Hoy se celebran 140 años de la ley 419 –del 23 de septiembre de 1870–, propiciada por Domingo Faustino Sarmiento, que dio origen a la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares.
Por eso en este día de las
Biblioteca Populares, recordamos con
gratitud como lectores y asiduos concurrentes a esos refugios en los que nos
brindaron y brindan un espacio para consultar los textos que muchas veces faltaron
en nuestros hogares, y saludamos con respeto y reconocimiento a los que silenciosamente,
lejos de la turbulencia de la calle se dedican entre los anaqueles a mantener
los libros, esos tesoros que no todos valoran en justa dimensión.
Conocemos más de un bibliotecario dedicado a
mantener vigente la permanencia del espacio que ocupa en el ámbito cultural la
biblioteca del barrio o del pueblo., y también a otros que se sirvieron de ese espacio pero no precisamente para engrandecerlo sino para usufructuarlo.
Nuestro saludo es para aquellos seres nobles que con muchos sacrificios, pocos recursos y
una permanente voluntad para no claudicar, son meritorios custodios de uno de
los bienes más preciados de una comunidad, como lo son los libros.
Las bibliotecas populares, dependen de la CONABIP y reciben, las que cobran el subsidio, de seis mil a 12 mil pesos anuales que paga la Nación (según el tipo de biblioteca), que, junto al subsidio provincial, apenas alcanza para sobrevivir, y que no siempre llegan puntualmente para afrontar los compromisos.
Las bibliotecas populares, dependen de la CONABIP y reciben, las que cobran el subsidio, de seis mil a 12 mil pesos anuales que paga la Nación (según el tipo de biblioteca), que, junto al subsidio provincial, apenas alcanza para sobrevivir, y que no siempre llegan puntualmente para afrontar los compromisos.
En estos momentos de tanta
frivolidad y esparcimiento de tan bajo nivel, y cuando permanentemente la
sociedad requiere una recuperación de valores, que no se logrará sino a partir
de cambio de hábitos, es necesario recordar que existen sitios como las
bibliotecas que son sostenidas por el tesón de los voluntarios y que son el
remanso para comenzar el camino de un verdadero cambio cultural.
Como espacio de cultura, nos pintan de cuerpo
entero como sociedad, dado que el número de bibliotecas populares está en
permanente disminución, en momentos en que las posibilidades de desarrollo con la
incorporación de la tecnología, no
debería competir con los libros, sino cooperar para su difusión. Así de
las 181 bibliotecas populares de la provincia que hasta hace algunos años
formaban parte de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares
(Conabip), hoy quedaría sólo la mitad. “Cerraron muchas, tenemos contabilizadas
96”, cuenta Abel Díaz, presidente de la Federación de Bibliotecas Populares de
Córdoba. Para él, la baja se dio en especial en los últimos cinco años.
No pocos pudieron hacer su carrera estudiando en los
salones de las bibliotecas, adonde además de los libros, encontraron tranquilidad
y silencio, ese bien tan escaso en esta ruidosa vida contemporánea.
En nombre de todos los que apreciamos el valor de una
biblioteca popular, nuestras felicitaciones a los que no bajan los brazos y
siguen soñando que ese tesoro que custodian merece el esfuerzo sostenido para
que las nuevas generaciones se acerquen a apreciarlo y aprovecharlo.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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