Una otoñal madrugada hace 34 años las fuerzas armadas argentinas interrumpían una vez más la continuidad de un gobierno democrático. Que el gobierno del país hacía agua por todos lados y la situación social era difícil fogoneada por una inflación que mostró su rostro más feroz con el Rodrigazo en el 75, era cierto. Que los sectores golpistas tradicionales se movían entre bambalinas, también. Lo cierto es que ese día cayó un gobierno y abrimos las puertas del infierno. Nadie en la calle sospechó que el futuro trajera tanto dolor. Porque se encargaron de disimularlo con el modelo de país moderno que pregonaba el Ministro de Economía, el inolvidable José Alfredo Martínez de Hoz, país pacificado a fuerza de terror que se llevaba noche tras noche a todo opositor pensante, para sumirlo en un destino incierto.
Así retornamos a la democracia entre los escombros del Proceso, que doblegó sus bríos con la última y bochornosa bravuconada que siguió costando vidas de jóvenes: la guerra de Malvinas. Y comenzamos a transitar esta reconstrucción del ser nacional, entre las pugnas de las fracciones que obstaculizaron o pusieron todo su empeño por conocer lo que los oscuros años de plomo encubrieron.
Cada año aportó algo nuevo en la lucha por la verdad, desde la Comisión de notables creada por el gobierno de Alfonsín que elaboró el informe contenido en el Nunca Más, hasta el histórico Juicio a las Juntas. Hubo avances y retrocesos en el camino, la cronología nos señala las leyes Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), como intento de poner límite a la demanda de la sociedad de esclarecer los hechos, luego los indultos del gobierno de Carlos Menem (1989-1990) y finalmente la declaración por el Parlamento de nulidad primero (2001) y de inconstitucionalidad después por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (2004) de las leyes de impunidad. Y ahora en esta nueva etapa los juicios históricos a los responsables del genocidio siguen, aportan datos y estremecedores relatos que nos acercan a conocer detalles del horror.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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