Por Christian Sanz
Es todo mentira. Las conversaciones en Miami entre Guido Antonini Wilson, Carlos Kaufmann, Franklin Durán, Moisés Maionica y sus socios son falsas. Todo se armó para complicar al gobierno kirchnerista desde el Departamento de Estado de EEUU.
No hubo valija con 800 mil dólares ni comunicaciones entre Claudio Uberti y Néstor Kirchner el día del decomiso del dinero. Tampoco existió un jet privado alquilado por Enarsa desde el cual bajó el maldito maletín el 4 de agosto por la madrugada.
El abogado Guillermo Ledesma también mintió, cuando aseguró que Antonini Wilson le confesó que tenía el visto bueno de Julio de Vido y Claudio Uberti a la hora de tranquilizarlo. Lo mismo hizo Victoria Bereziuk cuando, bajo juramento, declaró que Antonini Wilson estuvo al día siguiente en Casa de Gobierno.
Más allá de la ironía, ¿nos toman por idiotas? ¿Alguien cree por asomo las imbecilidades pronunciadas por el kirchnerismo, especialmente a través del ministro de Justicia, Aníbal Fernández?
Grabaciones calientes
En los últimos días se han dado a conocer interesantes revelaciones a través de puntuales grabaciones que involucran a funcionarios venezolanos y argentinos, en el marco del proceso judicial que se lleva a cabo en Miami. El explosivo contenido de algunas de ellas aún no se ha dado a conocer, pero promete traer nuevas jaquecas al kirchnerismo.
Por caso, en una de las grabaciones en poder de la fiscalía, uno de los acusados afirma que "hubo más maletas volando hacia la Argentina" y que el envío de "fondos adicionales" desde Venezuela fue mucho más amplio y comenzó bastante antes de que se descubrieran aquellos 800.000 dólares en el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires.
Como mencionara oportunamente Tribuna de periodistas, Antonini Wilson viajó seis veces a la Argentina entre marzo de 2006 y agosto de 2007. Todos sus pasos por Buenos Aires duraron unos pocos días y dos de ellos apenas unas pocas horas. Evidentemente el "empresario" era sólo un mensajero. Pero bien pudo haber otros maleteros y otras maletas. De hecho, este periódico ya señaló oportunamente a otro personaje chavista: Alex Del Nogal, quien también realizó interesantes viajes a la Argentina entre los años 2005 y 2007.
Un dato llamativo: ¿Por qué Antonini Wilson contrató para que lo defendiera a la abogada Theresa van Vliet, quien se desempeñó como jefa del área de lucha contra el narcotráfico y consejera senior para litigios sobre corrupción y lavado de dinero del Departamento de Justicia durante la presidencia de Bill Clinton?
No es menor el conocimiento que posee Antonini respecto a los movimientos de dinero y su uso discrecional, en determinados casos, por parte de la denominada boliburguesía venezolana y también del gobierno de Hugo Chávez. No casualmente estuvo tantos años estrechamente ligado a dos de los acusados y detenidos en Miami, y también hoy ex amigos, como Carlos Kaufmann y Franklin Durán. Por tal motivo, probablemente, haya preferido estar asesorado por una profesional como la doctora Van Vliet, experta en esas cuestiones de transporte y lavado de dinero de dudoso origen.
Que las traídas a la Argentina no son las únicas maletas que vuelan desde Venezuela lo demuestra también lo ocurrido en diciembre de 2007, cuando un avión Hércules de la Fuerza Aérea Venezolana fue agredido a pedradas por enfurecidos ciudadanos en el aeropuerto de la ciudad boliviana de Riberalta, ante la creencia de que traía armas enviadas por Hugo Chávez.
