Susana: te has ido de viaje...ojalá nos volvamos a reencontrar para escuchar tus historias y anécdotas de esa niña rebelde que luego se convirtió en una mujer aventurera que nunca se rindió... Gracias por habernos dejado una enseñanza de vida en la Tierra: no dejar de luchar y no dejarse derribar nunca, siempre con una sonrisa y la frente en alto. Un ejemplo de una hermosa y gran mujer. Esto no es una despedida, es solo un hasta luego... nos volveremos a ver!!!!
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
A Susana Dillon
Me es difícil imaginarte no entrando
más al diario trayendo bajo el brazo esas incomparables notas que te encantaba
escribir y con las que encantabas también a los lectores con tus desfachatadas
opiniones, o con tus fantásticas aventuras de indios bravos y de mujeres
aguerridas, así como eras vos.
Y verte con esa fortaleza, ese espíritu tan joven que contagiabas cuando circunstancialmente te encontraba caminando con tu boina y tu inseparable bastón por el centro de Río Cuarto. Era inevitable ponerse a charlar con vos...
Eras una mujer de aquellas que se tornan inolvidables a pesar del tiempo y de la muerte. Luchadora incansable llevaste el bastión de los derechos humanos de por vida y así eras convocada año tras año para dar tu testimonio de cuando te llevaron a tu hija desaparecida y de cómo criaste solita a tu nieta Pepi tan amada.
Te vamos a extrañar Susana, los que te conocimos bien, los que te escuchamos, los que te leímos en innumerables escritos y en esos cuentos mágicos que escribías para hacer viajar con vos a todo aquél que quisiera recorrer esos paisajes selváticos de cuando recorriste casi toda América Latina y también los del Viejo Continente.
Sí, porque escucharte era viajar por lugares inhóspitos, conociendo gente que existió y que vos te ocupaste de recoger sus historias para que otros supieran de sus existencias. Y era sorprendente conocer y hablar de tus aventuras, era mágico saber cómo llegaste a hilvanar tantas historias. Eras un libro abierto del que surgían miles de colores, aromas y sabores. Los cinco sentidos se unían a tu temple a la hora de relatar tus vivencias.
Ojalá hayas podido dejar tus libros terminados, esos que me contabas que todavía los tenías pendientes para más adelante, como si la muerte no te asustara, porque sabías que ibas a trascender más allá de ella. Estabas segura de que los riocuartenses jamás iban a olvidar tu nombre ni tu obra, por eso bromeabas con que querías que te velaran en el Concejo Deliberante. Presentías que ibas a pasar a la historia de esta ciudad como lo que fuiste, una gran escritora pero, por sobre todas las cosas, una gran mujer, igualita a las que te dedicaste a contar sus vidas.
Seguramente allá arriba estarán escuchándote aquellas anécdotas que alguna vez tuve el placer de que me contaras en la intimidad de tu departamentito frente al Jockey Club...
Susy, jamás te voy a olvidar.
Ana Solá
Y verte con esa fortaleza, ese espíritu tan joven que contagiabas cuando circunstancialmente te encontraba caminando con tu boina y tu inseparable bastón por el centro de Río Cuarto. Era inevitable ponerse a charlar con vos...
Eras una mujer de aquellas que se tornan inolvidables a pesar del tiempo y de la muerte. Luchadora incansable llevaste el bastión de los derechos humanos de por vida y así eras convocada año tras año para dar tu testimonio de cuando te llevaron a tu hija desaparecida y de cómo criaste solita a tu nieta Pepi tan amada.
Te vamos a extrañar Susana, los que te conocimos bien, los que te escuchamos, los que te leímos en innumerables escritos y en esos cuentos mágicos que escribías para hacer viajar con vos a todo aquél que quisiera recorrer esos paisajes selváticos de cuando recorriste casi toda América Latina y también los del Viejo Continente.
Sí, porque escucharte era viajar por lugares inhóspitos, conociendo gente que existió y que vos te ocupaste de recoger sus historias para que otros supieran de sus existencias. Y era sorprendente conocer y hablar de tus aventuras, era mágico saber cómo llegaste a hilvanar tantas historias. Eras un libro abierto del que surgían miles de colores, aromas y sabores. Los cinco sentidos se unían a tu temple a la hora de relatar tus vivencias.
Ojalá hayas podido dejar tus libros terminados, esos que me contabas que todavía los tenías pendientes para más adelante, como si la muerte no te asustara, porque sabías que ibas a trascender más allá de ella. Estabas segura de que los riocuartenses jamás iban a olvidar tu nombre ni tu obra, por eso bromeabas con que querías que te velaran en el Concejo Deliberante. Presentías que ibas a pasar a la historia de esta ciudad como lo que fuiste, una gran escritora pero, por sobre todas las cosas, una gran mujer, igualita a las que te dedicaste a contar sus vidas.
Seguramente allá arriba estarán escuchándote aquellas anécdotas que alguna vez tuve el placer de que me contaras en la intimidad de tu departamentito frente al Jockey Club...
Susy, jamás te voy a olvidar.
Ana Solá
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