Por Susana Dillon
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El
país sudafricano, sede del mundial de futbol, una nación joven que hasta hace
poco tiempo se debatía en el "appartheid", eso de tener una parte de
la población con derechos restringidos y la otra, la de los blancos y
ojiazules, todos los derechos, ha tomado medidas drásticas contra los
indeseables que les mandamos para que alienten a nuestros "mejores del
mundo" que les remitimos en un paquete sorpresa: junto a nuestros
semidioses a nivel internacional, la lacra de las canchas.
Desde
diversos y autorizados medios, desde la ensordinada voz del pueblo se advirtió,
que tal valor agregado nos iba a traer el repudio de los verdaderos
deportistas, de aquellos que siguen creyendo en esto tan utópico de
mente sana en cuerpo sano y sin embargo aparecieron de golpe un verdadero
grupo de choque representados por los más contundentes barra brava, una especie de depredadores de las tribunas con abundantes
cuentas pendientes con la justicia .
La
actuación de estos verdaderos organizadores de las trifulcas de tablón han dado
pruebas de su comportamiento antisocial, fuera de normas civilizadas ,
causantes de muertes, persecuciones, y ataques sangrientos que ya han superado
los límites del continente. Estas negras famas son conocidas en donde pisen y
actúen para vergüenza del país que sin embargo los premia con pasajes y
estadías, porque nadie se traga que se sostienen con rifas, porque en cuatro
años se habrían promocionado. Y en esto el deporte no tiene nada que ver.
Son
fieras desatadas que tienen que probar su eficiencia para luego actuar donde
los manden a disuadir a los que demandan los verdaderos derechos de los
ciudadanos honestos pero de distinta ideología.
En
el exterior, tales fuerzas de choque, resabio de otros tiempos fascistas , ya
han actuado y dejado el rastro, pero ahora los responsables ponen su permanente
cara de cemento. Ahí nomás el Sr. Grondona, escurre el cuerpo a las
arremetidas del periodismo.
Hemos
quedado como los prepotentes de siempre, que no es la población en general,
pero que quienes los sostienen y apañan quedan en la trastienda, no se hacen
cargo y menos ahora en que el futbol será cosa del gobierno, lástima, el
desprestigio también les cabe.
Resulta
que ya somos varios los que señalamos errores garrafales, que no hacen otra
cosa que demostrarles que es conducta de necios el no admitir errores, luciendo
con matones a sueldo y privilegios al mismo nivel que nuestros deportistas y
esto ya es conducta de mafiosos.
Lo
único que nos faltó para completar el cuadro de nuestra decadencia fue que las
hubieran llevado también a las botineras. ¿como se lo olvidaron?
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