Se desencadenó nuevamente un fuerte
debate por el tema de la corrupción en el seno del poder. El disparador fue el
programa periodístico conducido por
Jorge Lanata que no hizo sino poner sobre el tapete los entretelones del lavado
de dinero a partir del relato de uno de sus protagonistas que a partir del
hecho se muestra en los medios con relatos tan increíbles como su vertiginoso
enriquecimiento.
La sociedad del país que transitó bajo
la conducción de Carlos Menem un periodo increíble de corrupción descarada, y no vio hasta la fecha ningún
ladrón de guante blanco entre rejas, excepción hecha de María Julia, tiene
sobrados motivos para no aguardar esperamzadoras respuestas de esclarecimiento.
¿No corresponde que la Justicia investigue
y si lo que Lanata expuso públicamente no es tal cual se relató se dirima la
cuestión, separando la paja del trigo?
No es precisamente la actitud que
apreciamos desde los involucrados y los medios oficialistas cuando abordan esta situación. La andanada de
descalificaciones que se vierten no ayuda a esclarecer el tema para la opinión
pública, que necesita actitudes serias a partir de una dirigencia que cada día
pierde más credibilidad por estas recurrentes situaciones que a diferencia de
los problemas de la farándula, son algo más que chismes sabrosos. Los caminos
de la corrupción son agujeros negros por los que se escurren los recursos que el
país necesita imperiosamente para mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo,
y todo cuanto se haga para cortar estas senda perversas debe ser motivo de
análisis profundo.
El
país todo espera que la impunidad no triunfe una vez más y este espinoso tema que
el coraje de un periodista sacó a luz sea lo suficientemente esclarecido, por
qué si los que gobernaban ayer, están hoy en el poder, reciclados y sin cambio
de métodos seguimos sin ver la luz al final del túnel.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
Totalmente de acuerdo. Gracias por estas enriquecedoras reflexiones. A no bajar los brazos y seguir creyendo que esto puede cambiar. Participemos e informémonos para que nuestro juicio crítico no pueda nunca ser avasallado con dádivas y promesas que nunca se cumplen ¡A no callar!
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