Enero va transcurriendo calurosamente y en plenas vacaciones
aparecen los primeros atisbos del año lectivo. La problemática con que terminó
el año pasado al son del reclamo estudiantil, por el estado de los edificios
escolares públicos, promete dar tema desde el comienzo.
El Ministro de Educación de la Provincia de Córdoba, Walter Grahovac manifestó que se está
trabajando de acuerdo con lo previsto en las escuelas. Así refirió que en el
interior provincial “Los municipios, en acuerdo con los directores de las
escuelas y con los diagnósticos de cada institución, a partir de enero o febrero
van a hacer las obras mínimas. Las obras grandes van por parte de la
provincia, que también en este momento en el interior, vía municipio en alguno
de los casos y otros con licitaciones que hizo el ministerio, están
construyendo aulas”.
Los estudiantes desmienten al ministro y manifiestan que “no se está cumpliendo ningún compromiso” y como contracara reprochan el uso de recursos “para destruir nuestro patrimonio y construir grandes obras para hacer campaña”, en obvia referencia a lo sucedido con la Casa de Gobierno de Córdoba. No es un buen contrapunto para iniciar las actividades y el ministro que pide “buena voluntad”, podría ser más contundente y demostrar con obras que la buena voluntad es bilateral.
Los estudiantes desmienten al ministro y manifiestan que “no se está cumpliendo ningún compromiso” y como contracara reprochan el uso de recursos “para destruir nuestro patrimonio y construir grandes obras para hacer campaña”, en obvia referencia a lo sucedido con la Casa de Gobierno de Córdoba. No es un buen contrapunto para iniciar las actividades y el ministro que pide “buena voluntad”, podría ser más contundente y demostrar con obras que la buena voluntad es bilateral.
El mantenimiento de los edificios escolares públicos en su
mayoría y el estado de abandono que evidencian, es un clásico. Si Ud. pasa por
una escuela y la ve en buenas condiciones, casi que se queda perplejo. Ayer no
más en una nota del informativo del canal local, se mostró cómo está de “atendido”
el predio de la Escuela Normal de Río Cuarto, en pleno centro, en el que ni los
vecinos se privan de dejar residuos, acompañan ese estado las veredas del
establecimiento, y la lenta tarea de pintura espera pacientemente. No hace
falta más que observar y como dice la canción:… “las cosas se cuentan solas,
sólo hay que saber mirar”. Una escuela de Banda Norte, fue pintada
exteriormente por un grupo de una comunidad evangélica, y así con el apoyo de
los jóvenes se logró revitalizar el edificio.
El trabajo voluntario muestra la contracara de la acción oficial en una nota del
diario local (1) que se refiere a El Hormiguero, como así se denomina el centro cultural creado por un grupo de jóvenes quienes se acercaron a
un edificio abandonado en la hermosa zona ribereña de la ciudad, y con su trabajo realmente de hormigas lograron
generar este ámbito para la cultura. Y así describen al espacio: …“ Una
casa recuperada en la que participan artistas plásticos, músicos, actores,
trabajadores, estudiantes, madres y padres de familia, lo que no implica la
suma de individuos sino la comunión de las diferentes experiencias que cada uno
trae para compartir, para sumar. Se hace en esa movilidad y se construye en esa
diversidad de experiencias.”
Con empeño, con voluntad, con ganas, con pocos recursos
recuperaron un lugar que paradójicamente fue declarado monumento histórico hace
10 años, y como siguiendo un derrotero perverso, fue virtualmente abandonado. Y
así también nos informamos que la organización de El Hormiguero se basa en la Asamblea, que se
realiza todo los miércoles por la tarde y es abierta para participar.
Nos mueve a la reflexión estás dos realidades tan diferentes
frente a la educación y la cultura. Por un lado el manejo de los recursos del sector público,
administrado por los que tuvieron y tienen
responsabilidades de gobierno, que nos hacen padecer el dolor de ver el
lamentable estado de los edificios escolares adonde se forman nuestros niños y
jóvenes y por otro la voluntad de salir adelante, el empuje y el tesón de los
que ofrecen voluntariamente su trabajo y logran aportar a la comunidad un
espacio remozado para que participen todos los que se sientan convocados.
Entre la actitud del
ministro Grahovac y la acción de los pibes de El Hormiguero hay tantas
diferencias que nos llevan a preguntarnos seriamente, cuales son los caminos y
cómo deben ser los dirigentes que está sociedad necesita.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
Fuente:
(1) El Corredor Mediterráneo. 19.01.11
Casa Cultural El Hormiguero. Diego Formía
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