Buscar en este blog

24 mar 2010

Un nuevo 24 de marzo

Una otoñal madrugada hace 34 años las fuerzas armadas argentinas interrumpían una vez más la continuidad de un gobierno democrático. Que el gobierno del país hacía agua por todos lados y la situación social era difícil fogoneada por una inflación que mostró su rostro más feroz con el Rodrigazo en el 75, era cierto. Que los sectores golpistas tradicionales se movían entre bambalinas, también. Lo cierto es que ese día cayó un gobierno y abrimos las puertas del infierno. Nadie en la calle sospechó que el futuro trajera tanto dolor. Porque se encargaron de disimularlo con el modelo de país moderno que pregonaba el Ministro de Economía, el inolvidable José Alfredo Martínez de Hoz, país pacificado a fuerza de terror que se llevaba noche tras noche a todo opositor pensante, para sumirlo en un destino incierto.

Las secuelas de todo tipo se agrandan en la medida que la laboriosa reconstrucción histórica nos permite conocer cada año un poco más de lo que pasó. Fue necesario rehacer toda esa etapa nefasta a partir de lo aportado por las víctimas del terrorismo de estado que sobrevivieron,  y por lo que refieren los familiares de los que no están. 

La herida abierta de la sociedad argentina, tiene la dimensión que  generan 30.000 vidas desaparecidas en el más oscuro de los exterminios, es decir  esta herida es imposible de medir  con valores objetivos.

Así  retornamos a la democracia entre los escombros del Proceso, que doblegó sus bríos con la última y bochornosa bravuconada que siguió costando vidas de jóvenes: la guerra de Malvinas. Y comenzamos a transitar esta reconstrucción del ser nacional, entre las pugnas de las fracciones que obstaculizaron  o pusieron todo su empeño  por conocer lo que los oscuros años de plomo encubrieron. 
Cada año aportó algo nuevo en la lucha por la verdad, desde la Comisión de notables creada por el gobierno de Alfonsín que elaboró el informe contenido en el Nunca Más, hasta el histórico Juicio a las Juntas. Hubo avances y retrocesos en el camino, la cronología nos señala las leyes Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), como intento de poner límite a la demanda de la sociedad de esclarecer los hechos, luego los indultos del gobierno de Carlos Menem (1989-1990) y finalmente  la declaración por el Parlamento de nulidad primero (2001) y de inconstitucionalidad después por la Suprema Corte de Justicia de la Nación  (2004) de las leyes de impunidad. Y ahora en esta nueva etapa los juicios históricos a los responsables del genocidio  siguen, aportan datos y estremecedores relatos que nos acercan a conocer detalles del horror.

Un largo camino de 34 años está dejando en su recorrido una invalorable lección y no sólo a los argentinos. Esa sociedad que en el '83 con entusiasmo se sumó a la senda democrática exigiendo justicia, con dignidad y coraje supo soportar las idas y vueltas de las actitudes políticas de los distintos gobiernos para  demostrarle al mundo que puede sentar a los responsables del terrorismo de estado en el banquillo de los acusados y así entre todos reconstruir una etapa dolorosa que debe constituirse en un eslabón histórico fundamental para el desarrollo sostenido de una verdadera democracia.

Porque  en estos   34 años conocimos y participamos de un doloroso trajinar de víctimas y secuelas, como ciudadanos de un país que se recupera del horror, apelamos a que en un equilibrio político basado en las conductas  moralmente dignas, con  vigencia plena de la ley y la Justicia  un día encontremos nuestro mejor destino como sociedad.


CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios publicados son de responsabilidad exclusiva de quien los envíe. No siempre refleja nuestra opinión.