La importancia del tema hace que salud ocupe siempre un lugar de privilegio en la agenda electoral. En la provincia venimos de padecer un conflicto en la atención del sector público que desnudó las fallas que siguen vigentes a pesar de levantar el prolongado paro. Los déficits presupuestarios, las carencias de insumos y los salarios son problemas del sector que no se resuelven con acuerdos parciales para salvar la situación. Ante este estado de cosas les aconsejamos leer un artículo con una opinión profesional para ahondar en las causas que hacen a este estado de cosas, que se pueden corroborar simplemente con la experiencia diaria de los que requieren atención.
¿Un derecho en extinción?
La salud en Córdoba atraviesa una crisis terminal, que explotó con un conflicto de seis meses de duración debido a salarios insuficientes para los equipos de salud. Carlos Cafure (médico).
La salud en Córdoba atraviesa una crisis terminal, que explotó con un conflicto de seis meses de duración –aún no resuelto– debido a salarios insuficientes para los equipos de salud, en constante deterioro por una voraz inflación que no se puede ocultar.
Hace 13 años se instaló en la provincia el “gerenciamiento” de la Administración Provincial del Seguro de Salud (Apross) y las autoridades quisieron extenderlo a los hospitales públicos, pero no consumaron dicho proyecto por el fracaso del sistema en la obra social aludida y la resistencia de los profesionales de la salud.
Este esquema implica atención masiva (de mala calidad), con restricción de exámenes complementarios y magros honorarios a los prestadores, en un sistema donde el paciente es un cliente.
Aún no se tomaron medidas concretas para combatir la corrupción estructural que, como parte de un proceso generalizado en nuestra patria, también invade el ámbito de la salud.
Las mejoras edilicias de los hospitales públicos y la provisión de aparatología moderna (que en muchos casos no funciona) se hicieron a costa del endeudamiento provincial y no con recursos genuinos.
Debemos recordar que los hospitales públicos se prestigian por la calidad de sus profesionales y no por el maquillaje oficial, que sólo encandila a los incautos.
La mediocridad. El silencio de los médicos y la reticencia a denunciar irregularidades sólo demuestran el temor a perder la fuente laboral, ante la ausencia de un gremio que los proteja, lo que los convierte en cómplices involuntarios y a la vez rehenes de este perverso sistema de salud que sufrimos los cordobeses.
Es conocido, además, que el peso de la atención hospitalaria descansa en el trabajo esclavo de los médicos residentes, jóvenes en formación, que a pesar de su buena voluntad carecen muchas veces de una supervisión adecuada y se exponen innecesariamente a eventuales juicios de mala praxis.
El colapso de la salud es muy impactante en general y se evidencia particularmente en el deterioro de las instituciones destinadas al tratamiento de enfermos con padecimientos mentales, muy protegidos en teoría por la legislación, pero totalmente vulnerables en la práctica por la falta de políticas serias del Ministerio de Salud.
En Córdoba se optó por la mediocridad de la repetición, traducida en obcecados y siempre desmentidos intentos privatistas de la salud pública, que ya han demostrado su fracaso a nivel mundial, motivo por el cual los países donde se implantaron debieron luego retornar a la estatización.
Paradójicamente, y quizá por mirar sólo afuera, nunca se pusieron en práctica las ideas del doctor Ramón Carrillo, esto es, prevención, asistencia oportuna de los enfermos, solidaridad y acceso a las tecnologías modernas de diagnóstico para toda la población, sin excluir a los pobres e indigentes.
Sin lugar a dudas, seguir los lineamientos de este prestigioso sanitarista –reconocido internacionalmente– sería una alternativa válida para revertir el caos reinante, dignificando los salarios de los profesionales, con políticas de consenso y colocando los recursos de la salud al servicio de la sociedad.
Cordobeses, defendamos juntos el derecho a la salud. De nosotros depende que no termine siendo un privilegio para unos pocos.
Publicado en La Voz del Interior, el 23 de mayo de 2012
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