7 de septiembre de 2010
Continuidades y rupturas de una historia sangrienta.
Por Ignacio González Lowy.
“Y en un mismo lodo todos manoseaos...” Nunca tan justas las palabras de
Discépolo. Mientras se pelean por arriba, para ver quién controla nuestro
derecho humano a la información y la expresión, por abajo crecen la bronca y la
indignación.
Figurita repetida. Los K eligen, de entre sus enemigos circunstanciales en las peleas intestinas del bloque de los sectores de poder real de la Argentina, el que más les sirve para restar unos puntitos en el ranking del descrédito popular en el que ellos solos se fueron encerrando. Ay, el grupo Clarín. El cuco. Actor indiscutiblemente nefasto de la historia política, económica, cultural y social de la nación. Clarín: Perón es un tirano, Videla un nuevo gobierno, la dictadura un proceso, Duhalde un político de raza y “la crisis causó dos nuevas muertes”. Qué fácil es pegarte, Clarín.
Y qué fácil es ridiculizar a una oposición legislativa que desesperada, como si se hundiera el barco, corre a reunirse, acordar y expresarse inmediatamente, ante el avance (desprolijo, sin dudas) del gobierno contra Fibertel. Los mismos diputados y senadores que pueden vivir 115 años y morirse viejos, lúcidos y en una estancia de la pampa grande, sin decir ni media sílaba sobre los obreros perseguidos por sindicalizarse, los manoseados usuarios de los “servicios públicos” privatizados o las cotidianas violaciones a los derechos humanos que representan el hambre y la salud enferma, en la Argentina. Esos mismos legisladores, aúllan como lobo herido en el corazón para defender a una empresa multimillonaria perteneciente a un grupo multimedia oligopólico que, de Capital Nacional, sólo tiene la C y la N de Casi Nada.
Ay, Clarín: que tu estridente sonar suene clamando por la seguridad jurídica, cuando nada dijiste de la misma (o peor aún: dijiste loas y aplaudiste) en los tiempos en que la Constitución Nacional estuvo presa y la patria secuestrada; parece un libreto, de humor y del malo, escrito por quienes hoy te condenan.
UNA HISTORIA SANGRIENTA
Da bronca, a esta altura, tener que aclararlo; pero por las dudas va: absolutamente ninguno de los que sufrieron un solo minuto de torturas en mano de los genocidas, una sola afrenta por parte de la última dictadura que sufrimos los argentinos; ni uno solo de ellos “mereció” ese dolor. La tortura y el secuestro clandestino desde el propio Estado son un método que no se puede justificar con nadie, nunca.
Que entre las víctimas de los Videla y los Massera (producto incluso de sus propias “internas”, que no fueron pocas ni suaves y gentiles), se hubieran colado a veces algunos malandras, algún agente de los “servicios”, algún asesino, diversos amigos de diversos imperialismos; no modifica un ápice el carácter de la dictadura. La misma fue, y será por siempre en nuestra memoria y nuestra condena, lo que fue: asesina, genocida, terrorista, corrupta y antipatria.
Aclarado esto, podemos entonces también aclarar: la historia de Papel Prensa está escrita con sangre, no desde 1976, sino desde su nacimiento. Mientras miles de jóvenes luchaban y daban hasta sus vidas (por las dudas: el Cordobazo no fue un debate en un café literario de calle Córdoba) contra las garras de las dictaduras de Onganía primero, Levingston y Lanusse después, el “grupo fundador” de Papel Prensa accede a su propiedad a través de acuerdos espurios con el gobierno de facto. Así lo señala el dictamen que emitió la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas el 29 de febrero de 1988, indicando que Lanusse había hecho abuso de autoridad y malversado caudales públicos al entregar la empresa Papel Prensa S.A. a César Civita, Alberto Doretti, Luis Rey, editorial Abril.
