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14 feb 2009

Córdoba va

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La situación en la provincia de Córdoba en lo que respecta a condiciones de vida y administración de recursos es el eje de planteos, reclamos, explicaciones de parte de los responsables de turno, es decir de todo aquello que conforma la “opinión pública”.

Los intereses de cada sector, su poder en el manejo de los medios o su proximidad a los mismos, hacen que cada uno vea la realidad “según el cristal con que se mira”. Podemos expresar: “dime que radio oyes y te diré que piensas” y así también con los diferentes medios gráficos y televisivos.

Aquí en Río Cuarto, y desde el interior del interior, sufrimos los mismos avatares que el resto de nuestros conciudadanos y la problemática es muy similar a lo que advierten en la ciudad de Córdoba capital. Como la “docta” cuenta con su prestigiada e histórica Universidad Nacional, consideramos interesante difundir esta nota publicada días atrás en La Voz del Interior, de un docente de dicha casa de estudios, en donde vierte una serie de consideraciones que hacen a la actualidad provincial y a la realidad municipal de la ciudad de Córdoba capital que no difiere de la que apreciamos en nuestro terruño.

Para que pensemos, se la acercamos.

Emprendimientos faraónicos

Enrique Liberati.

Doctor en Derecho (Filosofía del Derecho)

En general, cuando un gobierno pretende hacer la diferencia de su gestión, anuncia y ejecuta (si el pueblo lo permite) obras majestuosas que implican gastos extraordinarios para generar un gran cambio en las áreas edilicias, en los medios de comunicación (el tren bala), en los desarrollos hídricos o en el ámbito urbanístico. Con frecuencia se inauguran en varias ocasiones y se refuerzan las partidas por ampliación de obras y allí hacen la diferencia. Si la falta de control es una de las características patológicas de nuestras instituciones, en el caso de los emprendimientos faraónicos resulta particularmente dramática para las arcas provinciales. Siempre los gobiernos que tienen la iniciativa los muestran como si no generaran costos adicionales y se esfuerzan en demostrar las múltiples utilidades para la comunidad. Con el dinero del pueblo y con propaganda abusiva instalan, en el imaginario popular, que son mucho más los beneficios que los costos de las obras proyectadas. Norma Morandini publicó en La Voz del Interior del 12 de enero una nota periodística sobre el tema que tratamos. Allí, la diputada nacional examina los distintos aspectos relacionados con el “Centro cívico sin ciudadanos”, Por eso es importante participar y reflexionar sobre las decisiones gubernamentales que nos afectan a todos. Para que Córdoba recupere su orgullo… No se puede aceptar que miles de niños tengan dificultades para alimentarse y que sufran daños irreparables. Claro, esas acciones no se perciben con los ojos ni ganan adeptos en las elecciones. No se puede dejar pasar la oportunidad histórica de reformar la Constitución, lo que implicaría la democratización de los tres poderes del Estado, especialmente cuando no hay hegemonías políticas como ocurrió en los gobiernos de Eduardo Angeloz y José M. de la Sota. El presupuesto municipal –en una sociedad bien ordenada– debe disponer sólo el 25 por ciento para el pago de sueldos y salarios a los empleados y funcionarios, de otra manera vale más el collar que el perro. La Empresa Provincial de Energía de Córdoba debe democratizarse y volver a ser propiedad de los ciudadanos cordobeses, y terminar así con las prácticas corporativas y cooptativas, que llenan las vacantes que se producen en el seno de la empresa con los familiares de los empleados. El servicio de transporte urbano debe cumplir con las mínimas exigencias ciudadanas. En la actualidad su funcionamiento es una humillación para los usuarios cordobeses, muestra deficiencias e incertidumbre, que se arrastran desde épocas inmemoriales y que ninguna gestión pudo solucionar. Los aportes del Estado para el mantenimiento de los edificios y los insumos corrientes en los hospitales públicos y las escuelas deben cubrir todas las necesidades de subsistencia y atención salarial digna, a la altura de los sueldos en la Epec. La seguridad en materia preventiva debe recuperar el apoyo ciudadano, mostrando que la vida en la ciudad es más segura que en los barrios privados. Esto no es sólo una expresión de deseos; naturalmente, las asignaturas pendientes en educación y el olvido de los sectores marginados impulsan el desarrollo de una creciente población inclinada al delito como alternativa de subsistencia. Los primeros responsables, aunque no los únicos, son los gobernantes que supimos elegir. La iluminación, la limpieza, los desagües y el bacheo de la ciudad deben exhibirse como modelo para todos aquellos que nos visitan. Las autoridades deben cerrar los casinos, prohibir las tragamonedas y todas las formas de obtener recursos que propicien la tendencia compulsiva que conllevan los juegos de azar, idiotizando a los ciudadanos con fantasías adictivas. Los políticos responsables del Gobierno municipal y provincial deben adoptar medidas semejantes a una economía de guerra y no utilizar ni un peso en propaganda de gestión, ni en gastos prescindibles. Debe emanciparse definitivamente del Gobierno nacional repudiando la billetera de Néstor, reclamando que se cumplan las leyes de coparticipación federal. Todos los diputados y senadores nacionales deberán mantener honesta fidelidad a los intereses de la provincia que los votó. ¿A quiénes representan los que apoyan las directivas del presidente de facto? Reflexiones finales. En todo gobierno funciona un proceso de prioridades. Estas son establecidas por los requerimientos inmediatos de la ciudadanía. ¿Creen las actuales autoridades que Córdoba recuperará su orgullo con emprendimientos gigantescos, olvidando los padecimientos cotidianos de nuestros conciudadanos? No se trata de estar a favor o en contra de las transformaciones urbanísticas, sino de comprender que sus intereses políticos desprecian las urgencias de una ciudad que funciona sin controles y por inercia. Tenemos la fuerte impresión de que no elegimos absolutamente nada, perdimos libertad en todos los órdenes, somos prisioneros de un sector político más cercano a la plutocracia que a la democracia, que gobiernan con objetivos económicos, desinteresados de la realidad social y con la clara intención de perpetuarse en el poder. Para cerrar, un pensamiento de Cornelius Castoriadis: “Enfrentamos una sociedad que, cada vez más, pierde su interés por la ‘política’, es decir por su destino como sociedad”.

Nota publicada por La Voz del Interior el 09.02.09

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