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16 mar 2013

Así opinaba Bergoglio, ahora Francisco I sobre el matrimonio igualitario

14/03/2013

Un libro muestra el dialogo interreligioso del nuevo Papa

Repasamos un capítulo del libro que escribío Bergoglio junto al rabino Abraham Skorka


Sobre el cielo y la tierra es el resultado de una serie de profundas conversaciones que mantuvieron de manera alternada en la sede del Episcopado y en la comunidad judía Benei Tikva el ex arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires Jorge Begoglio, nombrado como el nuevo Papa Francisco, y el rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano.

Bergoglio y SkorkaEn sus encuentros transitaron las más variadas cuestiones teológicas y terrenales. Dios, el fundamentalismo, los ateos, la muerte, el Holocausto, la homosexualidad, el capitalismo, son apenas un puñado de los temas en los que dan a conocer sus opiniones estos dos importantes referentes de las religiones que conviven en nuestro país.

A continuación repsamos el capitulo 16 de la obra, en la que Bergoglio y Skorka debaten sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Skorka: La forma en que se trató el tema del matrimonio homosexual fue, a mi entender, deficitaria en lo referente a la profundidad del análisis que el tema amerita. Si bien de hecho ya hay muchas parejas del mismo sexo que conviven y merecen una solución legal en cuestiones como pensión, herencia, etc. —que bien pueden encuadrarse en una figura jurídica nueva—, equiparar la pareja homosexual a la heterosexual ya es otra cosa. No es sólo una cuestión de creencias, sino de ser conscientes de que se está tocando uno de los elementos más sensibles que hacen a la constitución de nuestra cultura. Faltaron muchos más análisis y estudios antropológicos sobre la cuestión. Paralelo a ello, por supuesto que se le debió dar mayor espacio de información a los credos, como portadores y formadores de cultura. Se debió de haber organizado debates en el seno de los propios credos, con sus múltiples tendencias, para formar un espectro
completo de opiniones.
Bergoglio: La religión tiene derecho a opinar en tanto está al servicio de la gente. Si alguien pide un consejo, tengo derecho a dárselo. El ministro religioso a veces llama la atención sobre ciertos puntos de la vida privada o pública porque es el conductor de la feligresía. A lo que no tiene derecho es a forzar la vida privada de nadie. Si Dios, en la creación, corrió el riesgo de hacernos libres, quién soy yo para meterme. Nosotros condenamos el acoso espiritual, que tiene lugar cuando un ministro impone de tal modo las directivas, las conductas, las exigencias, que privan de la libertad al otro. Dios dejó en nuestras manos hasta la libertad de pecar. Uno tiene que hablar muy claro de los valores, los límites, los mandamientos, pero el acoso espiritual, pastoral, no está permitido.
Skorka: En el judaísmo hay distintas corrientes religiosas. Las extremadamente observantes normativizan en exceso. Imponen a sus fieles cómo se debe vivir. El líder de la comunidad dice “esto es así” y no hay cabida a la discusión, se mete finalmente en la privacidad de la gente. En los otros movimientos, en cambio, el rabino siempre tiene que
desempeñar un rol estrictamente docente, no invasivo. Yo digo: “La ley dice esto, trata de seguir el camino de acuerdo a la tradición”. Pero nada más. Hay un debate que aparece en el Talmud que versa sobre si las normas correctas hay que imponerlas o basta solamente con inducirlas. Pienso que se debe inducir, no invadir, mostrando una actitud: un padre que actúa con corrección es un paradigma para el hijo, paradójicamente es también una forma de imponer, pero mediante la docencia y no a través de la coerción e invasión. Volviendo al tema, la ley judía prohíbe las relaciones entre hombres.
Estrictamente lo que dice la Biblia es que los hombres no tengan relaciones al estilo de las que tienen hombres con mujeres. De allí se deduce toda una postura. El ideal del ser humano, desde el Génesis, es unir un hombre y una mujer. La ley judía es clara: no puede haber homosexualidad. Por otra parte, yo respeto a cualquier individuo mientras mantenga una actitud de recato e intimidad. Con respecto a la nueva ley, no me cierra desde el punto de vista antropológico. Al releer a Freud y Lévi- Strauss cuando se refi eren a los elementos formadores de lo que conocemos como cultura, y el valor que le dan a la prohibición de las relaciones incestuosas y a la ética sexual, como numen del proceso de civilización, me preocupan los resultados que estos cambios pueden producir en el seno de nuestra sociedad.
Bergoglio: Opino exactamente lo mismo. Para definirlo utilizaría la expresión “retroceso antropológico”, porque sería debilitar una institución milenaria que se forjó de acuerdo
a la naturaleza y la antropología. Hace cincuenta años el concubinato no era una cosa socialmente tan común como ahora. Hasta era una palabra claramente peyorativa.
Después la cosa fue cambiando. Hoy convivir antes de casarse, aunque no es correcto desde el punto de vista religioso, no tiene el peso social peyorativo de hace cincuenta años. Es un hecho sociológico, que ciertamente no tiene la plenitud ni la grandeza del matrimonio, que es un valor milenario que merece ser defendido. Por eso, alertamos sobre su posible desvalorización y antes que modificar una jurisprudencia hay que reflexionar mucho sobre todo lo que se pone en juego. Para nosotros también es importante lo que usted acaba de señalar, la base del derecho natural que aparece en la Biblia, que habla de la unión del varón y la mujer.
