Rashida Manjoo
Abogada sudafricana relatora
de la ONU
En las recientes jornadas “Iberoamérica frente al feminicidio, el fin de la impunidad”,
organizada por Universidad Carlos III de
Madrid y Casamérica Amparo Alcoceba,
profesora de Derecho Internacional
Público esa casa de estudios de la dijo que, América Latina muestra un cuadro grave de violencia contra las mujeres,
y estimó que la amplitud del fenómeno ha
convertido este tipo de criminalidad en una auténtica pandemia.
Según los expertos reunidos en Madrid, el carácter
universal de los derechos humanos pierde el calificativo cuando una parte
importante de la sociedad, las mujeres, los vive desde la desigualdad y la
discriminación. Problemas culturales, como el machismo asentado en muchas culturas;
la religión, que, pese a ser un asunto de conciencia y pertenecer al ámbito
privado, marca el comportamiento de muchas sociedades y profundiza en la
desigualdad; las guerras, que a menudo convierten el cuerpo de la mujer en
botín de guerra, y se emplean las violaciones y otras formas de violencia
sexual como medios deliberados de limpieza étnica (casos recientes de las
guerras de la ex Yugoslavia y de Ruanda); la aceptación de la violencia
doméstica y las desigualdades extremas: pobreza, género y acceso a la justicia.
Es interesante conocer un caso que llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
con sede en Costa Rica, a raíz de
los sucesos que tuvieron lugar en Ciudad
Juárez (México) en el 2001. El fallo
del 2009 conocido como la sentencia de
Campo Algodonero, se considera como una sentencia pionera. Veamos de qué se trata:
Una sentencia pionera
El
tema central de las jornadas fue la sentencia de Campo Algodonero, que marca un antes y un después
en América Latina. Cuando Irma Monreal
más necesitó a su país, su país no sólo no fue capaz de ayudarla, sino que se
le volvió en contra. Irma tenía una hija
de 15 años llamada Esmeralda. El 29
de octubre de 2001, Esmeralda desapareció
cuando regresaba a su casa en Ciudad Juárez, Estado de Chihuahua - México, su cuerpo fue encontrado junto al de otras
mujeres jóvenes en un lugar conocido como “campo algodonero”. Los cuerpos de Claudia González, de 20
años; Esmeralda Herrera, de 15, y Laura Berenice Ramos, de 17, fueron hallados
junto a los de otras cinco mujeres sin identificar, el 5 de noviembre de 2001, Sus restos indicaban que las mujeres habían
sido violadas con extrema crueldad. Las
autoridades de Ciudad Juárez no tuvieron
ni la humanidad de avisar del hallazgo a sus familiares. Se tuvieron que
enterar por los periódicos y suplicar después que les enseñaran sus restos para
intentar identificarlos. Irma fue de las pocas madres que acudieron a denunciar
el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El
10 de diciembre de 2009, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, máximo órgano de justicia en
América Latina y cuyos fallos son inapelables, declaró al Estado mexicano culpable de violentar el derecho a la vida,
la integridad y la libertad personal, entre otros delitos, por el caso de tres
jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez en 2001. Condenó también al Estado por
no investigar adecuadamente. México fue sentenciado a investigar con
perspectiva de género a los culpables, y a las autoridades que permitieron la
impunidad se les exigió una disculpa pública ante las familias de las víctimas
y la ciudadanía, la construcción de un memorial, la reparación económica a las
víctimas, modificaciones legales y la creación de una base de datos de
desaparecidas.
La
sentencia se consideró histórica porque era la primera vez que se condenaba a
un Estado como responsable de feminicidio. Sin embargo, el Gobierno mexicano
ha cumplido solo con sus obligaciones a corto plazo, aunque se ha comprometido
a cumplirlos completamente. Lo fundamental de la sentencia de Campo Algodonero
es que pretende que las reparaciones sirvan como elemento de transformación,
resaltó el mexicano Sergio García Ramírez, ex presidente de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
A pesar de esta sentencia y su importancia desde el 2010 según refiere Emilio Ginés ha
habido 309 nuevos casos de desapariciones y muertes de mujeres en Ciudad
Juárez, lo comenta una periodista mexicana Rosa Isela Pérez también
insistió en estas cifras: "A pesar
de la sentencia la violencia se ha recrudecido".
Lo que pasa en América Latina no es ajeno a nuestra
realidad, y fomentar la legislación es un paso importante para la protección de
las mujeres, pero no basta. Hace falta más trabajo para lograr los cambios
culturales, que permitan la reconversión
de los factores de riesgo y las
conductas de los sujetos, en base al análisis de la realidad social. Así surgirán
políticas integradoras hacia los sectores más vulnerables, y estos son caminos
necesarios de recorrer a la brevedad para que las escalofriantes estadísticas
puedan revertirse y no siempre sean los más débiles los que engrosen las cifras.
Por
eso no podemos menos que coincidir cuando le pregunta a la abogada sudafricana
Rashida Manjoo quién es la relatora de Naciones Unidas sobre la
Violencia contra las Mujeres, cuál es, desde su punto de vista, la
principal herramienta para salir de estos agujeros negros de violencia y
maltrato. Y su respuesta es: Educación,
educación, educación. Empezando desde la base. Las causas de la
discriminación de las mujeres proceden en muchos casos del analfabetismo, pero
también de la falta de posibilidades para el desarrollo. El desafío mayor es educar a los Gobiernos en los derechos humanos.
Entrevista a Rosa Isela Perez
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
Datos: El País
de España. Ana Lorite. 18.02.11
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