Tres años después, este grupo inicial era ahogado financieramente por el Ministro de Economía José Ber Gelbard, en 1973. Así, el “Dudi” Graiver, que había sido secretario del Ministro de Bienestar Social Francisco Manrique, en la dictadura de Lanusse, y que llegó a tener como secretaria privada a la propia hija del ex presidente de facto, y con indisimulable solución de continuidad se codeaba luego con Gelbard; se frotaba las manos preparando el negociado con el Estado que se cristalizaría en la compra de Papel Prensa en diciembre de ese año. Esa compra fue casi tan “legal”, “transparente” y “consensuada”, como la de Clarín, La Nación y La Razón a Graiver tres años después.
Que la presidente CFK no sólo se olvide de contar esto, sino que incluso elogie el desarrollismo, la visión de país, y las políticas económicas del presidente de facto Agustín Lanusse (aclarando luego que no lo elogia), es previsible. Lo que la presidenta no quiere contar es que en esta historia, la de Papel Prensa, no hay “buenos” y “malos” (como parece pintarlo) sino distintos grupos de aves de rapiña, respondiendo a distintos digitadores, desde Washington hasta Moscú, luchando por el botín. Y, en esta historia, por ejemplo, así como hubo banqueros y financistas como Graiver que terminaron como terminaron, hubo abogados reyes de las hipotecas, como Néstor Kirchner, que también terminaron como terminaron.
No hubo dos demonios: frente a la dictadura hubo miles, decenas de miles de jóvenes y adultos argentinos, que defendieron con uñas y dientes, aún en las salas de torturas, sus banderas, sueños y proyectos de un país mejor, en el que ni las águilas de Massera y Camps ni los buitres de Videla y Viola pudieran saquear nuestras riquezas como finalmente lo hicieron. Que en las “internas” de los dictadores a algunos les tocara repetir y pedir postre (Clarín, La Nación) y a otros caer rápido en desgracia (La Opinión, del grupo Timerman); no salva ni a unos ni a otros de ser cómplices de esa historia que hoy les resulta tan barato clasificar de trágica y dolorosa.
BUSINESS ARE BUSINESS
El “Dudi” Graiver, siniestro personaje, creció de la mano de Lanusse primero y de Gelbard después. Con este último promovió la fraudulenta, corrupta y delictuosa operación de compra, por parte del Estado Nacional, de la empresa de provisión de electricidad Italo. Esta operación, que fue desarticulada (como la de Aluar) por el gobierno de Isabel Martínez de Perón (lo que le costaría a Gelbard su puesto de ministro), luego se concretaría de la mano de la Junta Militar en 1976.
Graiver fue, también, operador financiero de Montoneros, mientras participaba de reuniones con José Alfredo Martínez de Hoz (en 1973), a cuyo socio y primo, Pedro Martínez Segovia, le dio la dirección de Papel Prensa entre fines de aquel año y principios de 1977. Además, hizo migas con el General Viola y con el General Videla, según declarara en enero de 1984 su ex socio Jacobo Timerman (que de esto sabía: fue el fundador del periódico La Opinión, diario al que, mientras existió, contando el de Onganía primero y el de Videla después, no le quedó Golpe de Estado por apoyar y promover).
El secuestro de Juan y Jorge Born por parte de la organización Montoneros, en 1974, no sólo sirvió para darle letra a los golpistas que preparaban la peor de las dictaduras que nuestro pueblo sufrió en su historia; también reportó 60 millones de dólares por el rescate que, entre otros, administrarían “Dudi” Graiver y Mario Montoto (hoy representante en la Argentina de la fábrica de armas rusa Rosoboronexport, organizador de grandes negociados -que ni Clarín ni Página 12 jamás denunciarán- con la ministra Garré, y dueño, junto con el vaciador de empresas Taselli, de Materfer, la fábrica a la que Urribarri le compra los trenes).