Siempre hubo homosexuales. A la isla de Lesbos se la conocía porque allí vivían mujeres homosexuales. Pero nunca había ocurrido en la historia que se buscara darle el mismo estatus que el matrimonio. Se lo toleraba o no se lo toleraba, se lo admiraba o no se lo admiraba, aunque nunca se lo equiparaba. Sabemos que en momentos de cambios epocales crecía el fenómeno de la homosexualidad. Pero en esta época es la primera vez que se plantea el problema jurídico de asimilarlo al matrimonio, lo que considero un disvalor y un retroceso antropológico. Digo esto porque trasciende la cuestión religiosa, es antropológica. Si hay una unión de tipo privada, no hay un tercero ni una sociedad afectados. Ahora, si se le da la categoría matrimonial y quedan habilitados para la adopción, podría haber chicos afectados. Toda persona necesita un padre masculino y una madre femenina que ayuden a plasmar su identidad.
Skorka: Entendí que se hacía lo correcto durante la presidencia de Raúl Alfonsín, cuando se modifi có la ley separando el matrimonio civil del religioso. Antes, para poder casar a una pareja, teníamos que tener delante de nosotros la libreta de casamiento civil. La unión entre lo civil y lo religioso no me cerraba para una sociedad democrática. Prefiero que esos dos mundos no estén mezclados. No obstante, en lo que se refiere a las leyes que hacen a temas humanos tan sensibles, el diálogo con los distintos credos debe ser más intenso, más profundo de lo que fue.
Bergoglio: Insisto en que nuestra opinión sobre el casamiento entre personas del mismo sexo no tiene base religiosa, sino antropológica. Cuando el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, no apeló el dictamen de una jueza de primera instancia autorizando la boda, sentí que tenía algo para decir, para orientar, me vi en la obligación de manifestar mi opinión. Fue la primera vez en dieciocho años de obispo que señalé a un funcionario.
Si analizan las dos declaraciones que formulé, en ningún momento hablé de homosexuales ni hice alguna referencia peyorativa hacia ellos. La primera declaración decía que era preocupante el dictamen de la jueza porque indicaba cierto desapego a la ley, ya que un magistrado de primera instancia no puede tocar el Código Civil y lo estaba tocando.
Además, alertaba sobre el hecho de que un jefe de gobierno, custodio de la legalidad, prohibiera apelar ese fallo. Macri me dijo que eran sus convicciones; yo se las respeto, pero un jefe de Gobierno no tiene que trasladar sus convicciones personales a la ley. En ningún momento hablé despectivamente de los homosexuales, sí intervine señalando una cuestión legal.
Skorka: En una democracia todo debe resolverse por los canales legales, mediante un sincero, profundo y respetuoso debate. Los argumentos que usa cada parte debieran buscar elementos en común con el contendiente, para arribar a una síntesis que sabe de logros y concesiones mutuas. Hubo quienes en el debate previo a la sanción de la ley invocaron la “ley natural” que presupone que la naturaleza posee en sí misma una normatividad que regula el comportamiento humano, y un paso subsiguiente en esta concepción es considerar que Dios mismo grabó ese mensaje en su Creación.
Pero alguien que es homosexual podría decir, con todo derecho, que Dios o la naturaleza lo hizo a él de esta manera. Por otra parte hubo quien dijo que el amor de los homosexuales es múltiple pues conocen el amor de lo femenino y lo masculino, si bien eso no significa que sea el estado a través del cual las familias se desarrollan. Cada uno sabe el rol que cumplen en el crecimiento de los hijos la figura masculina y la figura femenina, y los problemas que hay cuando esas figuras son conflictivas.
Bergoglio: Suele argumentarse que un niño estaría mejor criado por una pareja de personas del mismo sexo que si estuviera en un asilo o un instituto. Las dos situaciones no son óptimas. El problema es que el Estado no hace lo que tiene que hacer. Hay que mirar los casos de los chicos que están dentro de ciertos institutos, donde lo que menos se hace es recuperarlos. Tiene que haber ONG, iglesias, otro tipo de organizaciones que se hagan cargo de ellos. Se tendrían que agilizar también los trámites de adopción, que son eternos, para que esos chicos pudieran tener un hogar. Pero la falta del Estado no justifi ca otra falta del Estado. Hay que abordar el tema de fondo. Más que una ley de matrimonio para que puedan adoptar las personas de mismo sexo, hay que mejorar la legislación de adopción, que es excesivamente burocrática y que en su implementación actual facilita la corrupción.
Skorka: Efectivamente, es necesario mejorar la ley de adopción. Adoptar a un niño, enseñan los sabios del Talmud, es un precepto superlativo. La legislación debe contemplar celeridad y eficiencia en el análisis de los factores que hacen al proceso. Volviendo al tema del matrimonio, también hay en él una dimensión que no podemos dejar de lado en este análisis, por más obvio que sea, que es la del amor. No por nada la Biblia utiliza el cuadro de los enamorados para definir el último paso en la búsqueda de Dios.
Alguien tan racionalista como Maimónides, un aristotélico del siglo XII, defi nía al amor entre Dios y el hombre en términos al que sabe unir a un hombre y una mujer. El homosexual ama a alguien que conoce, a un igual. Es fácil conocer a un hombre siendo hombre. Conocer a una mujer es un desafío mucho más difícil para el hombre, hay que descifrarla. Un hombre puede saber perfectamente lo que está sintiendo otro hombre, o una mujer lo que le pasa en el cuerpo y la mente de otra mujer. Descubrir al otro, en cambio, es un gran desafío.
Bergoglio: Parte de la gran aventura, como usted dice,es descifrarse mutuamente. Había un cura que decía que Dios nos hizo varón y mujer para que nos amásemos y nos amasemos. En la predicación del matrimonio suelo decirle al novio que la tiene que hacer más mujer a ella y a la novia, que lo tiene que hacer más hombre a él.

Fuente: Blog de Reynaldo Sietecase
14 de marzo de 2013

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