El 14 de setiembre próximo se cumplirán
cuatro años de la desaparición de Nicolás Sabena, el pibe de 21 años por entonces
en el 2008, que había dejado la casa paterna.
El tesón de la madre y el lugar que le
han dado los medios han mantenido la causa en la opinión pública, porque el
entramado que se vislumbra deja muy mal parado el accionar judicial en estos días en que se conoce que
un dato relevante no se habría tomado en cuenta en la causa, en la misma noche
del día en que desapareció Nicolás, uno de los principales sospechosos era
detenido en la costa del río, luego de evadir un control policial que generó su
persecución hasta localizarlo en una vivienda visiblemente alterado.
En una nota con el periodista Alejandro
Fara, Rosa Sabena madre de Nicolás hace referencia a estas circunstancias y
deja su sospecha de connivencia de la policía y parte de la Justicia. Ante esa
fuerte presunción no podemos menos que recordar el caso de Alejandro Flores ese
menor cuya bochornosa desaparición ilustra patéticamente cómo pueden las
fuerzas de seguridad encubrir una aberración, amparadas desde los Tribunales.
Leer la
nota mencionada es una referencia que nos acerca a entender la desazón
así como valorar el empecinamiento de una madre para conocer lo sucedido con su
hijo, cuando los pasos judiciales pareciera que más que avanzar en el
esclarecimiento del hecho, entorpecen el camino.
Pidieron que el fiscal
Rivero se aparte de la causa Sabena
Fue a primera hora del lunes, después de que trascendiera públicamente que
la Cámara Primera de Apelaciones le había devuelto la causa a Rivero para que
investigara un episodio que podría tener vital importancia en la pesquisa y que
habría sido pasado por alto.
Se trata de la sospechosa detención de uno de los acusados, José Francisco
Vargas Miserendino la misma noche en que desaparecía Nicolás.
Entre la noche del 14 de septiembre de 2008 y la madrugada siguiente, el mayor
de los Vargas habría eludido un control policial en la costa del río, lo que
motivó una persecusión y la posterior detención del fugitivo, en un estado de
suma alteración.El dato consta por escrito en el libro de guardia del Comando
Radioeléctrico y fue acercado a la Justicia por pedido del fiscal Javier Di
Santo, quien a comienzos de este año reemplazó a Rivero, en uso de licencia.
La madre de Nicolás dijo que cuando Rivero se reintegró a tribunales,
“desestimó toda esa nueva prueba y ratificó la elevación a juicio de la causa”.“La
investigación (de ese episodio) no se llevó a cabo, sino que el fiscal elevó lo
actuado a la Cámara de Acusación, “a los fines que tuviere lugar” sin que se
ordenaran las medidas probatorias”, denunció Rosa Sabena en su escrito. Fue
a pedido de la propia querella que el fiscal de Cámara Alejandro Cabrera
le ordenó a Rivero que se ocupara de indagar en la sospechosa detención de
Vargas. Así, la semana pasada desfilaron por los tribunales los dos agentes que
aquella noche habían salido tras los pasos del fugitivo.
Rosa Sabena entendió que Rivero “perdió todo interés” en investigar la
desaparición de su hijo y por eso omitió averiguar los motivos de la detención
y sólo lo hizo cuando se lo ordenó su superior.Cómo surgió la pista
Sabena aclaró que la información del libro de guardia no estuvo desde el
comienzo en la causa sino que surgió después del 2 de mayo de este año cuando
Sabena puso en conocimiento de la Justicia testimonios de un hombre y una mujer
que dijeron conocer detalles sobre el desenlace que habría sufrido su hijo.
Cuando Rosa Sabena tomó conocimiento de la persecución contra Vargas Parra, se
presentó junto a su esposo en el despacho de Rivero. “Le dije el dato que
encontré y que él había desestimado, Rivero me dijo “yo debí haber sabido esto,
se estaba desprendiendo del cuerpo de tu hijo”, porque lo detienen a una cuadra
de la supuesta novia de mi hijo donde se encontró ropa de Nicolás. Además, le
dije, ese sujeto dijo que la noche del 14 de septiembre estaba durmiendo
y resulta que a la una de la mañana lo estaba deteniendo la policía. Como
Rivero me daba la razón de que no podía ser una simple coincidencia le dije que
necesitaba que hiciera algo”.
La respuesta que le dio el fiscal -según Rosa Sabena- fue que no iba a seguir investigando y que eso podía aclararse en la instancia del juicio.
“Yo le dije que íbamos a tener que esperar diez años para que el juicio se
hiciera y para ese entonces todos nosotros íbamos a estar muertos; entonces me
dijo que me presentara en la fiscalía de turno y eso fue lo que hice al día
siguiente”.
Tal como la relata la mujer, parece un proceso kafkiano, porque el fiscal que
estaba de turno era Javier Di Santo quien, a su vez, entendió que lo lógico era
que fuese el propio Rivero quien investigara las derivaciones de esa detención.“Después
de un mes de tanto insistir, Rivero le pasó esa denuncia a la Camara (de
Apelaciones) a los efectos que tuviere lugar. Frente a esa situación
presentamos una nota al fiscal de Cámara Alejandro Cabrera donde le ruego que
por favor se investigue porque yo no puedo esperar que la causa vaya a juicio
para presentar prueba, entonces con muy buen tino Cabrera le ordenó a Rivero
que siga investigando”.
El errático recorrido de la causa derivaría una vez más en el despacho de
Rivero, a comienzos de la semana pasada. Entonces sí fueron citados a declarar
los policías Hernán Cazzola y Villegas, los dos que habían sorprendido a Vargas
Miserendino, oculto en un derruido garage de la costa del río.
Rosa Sabena confió que lo que relataron los agentes no hizo más que acrecentar
las sospechas sobre los acusados. “Esa noche la policía estaba haciendo un
recorrido de prevención y advierte que venía un vehículo que al ver la
presencia policial huye. Entonces, la policía empieza una persecución de 6
cuadras como lo dijeron en sus declaraciones los policías. Este individuo
(Vargas Miserendino) deja el vehículo y se esconde en una casa del bajo, la
policía le pregunta al morador de la vivienda, éste le dice que allí no hay
nadie más. No obstante los agentes revisan la vivienda y encuentran a Vargas
Parra escondido en el garage de esa casa. Intentan apresarlo y este sujeto
opone una tenaz resistencia, así lo manifiesta uno de los policías. Dijo que le
llamó la atención la tensa resistencia que oponía, porque no podían esposarlo y
agregó, que del miedo y del gran estado de nerviosismo, se defecó encima”,
evocó Sabena. A continuación, José Francisco Vargas Miserendino fue trasladado
a la comisaría de Banda Norte y luego de que le revisaran su vehículo (un
Pointer color bordó) habrían encontrado dos celulares que estaban sin sus
respectivos chips.
La conclusión de la madre de Nicolás es contundente: “Rivero ha perdido el
interés en seguir investigando la desaparición y probable muerte de mi hijo
Nicolás José Sabena”, dijo Rosa y consideró que “las omisiones en su labor lo
inhabilitan para continuar entendiendo en la causa”.
Alejandro Fara
afara@puntal.com.ar
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