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17 jun 2010

Chagas en Río Cuarto




Las  diferentes condiciones de vida para los habitantes de la ciudad y región reflejan  el desequilibrio de nuestra sociedad. Y esto se paga con salud, no lo dude. Entonces enterarnos que se detectaron casos de Chagas en el barrio Los Hornos no es de extrañar. Lo presentan familias con  niños de la comunidad boliviana que deambulan por el país como trabajadores golondrinas en las tareas estacionales, y que se establecieran en la ciudad en los hornos de ladrillos.
Pero las condiciones de vida son de extrema precariedad,  y en este medio las declaraciones del titular de Bromatología y Ambiente, Oscar Artero, confirmando la existencia de vinchucas parasitadas en el lugar luego de que una muestra analizada en la Universidad de Río Cuarto constatara la infección en los insectos, son para reflexionar.

Hace 101 años que Carlos Chagas en Brasil descubrió el parásito que causa la enfermedad que hoy lleva su nombre y más de 80 que en nuestro medio Salvador Mazza luchó a brazo partido para llevar adelante sus tareas de investigación, denunciando desde Jujuy las miserables condiciones de vida que generaban en los precarios ranchos de adobe el hábitat ideal de las temidas vinchucas.

La vinchuca  transmite el parásito que genera la enfermedad y así  ésta silenciosa y solapada se extendió en el país, ampliando sus fronteras constituyendo una muestra evidente de las enfermedades de la pobreza, como otras que poseemos de arrastre.

No sólo están en riesgo los pobladores de los pobres ranchos, la enfermedad se disemina en las áreas rurales y urbanas más aún cuando las condiciones económicas actúan como regulador de las migraciones. En nuestro medio el bienestar que generó el boom de la construcción determinado por el agro, hizo que una tarea rentable fuera la producción de ladrillos y se llegaron a contar 50 hornos en su mejor momento, siendo ahora el número de 14. Claro que las condiciones de vida de los trabajadores nos retrotraen a la época de mayor desprotección social, increíblemente que se den en pleno siglo XXI.

Dada la voz de alerta desde Epidemiología de la Provincia se visitó la zona para hacer las extracciones y detectar nuevos casos, pero lo que no pueden negar es la presencia de la enfermedad en la ciudad, adonde otro reservorio también son los  fieles amigos del hombre: los perros, tema ya corroborado desde  trabajos efectuados en la Universidad local.

Las enfermedades de la pobreza conviven en este medio, se diseminan entre nosotros y las condiciones laborales que generamos y permitimos privilegiando el lucro  por sobre la dignidad y la vida de los seres humanos nos muestran esta bochornosa realidad.

Mucho denunció Salvador Mazza en esta sociedad impiadosa que desatiende las más elementales necesidades de la gente, él y sus seguidores más dilectos también fueron víctimas del flagelo. Pasaron muchos años y los progresos científicos han logrado revertir el curso fatal de tantas enfermedades mejorando las expectativas de vida de los pueblos. Pero lo que  no se puede  conseguir  es  el equilibrio social que le permita a cada habitante contar con condiciones de vida digna, y esta sí que es una utopía, que se juega con la baraja marcada de los políticos de turno.

Y si no, miremos a los más desposeídos del sistema por ejemplo  los  que han tomado los terrenos del barrio Alberdi habitantes de míseras casillas de chapa y nylon, o de pocas piezas para mucha gente que no tienen cómo llegar con sus reclamos a los que mandan en la ciudad, y que al pretender un espacio para una vivienda algo mejor y por ende más saludable se convierten en los ilegales de un sistema que los condena a la pobreza y sus consecuencias, entre otras de salud.

CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO

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