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24 mar 2011

A 35 años del 24 de marzo de 1976


Empezamos a vivir el 35º aniversario de aquel desgraciado 24 de marzo de 1976, cuando el país despertó ante un  nuevo golpe militar. No fue un golpe más, su magnitud y trascendencia así como las secuelas que dejó en la sociedad argentina se encargan por si solas de evidenciarlo. Terrorismo de  Estado en su más elocuente expresión, suficientemente documentado y probado  aún para los más incrédulos y defensores del Proceso, hacen que sólo sea necesario para interpretar el fenómeno abocarse a conocer qué pasó y el material para hacerlo, es harto suficiente.

La madurez de las sociedades, como la de los individuos se logra con el acumulo de experiencias y de su análisis racional, por eso es de esperar que nuestro país bicentenario, tenga ciudadanos responsables que puedan leer con sabiduría las enseñanzas de la historia nacional, especialmente la reciente a fin de transmitir a las nuevas generaciones una información fidedigna.

No puede entonces, dejar de llamarnos a la reflexión lo acontecido en nuestro medio, en un establecimiento educativo emblemático de la ciudad como es el tradicional Colegio Nacional hoy denominado Ipem 281. Allí, se recordaron a  quienes fueron alumnos de esa casa de estudios  y luego desaparecieron durante los años de plomo. Toda una oportunidad para el análisis y la reflexión, justamente en esa institución que en setiembre del 2010, o sea hace unos pocos meses, en la revista Educando, cuya dirección de publicación está bajo la responsabilidad del Prof. José Antonio Cambría Florit, director del establecimiento, bajo el título de  La Noche de los Lápices, una mentira mas”, la profesora Graciela Martínez Taborda hace una interpretación  que benévolamente podemos calificar de aberrante, del luctuoso suceso ocurrido el 16 de setiembre  de 1976  en la ciudad de La Plata, que costó la vida de tantos adolescentes, víctimas del Proceso.

En el acto de la víspera, y según refiere la crónica periodística “las autoridades de la institución realizaron un polémico discurso donde se reivindicó el accionar de las fuerza armadas durante la dictadura”. (1)

Las cartas están echadas y cada uno puede hacer la interpretación del caso, lo que no pueden menospreciar en esta mirada, la sociedad y en especial las autoridades responsables  de la educación, que desde un centro de su dependencia, se haga referencia a un proceso histórico evaluándolo con tamaña ignorancia, desconociendo el rigor científico que la historia se merece para ser narrada con veracidad. El camino de la ciencia es uno, para todas las disciplinas y la objetividad rige también para el análisis del Proceso, mal que les pese a las autoridades del entonces calificado Colegio Nacional.

No basta un tirón de orejas para los responsables, alguna sanción liviana para que los medios difundan y juguemos al borrón y cuenta nueva. El desarrollo social requiere que reflexionemos con seriedad sobre nuestro pasado, porque tememos que los errores se puedan repetir, así como tenemos la esperanza que algún día comprendamos que es la educación en serio, el camino que nos hará crecer. Y que los que quieran contar la historia como les plazca, no pueden hacerlo desde una cátedra, porque esa falta de seriedad tiene su costo, evidenciando además la precariedad de recursos humanos al frente de las instituciones.

Es indigno para un pueblo que padeció lo que el nuestro, que en un establecimiento por el cual pasaron ocho víctimas directas del horror que se instaló el 24 de marzo de 1976, hoy tengamos que estar cuestionando nada menos a quienes se ocupan de educar a nuestros jóvenes.

¿Tendremos finalmente que pensar, que algo cambió, para qué todo siga igual? Por favor, más seriedad porque estas actitudes desprestigian no sólo a una casa de estudios sino a la sociedad riocuartense toda, ante un tema de tamaña trascendencia.

CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO 

(1) Dato de Puntal 24.03.11

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