El
11 de marzo, cuatro días antes de que se cumpliera el plazo que tenía
para la presentación de un plan de continuidad, la minera Vale informa
al Gobierno argentino su decisión de suspender la construcción de la
mina de potasio Río Colorado debido a que de proseguir con el
emprendimiento —cuyas obras se encontraban avanzadas en un 45 % y en las
cuales la empresa ya había invertido 2229 millones de dólares— la
disciplina económica de sus inversiones sería puesta en riesgo.
Entrevista con María Teresa "Guni" Cañas (49), miembro de la Asamblea
Popular por el Agua del Gran Mendoza.(1)
Fuente: Observatorio de Conflictos por los Recursos Naturales OCRN
En un primer momento, a finales de enero, la compañía con sede en
Brasil había publicado una declaración en la que afirmaba que Río
Colorado aún no se encontraba cancelado y que había ordenado extender el
período de descanso de las 2400 personas que trabajaban en el
yacimiento mientras evaluaba cambios en el proyecto, situado a unos 600
km al sur de la capital de Mendoza, en el extremo meridional de la
provincia.
Op.—La mañana del 2 de marzo, durante las celebraciones de la
Fiesta Nacional de la Vendimia, un grupo cuyo tamaño podría superar las
dos mil personas marchó, vigilado por unos mil uniformados, por las
calles céntricas de la ciudad de Mendoza para rechazar la minería. En
ese marco, el día anterior dieciocho organizaciones territoriales de la
cuenca del río Colorado —integrada por las provincias de Mendoza,
Neuquén, La Pampa, Río Negro y Buenos Aires— habían reclamado
conjuntamente la suspensión del emprendimiento de Vale. ¿Cuál ha sido la
influencia de la Asamblea Popular por el Agua y sus equivalentes en el
resto de la provincia en la salida de Malargüe de la mayor productora de
mineral de hierro del mundo?
Cañas.—No somos tan poderosos; lo único que logramos
es relocalizar a diecisiete kilómetros los residuos de la mina, una
pila de sal que iba a quedar a tres kilómetros del río. También tenemos
una lucha mediática, porque a los medios de comunicación lo único que
les ha interesado es la cuestión meramente económica por la cual Vale se
ha ido: la empresa aduce que los costos argentinos no le dan y que
necesitaría algunos regalitos del Gobierno. Lo que se debate es la
economía de este tipo de emprendimientos. Y lo que los foristas publican
como comentarios en los diarios es que el Gobierno ha sido un inútil
que no nos ha podido llevar al progreso con el que iba a ser el
emprendimiento de potasio más grande del mundo. Estamos frente a
paradigmas paralelos: nosotros hemos contribuido a que la gente vaya
teniendo mayores niveles de conciencia. Y los que nos escuchan, escuchan
los peros ambientales al proyecto.
Op.—En el curso de poco más de un año y medio, las de Vale no
han sido las primeras noticias especialmente amargas para la minería
que llegaron desde Mendoza. El 24 de agosto de 2011, los parlamentarios
locales le bajaron el pulgar a la mina de cobre y oro San Jorge, cuya
operadora, Coro Mining Corp., aún intenta reflotar a unos 45 km al norte
de la ciudad de Uspallata y a 110 km al noroeste del centro
administrativo provincial. Un estudio emanado de una consultora chilena,
encargada de analizar un plan alternativo para San Jorge, le cargó la
responsabilidad por el traspié legislativo a la constante presión de
grupos ambientalistas durante aquellos meses previos a las elecciones
nacionales de 2011.
Cañas.—San Jorge fue parado por la presión popular;
puedo decir que los movimientos socioambientales de toda Mendoza tuvimos
mucho que ver. El nivel creciente de conciencia de las asambleas
ejerció una fuerte presión popular, no desde la prepotencia, sino con el
trabajo entre la gente. Efectivamente, las asambleas tuvimos mucho que
ver porque se realizaron acciones acumulativas que hicieron que los
legisladores se sintieran muy presionados: marchas, cortes informativos y
cortes grandes, uno en la entrada a Mendoza. A los legisladores que
hacía un tiempo estaban en contra nuestro se los escuchaba hablar del
agua, haciendo declamaciones de amor a la naturaleza. Era muy gracioso.
Op.—Las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San
Juan, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz se aglutinaron,
el 15 de febrero de 2012, en la Organización Federal de Estados Mineros
(OFEMI), una coalición entre cuyos objetivos figura el de establecer
mecanismos de resolución de conflictos de modo tal que los proyectos
extractivos cuenten con licencia social. Un año después, el 28 de
febrero, aparecieron los resultados de una encuesta realizada por el
Fraser Institute de Canadá entre 742 empresas relacionadas con la
minería en todo el mundo: la provincia de Mendoza fue señalada como la
jurisdicción de la OFEMI que posee las políticas sectoriales menos
favorables. Al mismo tiempo, casi el 90 % de los consultados estimó que,
o bien las disposiciones ambientales mendocinas limitan la inversión, o
peor aún: que debido a ellas, directamente no invertirían en Mendoza.
