Por Martin Bonamico.
Esta semana se estrena en Buenos Aires el documental AWKA LIWEN [1]. El mismo es dirigido por
Osvaldo Bayer y Mariano Aielo y trata principalmente sobre el extermino
indígena en la Argentina, el cual tuvo su momento culmine en la nefasta campaña
del desierto de Roca, pero cuyo origen se remonta a los gobiernos de Rosas, el
cual conquisto miles de hectáreas principalmente en la provincia de Buenos
Aires y Rivadavia, este ultimo encomendó
la tarea de eliminar a los Ranqueles al coronel Prusiano Federico Rauch.
Famosos fueron los comunicados del coronel. Uno de ellos decía: “Hoy, para ahorrar balas hemos,
degollado a 26 ranqueles”. Además, no explicitaban por qué los degollaron. ¿Qué
pasó? ¿Robaron? ¿Qué hicieron? Directamente, él no dio ninguna
explicación. Otros eran más profundos y
filosóficos: “Los ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la
propiedad”.
Increíblemente estas campañas de exterminio dejaron como
resultado la restitución implícita de la esclavitud en la Argentina, eliminada
en la asamblea del año 13’. Los indígenas
eran repartidos y vendidos como peones de estancia esclavizados en las grandes
extensiones de tierras adquiridas vilmente por la naciente oligarquía nacional.
Increíblemente este sector es acérrimo
defensor de la propiedad privada, pareciendo olvidar que muchas de sus fortunas fueron
adquiridas en forma absolutamente ilegal. Basta citar el siguiente boletín de
la Sociedad Rural Argentina: “Entre 1876 y 1903, en 27 años, se otorgaron
41.787.000 hectáreas a 1843 terratenientes, vinculados estrechamente por lazos
económicos y familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel
período, principalmente a la familia Roca”. Los documentos que menciona dicen
que “sesenta y siete propietarios pasaron a ser dueños de seis millones de
hectáreas, entre ellos se destacaban veinticuatro de las familias llamadas
patricias, que recibieron entre 200.000 hectáreas (la familia Luro) y 2.500.000
obtenidas por la familia Martínez de Hoz, bisabuelo del que iba a ser ministro
de economía de la dictadura militar”.
El documental intenta mostrar cómo este exterminio fue
uno de los primeros de una larga lista de ataques a grupos sociales contrarios
a los intereses de la elite económica y política del país que intentaron (y
siguen haciéndolo…) escribir la “historia oficial”. Lamentablemente este mismo
modelo excluyente de país se prolonga hasta nuestros días.
El recorrido histórico culmina en el 2008, con “el
combate” generado en torno a la Resolución 125, cuando sector agropecuario
nacional “los mismos nombres que se adueñaron de las tierras que fueron robadas
a los indígenas”, según Bayer-- realizó cortes de ruta que desabastecieron el
país por más de cien días. El hecho no fue elegido al azar: “La película
termina en 2008 demostrando que en Argentina existe la continuidad permanente
de quienes detentan el poder y, en paralelo, un protagonismo discontinuo de las
clases populares que por momentos son sujetos de la historia de su país y por
otros no. Los que logran desestabilizar son siempre los mismos, los que
lograron exterminar, los que golpearon, los que robaron” comento Aiello.
Como conclusión, un gran trabajo de investigación que fue
declarado de interés nacional y que debería pasarse en todas las escuelas para
que las nuevas generaciones conozcan la otra historia, la oculta. Ojala este
tipo de iniciativas sirva para conocer el pasado, entender el presente y pensar
el futuro.
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