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13 ene 2012

La enfermedad de CFK según Nelson Castro


La salud presidencial fue siempre motivo de interés de un periodista que también es médico, el Dr. Nelson Castro. Versado en el tema es autor de Enfermos de Poder, libro en el cual analiza las alternativas que las distintas enfermedades determinaron en la vida de los primeros mandatarios de la historia argentina y sus consecuencias para la vida política del país. Su opinión al respecto del reciente episodio vivido ante la enfermedad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fue publicada en La Nación del 10 de enero y relata en ese artículo la   secuencia que habrían seguido los acontecimientos que culminaron final y felizmente  con un diagnóstico favorable para la Presidenta de los argentinos. Leamos:


Todo parece sacado de una mala novela
La Unidad Médica Presidencial actúa dominada por el miedo

Por Nelson Castro  . LA NACION 10.1.12

A esta altura de los hechos, parece una historia sacada de una mala novela de malentendidos. Los hechos son los que son y su secuencia es la siguiente.
El 22 de diciembre la Presidenta acudió al centro Diagnóstico Maipú para hacerse una ecografía de tiroides ante la detección clínica de un nódulo en el lóbulo derecho de la glándula. Confirmado el diagnóstico, se procedió a la punción por aspiración con aguja fina. Allí se llegó al diagnóstico "compatible con carcinoma papilar".
En conocimiento de ello, tanto los directores de la Unidad Médica Presidencial, doctores Luis Buonomo y Marcelo Ballesteros, como el doctor Pedro Saco (del Hospital Austral) le comunicaron la novedad a la paciente y le indicaron la necesidad de realizarle un estudio tomográfico para descartar o confirmar la expansión del tumor, ya sea a los ganglios linfáticos adyacentes de la glándula o a otros órganos. Ese estudio se realizó el martes 27 de diciembre por la mañana y dio negativo.
Ya con ese resultado, se fijó para la operación la fecha del 4 de enero y se le explicaron a la paciente los procedimientos terapéuticos que se iban a seguir. Por la noche de ese mismo día, y ante el temor de que hubiera filtraciones, la Unidad Médica Presidencial sugirió que se hiciera conocer el diagnóstico a la opinión pública, consejo que la mandataria aprobó.
Dentro de las 48 horas siguientes, una médica del equipo de Saco, la doctora Melisa Lencioni, citóloga del Hospital Universitario Austral, examinó la muestra de tejido sobre la que se hizo el diagnóstico. Allí, la especialista expresó una disidencia y que ella no hubiera sido tan contundente en rotular el diagnóstico como un carcinoma papilar y que, en cambio, hubiese utilizado el término neoplasia, para dejar abierta la posibilidad a que el proceso pudiese no ser maligno.
Ante esta situación, no queda claro por qué el equipo médico a cargo del caso, en el que forzosamente debió haber un endocrinólogo, no optó por pedir una consulta más con algún especialista reconocido en el campo de la patología tiroidea. Se ve que en ese momento el tema del falso positivo no estuvo en consideración.
Así pues, se llegó a la operación del 4 de enero. En el quirófano, entre los varios médicos presentes había tres patólogos: los doctores Mosto, San Román y Siguelboim. No hubo biopsia por congelación. La glándula se extirpó directamente. Dentro del quirófano alguien se sorprendió por ello. La intervención quirúrgica transcurrió sin otros avatares dignos de mención.
El jueves por la noche ya corrió algún rumor de que el diagnóstico no era cáncer, lo que se confirmó poco antes de que la Presidenta fuera dada de alta. Conscientes del revuelo que el nuevo diagnóstico iba a provocar y del desprestigio que el caso acarrearía, las autoridades del Hospital Universitario Austral sugirieron dar una conferencia de prensa, a cargo del doctor Saco, idea que la Unidad Médica Presidencial rechazó de plano.
En el mundo K todo contacto con la prensa equivale a un encuentro cercano del tercer tipo con el mismísimo Satanás.
Nadie entrevió que la polémica estallaría al segundo. Y así fue. Por eso, cuando la Presidenta leyó los diarios del domingo, lo primero que hizo fue enojarse con los medios. De ahí que le ordenara al doctor Buonomo hacer público el parte histoanatomopatológico del 22 de diciembre. Era el mundo al revés. En medio de la alegría lógica producida por su nuevo diagnóstico -institucionalmente es, además, una buena noticia para el país, ya que es fundamental que un presidente comience y termine su mandato con buena salud-, la Presidenta probablemente era consciente de las consecuencias de este hecho, que ha traído desprestigio a la medicina argentina y zozobra a muchos pacientes, que ante el resultado de una biopsia se estarán preguntando a estas horas si están o no ante un falso positivo.
La Unidad Médica Presidencial, que actúa dominada por el miedo, debería preguntarse si ésa es la forma de cuidar la salud de su paciente principal: la presidenta de la Nación..

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