Tal como comentó el colega Carlos Machado en enero de este año, la aeronave se vio obligada a despegar rápidamente y luego descendió, casi sin combustible, en una ciudad brasileña. Pero en el apuro por levantar vuelo dejó en tierra, para su mala suerte, a un individuo que casi fue linchado por los pobladores y que tenía en su poder una maleta, ésta con 870.000 dólares. Se trata de Luis Michel Klein Ferrer, un capitán de la aviación adscripto a la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), quien inicialmente declaró que ese dinero había sido girado por su gobierno como ayuda para unos emprendimientos en esa ciudad.
Lo concreto, es que ese dinero provenía de una partida de 10 millones de dólares, los cuales se destinarían a dos cosas: una parte, para la campaña de Cristina Kirchner; la otra, para la formación de "círculos bolivarianos" en el país del Altiplano. De hecho, el capitán Klein Ferrer llevaba un tiempo en Bolivia para encargarse del adoctrinamiento de esos círculos, a la vez que realizaba tareas de inteligencia en la embajada de su país. Pero aquí también tuvo mala suerte: el gobierno de Estados Unidos lo acusó penalmente de sembrar micrófonos en la delegación diplomática norteamericana en La Paz. Se pudo saber que actualmente Klein Ferrer se desempeña en la embajada venezolana en Ecuador.
Otra particularidad interesante aparece en torno al abogado defensor contratado por el uruguayo Rodolfo Wanseele Paciello. Se trata de Orlando Do Campo, quien ya había intervenido en el equipo de abogados que participó en la defensa y las apelaciones del caso de cinco cubanos detenidos en Miami y acusados de terroristas por el gobierno norteamericano, actualmente condenados a varios años de reclusión.
Es también el mismo abogado que intervino en la defensa del puertorriqueño convertido al islamismo José Padilla, acusado por Estados Unidos de terrorismo, de estar vinculado a la organización Al Qaeda y de intentar colocar una bomba sucia en una ciudad del país.
Ergo, los movimientos de todos estos personajes son más que sintomáticos respecto a sus propias andanzas. Sin embargo, han ingresado y salido de la Argentina sin inconveniente alguno, especialmente Antonini Wilson.
El kirchnerista juez Daniel Petrone intenta demostrar en estas horas que es independiente y que avanzará sobre los verdaderos responsables del ingreso del dinero a la Argentina. Si es así, ¿por qué no ha llamado a declarar aún al oscuro Julio de Vido, mencionado por Antonini Wilson de manera insistente?
Es una de las tantas preguntas que deberá responder el magistrado a la hora de explicar lo mal que ha llevado adelante este expediente.
Concluyendo
A pesar de la insistencia en afirmar que el dinero ingresado a la Argentina provenía de la petrolera estatal venezolana PDVSA, se sabe que el avión alquilado por Enarsa hizo una escala en Santa Cruz de la Sierra, lo cual hace presumir que los dólares colectados tuvieron su origen en fondos del narcotráfico, específicamente de las FARC.
Esta sospecha se acrecienta si se tiene en cuenta que el "cerebro" de la operación fue el General Henry Silva Rangel, señalado hace unos días por el gobierno norteamericano por sus fluidos contactos con el mundo del tráfico de estupefacientes.
A su vez, si se tiene en cuenta el testimonio de algunos intermediarios en la recaudación de dinero para la campaña de Cristina Kirchner en 2007, los cuales se refirieron a "dinero del narcotráfico venezolano, colombiano y mexicano", todo cierra.
La clave está en un artículo de diario El Tiempo de Bogotá, publicado hace unos meses, donde se habla sobre la aparición de un nuevo cartel colombiano de la droga con nexos en Venezuela. Está integrado por unos 1.200 hombres y liderado por los hermanos Víctor y Miguel Mejía Múnera, conocidos como "los mellizos".
De acuerdo al periódico mencionado, este cartel controla la Banda de los generales, "una organización de narcotraficantes de Venezuela y de la que, según investigaciones, forman parte oficiales activos y retirados de ese país".
La información está a la vista, la evidencia también, lo único que falta es voluntad concreta para investigar de manera independiente.
¿Será Justicia?
Christian Sanz
Fuente: Periodico Tribuna
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