Pero no es éste el origen del salto a la riqueza extrema de Daniel Graiver, sino su carácter de testaferro de sus verdaderos jefes: empresarios y jefes de gobiernos (esos que hoy ya no está de moda llamar imperialistas) de Moscú y diversas capitales europeas. Sólo así se puede entender cómo Gelbard (otro gran testaferro) pasó “de vendedor de corbatas en el norte a rey del aluminio en el sur” (*) y Graiver, en sólo cinco años, pasó de una pequeña inmobiliaria platense a “la cumbre del mundo financiero y empresarial, en el país y el extranjero: dos bancos en EEUU, uno en Bruselas y otro en Suiza.”(*) Citar la cantidad de empresas (de diversos ramos) de las que llegó a ser “dueño” o accionista haría demasiado extenso y tedioso este artículo.
Pero en enero de 1976, mientras manejaba millones de dólares en cotidianas operaciones comerciales (casi todas ellas turbias y fraudulentas) y se paseaba como empresario exitoso de Bruselas a Nueva York; se firmó el divorcio de Graiver y su primera mujer, y ésta recibió menos de 10.000 dólares. Si existiera una carrera universitaria para ser Testaferro, Yabrán habría sido aprendiz al lado de Graiver y de Gelbard, quienes allí habrían merecido un doctorado Honoris Causa.
TRAIDORES
Tanto la oscura muerte de David Graiver como las torturas, los secuestros y las desapariciones vinculadas a la “venta” de Papel Prensa a los diarios Clarín, La Nación y La Razón (con el Estado Nacional como socio minoritario); son causa más que suficiente para objetar sin condiciones la propiedad actual de la empresa por parte del grupo Clarín como socio mayoritario. Que los Kirchner se hayan enterado recién hace un par de años del carácter antinacional del grupo mediático, al que hasta hace poco beneficiaban y apoyaban; es harina de otro costal.
Hace 34 años, Graiver cayó en desgracia cuando Papel Prensa quedó en la pinza de las internas entre la facción de Videla y Viola, y la camarilla de Massera, Camps y Etchecolatz. Del mismo modo, el grupo Clarín aparece hoy como el archienemigo de los K, cuando en el 2003 había ayudado a Néstor a ser presidente (de la mano de Duhalde, ¿se acuerdan?) y ese mismo año aplaudía el religioso y “responsable” pago de la deuda externa por parte del santacruceño. Éste, luego le pagaría a Magnetto por los servicios prestados con el decreto 527/2005 (prorrogando por 10 años sus licencias de radio y TV) y autorizando la fusión de Multicanal y Cablevisión, una semana antes de dejar la presidencia.
En ambos casos, las decisiones implicaban multimillonarias ganancias para el grupo empresario que todavía no era, para Néstor y Cristina, ni cómplice de la dictadura, ni socio de los sojeros, ni monopolio, ni oligarquía. Hay que ver, dicho sea de paso, si el “investigar a fondo los negociados del Grupo Clarín” que promueven los K actualmente, incluirá los negociados con el gobierno de Néstor.
Entonces, así como los principales dirigentes de Montoneros, al organizar el “Operativo Dorrego” con Viola, y al “bancar” a Cargagno, jefe de la represión en el Cordobazo, y a Harguindeguy (que sería Ministro del Interior y jefe de la Policía Federal de Videla), traicionaban a los miles de militantes que se jugaron el pellejo por un país que soñaron más justo y soberano; así como la dictadura traicionó a los Graiver; así como lo hizo Kirchner con Menem (al que llamaba “el presidente que más ayudó a Santa Cruz”) y con Duhalde; así también Clarín los traiciona hoy a los Kirchner y los Kirchner lo traicionan a Clarín. “Y en un mismo lodo, todos manoseaos...”
