Este verano del 2009 que aún no nos agobió con las extenuantes olas de calor nos depara noticias “calentitas”. Mientras la gente busca recuperarse en los centros de veraneo, los titulares no escatiman noticias poco gratas en cuanto al presente y futuro inmediato. Continúa la lista trágica de accidentes en las rutas, el estado de las mismas es lamentable, en la costa los comerciantes catalogan a ésta como la peor temporada desde el 2001, el fantasma de la desocupación se agranda y así Siderar ( empresa de Techint) había anunciado el despido de unos 1.200 trabajadores, argumentando la delicada situación internacional, la obra pública está bloqueada por falta de recursos y en el caso de nuestra ciudad, el retorno de los que salieron a disfrutar la primera quincena de enero los espera con unos pesados cedulones de vigorosos impuestos municipales, que ya comienzan a generar los más desagradables comentarios. ¿Pensaron acaso los distraídos ciudadanos cuando la crisis comenzó a golpear que esto era lo que se venía después de los brindis y los augurios de las fiestas de fin de año? Este es un pequeño reflejo de los problemas reales del país que nos se tapan con las noticias frívolas y despreocupadas que pretenden vender los medios auspiciados por el financiamiento oficial.
De las noticias que recibimos una que se destaca es la que se refiere a la salud de la Sra. Presidenta de la República que sufrió un episodio de lipotimia, debido al cual tuvo que posponer compromisos oficiales. La trascendencia de esa situación nos hace repensar en los conceptos que Nelson Castro vierte en su libro “Enfermos de Poder”. En el mismo hace referencia a una cita que es digna de mencionar para que también pensemos si es que tenemos tiempo en estas vacaciones. Señala que ..."Hemingway le atribuyó a un colega del periodismo norteamericano la teoría de que el poder afecta de una manera cierta y definida a todos los hombres que lo ejercen". Quiso decir que líderes políticos que llegan sanos a las mayores alturas tarde o temprano terminarían registrando en su salud esa acción implacable, propia de la posición suprema que habían alcanzado” . Pero mire que interesante lo que sigue: “Los síntomas de la enfermedad del poder, según la observación que Hemingway le atribuyó a su amigo, comenzaban con el clima de sospecha que lo rodeaba, seguía con una sensibilidad crispada en cada asunto donde intervenía y se acompañaba con una creciente incapacidad para soportar críticas. Más adelantes se desarrollaba la convicción de ser indispensable y de que, hasta su llegada al poder nada se había hecho bien. En otra vuelta de tuerca, el hombre ya enfermo se convencía de que nunca nada volvería a hacerse bien, a no ser que él mismo permaneciera en el poder.”
Esta reflexiones a las que hace referencia el Dr. Castro son de 1936, parece que el tiempo transcurrido le dan sobradamente la razón al amigo de Hemingway. En la cúpula del gobierno nacional ratifican estas apreciaciones ¿O no?
Este periodista-médico que conoce del tema añade en una columna reciente otro texto que puede hacernos reflexionar, no lo dejemos pasar. Señala : “La salud de un jefe de Estado es siempre un asunto político. La situación creada con el episodio que está atravesando la Dra. Cristina Fernández de Kirchner lo demuestra claramente. Y, una vez más, como ha sucedido a lo largo de la historia de nuestro país, el manejo del caso, de por sí complejo por su implicancia política, lo ha hecho aún más confuso y dudoso. La enfermedad constituye una alternativa dramática en el universo de vivencias y pasiones. que enmarcan al poder.
La psicología del poderoso se ve profundamente afectada cuando aparece un problema que compromete su salud. Es que el poder se asocia a una percepción de omnipotencia e invulnerabilidad de la que es muy difícil escapar. El poder brinda las herramientas para doblegar adversarios, silenciar críticas, castigar a quienes piensan distinto, obtener beneficios y privilegios, usar lo público como propio, maltratar al otro y hacer de la imposición casi un modo de vida. Pero es esa vivencia de omnipotencia e invulnerabilidad la que hace al poderoso, paradojalmente, más débil y más expuesto a los padecimientos de una enfermedad. Y, una vez que ella aparece, el poderoso vive, muchas veces como una humillación, el tener que estar expuesto a las mismas alternativas evolutivas, a veces sinuosas y complejas, que las que una enfermedad produce sobre cualquier otro mortal."
El tema merece conocer estos detalles si es que queremos avanzar en el análisis de nuestra situación. Claro, en el verano uno está para noticias más livianas, pero la realidad no mira el calendario y nos mueve a pensar en todo momento, no dejemos de hacerlo.
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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