Cañas.—Hay un contexto histórico que favorece a
Mendoza, una provincia que ha tenido la primera ley de aguas, una ley
muy importante que ya tiene más de 130 años. Después tenemos la ley del
ambiente y muchas otras que hacen que Mendoza tenga un viso de
institucionalidad mucho más serio que otras provincias. Muchas cosas en
el imaginario social hacen que seamos mucho más sensibles a los temas
ambientales. Tenemos el modelo sanjuanino al lado y para la gente es
como una contraposición: acá no queremos ser como San Juan. Los grandes
medios de comunicación dicen que San Juan es fantástica, que allá está
todo bien, cuando en realidad toda la obra pública la hace la Nación, no
las mineras. Siempre hay alguno que tiene un pariente en Jáchal y sabe
que se están quedando sin agua.
Op.—De hecho, en un esfuerzo por sortear la aplicación de la
ley que prohíbe en todo el territorio de la provincia el uso de ciertas
sustancias químicas —incluido el ácido sulfúrico que se utilizaría en
San Jorge para separar el cobre de la roca— durante los procesos mineros
de cateo, prospección, exploración y explotación, la nueva apuesta de
Coro —presentada en marzo de 2012— consiste en trasladar unos veintidós
kilómetros todo el mineral extraído del yacimiento mendocino, a través
de un convoy ferroviario de unos cuarenta vagones, hasta una planta de
procesamiento ubicada en la vecina San Juan, una provincia considerada
más benévola con la industria.
Cañas.—Esa ley, la 7722, fue lograda en la calle: la
sacaron los compañeros de las primeras asambleas de Mendoza, los de San
Carlos y General Alvear. Fue el primer escollo para San Jorge: los
mineros nos vienen echando la culpa porque tenemos esa ley. Para ellos
esto conforma un marco de hostilidad hacia la minería. El concepto que
tienen es que el tercer mundo es el tacho de basura del primero. San
Juan, una provincia que obtuvo la licencia social pasaría a ser la zona
de sacrificio y el tacho de basura de la minería: en Mendoza son duros,
pero a veintidós kilómetros no. Yo creo que el asunto se les va a
transformar en algo inviable. Estamos en un momento en el que las crisis
de las economías mundiales, capitalistas, ocurren en tiempos más
cortos. Los tipos se largan a hacer proyectos para cuarenta años y en
dos años la economía china se vino un dos por ciento abajo, el dólar
aumentó en la Argentina y el costo laboral se disparó. La ambición es
muy grande, pero también tiene un costo: ellos juegan a la ruleta, les
va mal y se tienen que ir.
Op.—Al día siguiente de conocerse la decisión de Vale, el
gobernador, Francisco "Paco" Pérez, elogió una propuesta de ley
presentada por el senador del partido Propuesta Republicana (PRO)
Gustavo Rubén Cairo que habilitaría a la Empresa Mendocina de Energía
(Emesa) a asociarse con sus contrapartidas privadas en el desarrollo de
emprendimientos mineros como Río Colorado. La finalidad principal sería
que el Estado logre hacerse con lugares decisivos en los proyectos para
evitar quedar expuesto a situaciones como la que se presentó finalmente
en Malargüe.
Cañas.—No en vano quieren asociarse a una empresa de
energía: Río Colorado iba a consumir un millón de metros cúbicos de gas
por día, el equivalente al consumo residencial de toda Mendoza. ¿De
dónde iban a sacar el gas para calentar el agua que se necesitaba para
hacer la extracción de potasio? En ese contexto entra Vaca Muerta y el
problema del "fracking", la práctica terrible con la que se extrae el
gas o el petróleo no convencionales. Las dimensiones del proyecto son
enormes: la Argentina no lo necesita porque no se caracteriza por tener
suelos faltos de potasio. El problema es si lo necesitamos o no, no si
la minería es nacional o extranjera. No es cuestión de plata, sino de
cuestiones socioambientales implícitas. ¿Qué hacemos? Tenemos a los
obreros en la calle, obreros que se erigen como mineros. Pero en Mendoza
hace dos años no había minería: ahora vienen a echarnos la culpa de que
se queden sin trabajo.
[1] Conversación telefónica. Realizada el 21 de marzo.
Fuente: No a la Mina.Lunes 25 de Marzo de 2013 13:36 |
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