Hoy, el gobierno favorece a Telecom (el amigo Werthein, agradecido) y Telefónica, al anular la licencia de Fibertel sin promover antes una política que evite que la enorme clientela del servidor de Internet del Grupo Clarín vaya a caer en las garras de esos otros dos grupos oligopólicos. ¿Cuánto tardarán en traicionarlo? Habrá que ver y apostar, cuando el gobierno de los K se venga a pique, cuánto demorarán en soltarle la mano sus hoy aliados de Europa... (Dicho sea de paso: que alguien le avise a CFK que si sigue insistiendo tanto con eso de que “el poder real” lo tiene Clarín, ¡no van a poder contener a todos los que sigan a Alberto Fernández, Martín Redrado, Roberto Lavagna y Julio Cobos -sólo por ejemplo- en eso de pasarse de un salto al otro lado!)
LA DISPUTA DE FONDO
La disputa de fondo no es la que se da en las tapas de los diarios y en los discursos en cadena nacional, entre el gobierno y Clarín. Que el monopolio de los medios de “comunicación” lo tenga Clarín o que lo tengan los Kirchner, a los millones de trabajadores argentinos que a duras penas llegan a fin de mes no les modifica nada. No hay aquí una disputa entre lo público y lo privado, entre el Estado Nacional benefactor y los empresarios capitalistas depredadores. Al modelo de “comunicación” democrática y popular que plantean los Kirchner no hay que buscarlo en los discursos: ya existe en Santa Cruz.
Hay censura y ataques a la libertad de prensa cuando Magnetto “desaparece” de la agenda mediática a los referentes y a las organizaciones con cuyos intereses no coincide, así como cuando la viuda de Noble, desde el grupo Clarín (controlador actual de Papel Prensa), decide a qué diarios le vende papel y a cuáles otros obliga a pagarlo hasta un 30% más, a precio de importación. Pero también hay censura cuando, en Santa Cruz, el periodista que no sea “pingüino” no consigue, aprietes varios de por medio, ni un espacio semanal en una FM ni canjes publicitarios con la verdulería del barrio.
Dicho de otro modo: que Papel Prensa sirva a Clarín y a sus socios para sostener sus intereses (siempre antipopulares y antinacionales); o que Papel Prensa sirva a Néstor y Cristina para vender Página 12 a $0,25 y contarnos a todos, todo el tiempo, que la minera canadiense Barrick Gold es una PYME progresista, vanguardista y desarrollista; a las vidas de los maestros, los jubilados, los obreros metalúrgicos y los estudiantes argentinos... no les cambia absolutamente nada.
Estar atentos, informarnos más allá de lo que el gobierno y Clarín nos dicen, ayudar a desarrollar medios por fuera de ambas “garras”, difundir las voces que ambos grupos ocultan, fortalecer las comisiones internas y las posiciones combativas y autónomas de la patronal en los gremios de los trabajadores de prensa; son todas tareas que nos tocan, al conjunto de los argentinos, que sí tienen que ver con la disputa de fondo. Ahí está parte de la pelea, ya no “entre los de arriba”, sino entre el pueblo argentino y los que siempre le mintieron y le van a seguir mintiendo. No confiar en ellos es un buen primer paso. Porque, y eso sí que los argentinos lo sabemos, la traición es, entre muchas otras cosas, una enfermedad incurable.
(*) Todas las citas: El caso Graiver, Irene Capdevila, Ed. Agora.
BSS
Muy buen articulo...
ResponderEliminarEste artículo demuestra que los Montoneros se infiltraron en las filas de los vrdaderos revolucionarios con buenas intenciones, para aniquilar a la clase pensante y colobarorar con los militares para su desaparición. El resto es pura chachara. Compañeros no se dejen engañar nuevamente con los mecaderes de la muerte y responsable de la desapàrición de m,as de 30.000 compañeros que fueron traicionados por los Graiver, Abal Medina , Firmenich, y los K. Habrán, estos luchado por una Argentina mas equitativa o lo hicieron para acumular riqueza y poder como lo estan haciendo hoy? Ojo! Nunca Mas es para todos los jóvenes y que sepan interpretarlo.
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