Si hay una fiesta popular por esencia, es el carnaval. Su alocado ritmo revive una vez por año el rutilante esplendor en los más diversos lugares del mundo. Nuestro país lo sumó nuevamente al calendario de feriados este año, si bien la tradición lo mantuvo vigente , baste para ejemplo el carnaval en el Noroeste especialmente en la Quebrada de Humahuaca y los festejos que crecieron en importancia y convocatoria sobre todo en ciudades del litoral y en nuestra provincia en la localidad de Arias.
Así, con el fin de incentivar el turismo, entre el
agradecimiento de los que no trabajaron y el entrecejo fruncido de los pequeños
comerciantes que ven menguada sus entradas por tanto días inhábiles este mes,
llegó el feriado del carnaval. En nuestra ciudad se dispuso el espectáculo para
que la población participara, entonces la gente fue masivamente, evidenciando
por un lado que no todos están fuera disfrutando del miniturismo, y que
responden a las expectativas que se crean con respecto a esparcimiento.
Entonces, fueron llegando a la zona ribereña del río, que se
destinó para el evento, abuelas nostalgiosas que llevaban a sus nietos para que
conocieran lo que es el corso, familias
completas y jóvenes…muchos jóvenes. El marco del público fue imponente, la
desorganización también. Las luces de los fuegos artificiales, durante 10
minutos dejaron boquiabiertos a los riocuartenses y protagonizaron uno de los
mejores momentos de la fiesta, porque luego hubo ritmo y alegría, es cierto,
pero fueron muchas las dificultades para que se pudieran apreciar con relativa
comodidad el desfile de carrozas y comparsas y ni que hablar de las actuaciones en los escenarios.
La nota disarmónica por excelencia fue el comportamiento de
los que espuma en mano rociaron todo lo que encontraron a su paso, no se
salvaron ni las integrantes de las comparsas, los que actuaban, las personas
mayores o el que osara abrir la boca para moderar. Todo condimentado con
expresiones propias de las tribunas futboleras, que hicieron palidecer a más de
uno, y espantaron a otros tantos. Los efectivos policiales que se sumaron en la
segunda noche hicieron que mejorara el panorama, a tal punto que el organizador
Humberto Benedetto expresó al canal
local: “el comportamiento de la gente mejoró muchísimo”, cuando lo que en realidad
mejoraron fueron los controles.
El alcohol en tetrabrik, fue otro de los protagonistas de la
noche que se vio de mano en mano sin ningún pudor. ¿O acaso para estar en onda
no hay que consumir aunque sea kerosene, o algo por el estilo? Muchos factores
que sumados, opacaron el brillo de una fiesta que la población apoyó con su
presencia, al igual que las instituciones
que se sumaron participando.
Los niños con su inocencia disfrutaron de
los disfraces y comparsas, los abuelos trataron de taparle los oídos para que
no escucharan tantas barbaridades, y los ojos para protegerlos de la espuma que
fue la protagonista mayor de la fiesta, los jóvenes siguieron con su jarana y
las comparsas que nos visitaron nos
enseñaron un poco que proceden de localidades donde organizados desde hace años
tiene un nivel que a la ciudad le demandara mucho trabajo para lograr. La
prensa lo publicitó como un gran evento,
y lo fue por la muchedumbre. Pero los medios tendrían que haber tenido el tino de destacar que
mucho público no siempre es sinónimo de
buen espectáculo.
Los resultados serán evaluados según el cristal con
que se mire, pero lo que esperamos ahora de los organizadores son los números
esclarecedores de cuánto costó la alegría del carnaval 2011, y cómo se repartió
la torta.
Y así, con el marco del manso río en su costanera, también zona sanitaria para la contingencia, la alegría de
los dirigentes que se tornan exultantes cuando convocan multitudes y la
esperanza de que se trabaje para mejorar pasó el primer carnaval de la
democracia en la ciudad, porque esta festividad popular fue borrada del
almanaque por el Proceso. ¿Se acuerda?
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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