Empezamos a
vivir el 35º aniversario de aquel desgraciado 24 de marzo de 1976, cuando el
país despertó ante un nuevo golpe
militar. No fue un golpe más, su magnitud y trascendencia así como las secuelas
que dejó en la sociedad argentina se encargan por si solas de evidenciarlo.
Terrorismo de Estado en su más elocuente
expresión, suficientemente documentado y probado aún para los más incrédulos y defensores del Proceso, hacen que sólo sea necesario para interpretar el fenómeno abocarse a
conocer qué pasó y el material para hacerlo, es harto suficiente.
La madurez de
las sociedades, como la de los individuos se logra con el acumulo de
experiencias y de su análisis racional, por eso es de esperar que nuestro país bicentenario,
tenga ciudadanos responsables que puedan leer con sabiduría las enseñanzas de
la historia nacional, especialmente la reciente a fin de transmitir a las
nuevas generaciones una información fidedigna.
No puede
entonces, dejar de llamarnos a la reflexión lo acontecido en nuestro medio, en
un establecimiento educativo emblemático de la ciudad como es el tradicional Colegio Nacional hoy denominado Ipem 281. Allí, se recordaron a quienes fueron alumnos de esa casa de
estudios y luego desaparecieron durante
los años de plomo. Toda una oportunidad para el análisis y la reflexión,
justamente en esa institución que en setiembre del 2010, o sea hace unos pocos
meses, en la revista Educando, cuya
dirección de publicación está bajo la responsabilidad del Prof. José Antonio Cambría Florit, director del establecimiento,
bajo el título de “La Noche de los Lápices, una mentira mas”, la profesora Graciela Martínez Taborda hace una interpretación que benévolamente
podemos calificar de aberrante, del luctuoso suceso ocurrido el 16 de setiembre de 1976 en
la ciudad de La Plata, que costó la vida de tantos adolescentes, víctimas del
Proceso.
En el acto de la
víspera, y según refiere la crónica periodística “las autoridades de la
institución realizaron un polémico discurso donde se reivindicó el accionar de
las fuerza armadas durante la dictadura”. (1)
Las cartas están
echadas y cada uno puede hacer la interpretación del caso, lo que no pueden
menospreciar en esta mirada, la sociedad y en especial las autoridades
responsables de la educación, que desde
un centro de su dependencia, se haga referencia a un proceso histórico evaluándolo
con tamaña ignorancia, desconociendo el rigor científico que la historia se
merece para ser narrada con veracidad. El camino de la ciencia es uno, para
todas las disciplinas y la objetividad rige también para el análisis del Proceso,
mal que les pese a las autoridades del entonces calificado Colegio Nacional.
No basta un
tirón de orejas para los responsables, alguna sanción liviana para que los
medios difundan y juguemos al borrón y cuenta nueva. El desarrollo social requiere que reflexionemos con seriedad sobre nuestro pasado, porque
tememos que los errores se puedan repetir, así como tenemos la esperanza que algún día comprendamos que es la educación en serio, el camino
que nos hará crecer. Y que los que quieran contar la historia como les plazca,
no pueden hacerlo desde una cátedra, porque esa falta de seriedad tiene su
costo, evidenciando además la precariedad de recursos humanos al frente de las instituciones.
Es indigno para un
pueblo que padeció lo que el nuestro, que en un establecimiento por el cual pasaron
ocho víctimas directas del horror que se instaló el 24 de marzo de 1976,
hoy tengamos que estar cuestionando nada menos a quienes se ocupan de educar
a nuestros jóvenes.
¿Tendremos
finalmente que pensar, que algo cambió, para qué todo siga igual? Por favor,
más seriedad porque estas actitudes desprestigian no sólo a una casa de
estudios sino a la sociedad riocuartense toda, ante un tema de tamaña trascendencia.
CIUDADANOS
AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
(1) Dato de Puntal 24.03.11
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