que
división, enfrentamientos, judicializaciones, desapariciones en vida, dolor persecución
y reducción.
Y uno puede
pensar para qué mierda vamos a conservar la memoria, si a la historia la siguen
escribiendo los otros, los que están lejos de la gente que la vive; para qué
vamos a enseñar ética si hasta en los claustros se anda perdiendo. Justificada
por argumentos miserables como que sin minería nada es posible; con argumentos
tan infantiles que hasta los niños ríen de nosotros. Pues saben que sin agua
nada es posible. Que el agua es vida, que
no se vende porque es el alma de la tierra.
Ya muchos se
andan preguntando si la trampa está en
que preparamos a los ciudadanos para que vivan en un mundo de tecnología, así
tardan en darse cuenta que por la cañería no viene agua, viene un barro que va
a enfermar, como nos está pasando. Que en realidad, se está naturalizando
tantas cosas, que no va a importar mañana si los fondos que llegan a las
universidades son del Cartel de Cali, del contrabando o son frutos del sufrimiento
de la gente que ha tenido la mala suerte de nacer en cuna de oro, como nos
decían en la niñez.
Ya no
necesito que vengan los hombres de ciencia a mentirme que una minería
controlada es posible. Ni que vengan a decirme que en chile se puede. Ya sé lo
que significa Chuquicamata. Ya aprendí lo que es tener vidrio en la garganta
después de pilciao 16. Ya viví la represión ordenada por la política minera, el
15 de febrero. Ya sentí con mis hermanos originarios la tristeza de verse
despojados y asesinados por el territorio.
Ya, conozco la digna rabia.
Es la digna
rabia la que va debajo de la cinta que calla mi boca. Esa que todavía anda
sintiendo los gritos de los niños corriendo desesperados en las cacerías de los Kuntur por las calles de mi pueblo, de ese febrero impiadoso de 2010.El que
nunca, nunca voy a olvidar. Y para eso quiero tener memoria, para no morirme
envuelta en la mentira que los demás cuentan .Y me juro a mí misma que no va a
ser como en la dictadura. No nos van a empujar a la clandestinidad por levantar
piedras de la calle y salir a defender el agua.
Yo sé que las
universidades No se
puede resarcir la división, la fragmentación social que causan, mucho menos van
a poder curar o suturar las enfermedades que estamos sufriendo. Nos morimos de
cáncer y gastan más en pagar el silencio de la información que en
transparentarla.
Que la muerte
de treinta mil desaparecidos no sea en vano. No alimenten a esta dictadura
minera. Que los que perdieron la juventud en la
guerra de Malvinas, sirva. No permitan que nos saqueen el territorio.
¿Para qué vamos a querer universidades si se transforman en infames mercados de
la ciencia?
Cada día que
amanecen mis ojos, yo, que hace catorce años que llevo esta lucha, rezo para
que DIOS conserve mis cerros, para que los académicos que se juegan por
nosotros no sufran persecuciones ni amedrentamientos, para que los
universitarios sigan visitando las asambleas con la valentía de siempre; para
que las judicializaciones se acaben; para no perder las esperanzas de regresar
a mi casa, para siempre, sin pensar que una minera va a venir a cavar un open
pite en el patio de mi casa donde mi hijo y mis nietos juegan. Tengo esperanzas
en que el poder de las mineras no puede comprar el silencio de la ciencia.
Soy una de
las tantas mujeres que caminan por las calles de una ciudad llamada Andalgalá,
en Catamarca. Antes, mucho antes de que llegaran las mineras, yo criaba mis hijos, ayudaba en las misas,
escribía versos. Ahora, lucho, resisto, me empodero con los gritos de mucha
gente a lo largo de la cordillera y dejo que mi corazón retumbe, diciendo:
EL ACONQUIJA NO SE TOCA, EL FAMATINA
NO SE TOCA, TILCARA NO SE TOCA, EL AGUA NO SE TOCA, LA PACHA NO SE VENDE, SÍ A
LA VIDA. SÍ AL AGUA. NO MINA NO.
TOMEN DECISIONES JUSTAS. NO NOS CONDENEN. NO SE CONVIERTAN EN EL
ESLABON QUE JUSTIFICA LAS EXPLOTACIONES.
PATRICIA
ALVAREZ DE FIGUEROA
MUJERES DEL
SILENCIO DE ANDALGALÁ
me pregunto, si estas personas pelean para que no se instaure la megamineria que es por la conservacion del suelo y no al derretimiento de los glaciares, entonces.... como ganó una persona como la señora Lucía Corpacci????,es obvio ayudada por la sra.presidenta, pero también hubo personas que la votaron,por eso insisto VOTAR CON INTELIGENCIA SEÑORES Y SEÑORAS
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