Este hecho trascendente en la historia
reciente de la ciudad, de movilización
masiva y espontánea que
trascendió como “el perejilazo”, es un punto de inflexión ante la
actitud habitual de la ciudadanía local ante las causas judiciales y los
problemas sociales. La gota que colmó el vaso de la tolerancia popular se vio
reflejada en esa marcha, así como el compromiso de una población de poner
límites a los abusos del poder y exigir justicia como un principio fundamental
de funcionamiento de una democracia. Zárate que pasó 25 horas en la cárcel, fue
liberado. La gesta de su ciudad fue determinante para que este objetivo se
lograra.
El entonces
gobernador de la provincia José Manuel De la Sota se sumó al descrédito de la
actitud asumida por los miembros del Poder Judicial ante la detención. Entre
otras cosas expresó: “Nadie les cree a
los fiscales; y yo tampoco” (1). Justamente él que había sido invocado
entonces por el vocero de la familia Macarrón, Daniel Lacase quien comento a los medios a poco de sucedido el
asesinato: "El señor gobernador me llamó
anoche por teléfono y puso todos los medios en nuestras manos, hasta la SIDE si
hiciera falta" (2).
La policía jugó su rol en la detención de
Zárate al obtener la versión de los hechos bajo presiones a Carlos Curiotti, amigo del pintor quien
luego denunciara estos apremios y comprometiera a personal de la División
Homicidios. Carlos Curiotti señala en
su denuncia a Rafael Sosa, Jefe de la División Homicidios de Córdoba, y
a los policías Diego Osorio y Antonio Maldonado. (3)
Una opinión
de la prensa, basta sólo una desde la capital provincial para considerar la
significación que se le dio al “perjilazo”: "La movilización de muchos
riocuartenses, convencidos de que el trabajador era un "perejil",
conmovió las estructuras de la gestión delasotista”(4). Y dejó en el camino a muchos, entre
otros al propio Fiscal General, además
de las previas derivaciones de la investigación que costaron los cargos del secretario
de Seguridad, Alberto Bertea y el ministro de Seguridad, Sergio Busso.
El perejilazo,
buscó ser desacreditado desde el seno del poder . Fue el entonces vocal del Consejo de la Magistratura de Córdoba, Dr Luis Enrique Rubio, quien calificó la movilización como una situación
armada con concurrencia trasladada por unos colectivos que estaban por
otros fines en la ciudad. Si Ud estuvo,
participó, o si vio a los vecinos
por televisión, no puede creer que fueron llevados como llevan gente a los actos partidarios. La movilización respondió
a una manifiesta indignación popular y pensar que fue un acto armado es
subestimar su origen. En Río Cuarto, nos
conocemos demasiado como para saber quiénes estábamos allí, demandando Justicia
y elevando la simbólica ramita de perejil. La trascendencia de este hecho es tal, que merece que se lo recuerde y
valore en toda su magnitud, cuando todavía estamos esperando una respuesta
creíble de la Justicia.
El caso Dalmasso deambula en la
penumbra de tribunales y su resolución
se avizora cada día más lejana e incierta. Pero el “perejilazo” dejó su
impronta, desnudó los abusos del poder, el avasallamiento de los derechos
humanos al evidenciar que con una
campaña de presiones y aprietes
consiguieron arrancar una denuncia de Carlos Curiotti implicando a su amigo
Gastón como autor del homicidio, y ubicó a cada personaje en su lugar empezando
por aquellos de quienes más se esperaba
para llegar a establecer justicia.
Y la
población, esa que salió a la calle, es la misma que hoy espera respuesta ante
tantos casos impunes, además del esclarecimiento del asesinato de Nora Dalmasso
CIUDADANOS
AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
1. Puntal
11 de febrero de 2007
2.
Revista Noticias 17 de febrero 2007
3.
Puntal 16 de diciembre de 2006
Necesitamos muchos más PEREJILAZOS! Muchos ciudadanos nos "resignamos" a tantas injusticias!! Es hora que nos hagasmos responsables y no dejemos que nos manejen.
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