El verano que se destaca desde los medios, ese de playas y diversiones en medio de las bien ganadas vacaciones, muestra el reverso en estos pleitos no resueltos del ámbito sanitario, y la gente común que padece los rigores de la carencia de servicios pocas veces se anima a mostrar su condición cómo lo hace Eduardo Molina vecino de Carnerillo que transmitió la angustiante situación provocada por el fallecimiento de su esposa María Virginia Gatica de 60 años quien no fue intervenida quirúrgicamente dado que los plazos para hacerlo se fueron dilatando por el conflicto hospitalario. El padecimiento era de atender, se trataba según lo refiere el viudo de un aneurisma cerebral, y no se le brindó la alternativa de solucionarlo con una intervención. El reportaje, que le hiciera el periodista Luis Schlossberg es conmovedor, porque nos acerca a uno de los tantos dramas ignorados que ocurren cuando los servicios sanitarios están limitados en su accionar habitual, y que no siempre trascienden a la opinión pública.
Crecer como sociedad implicaría que estos temas no se dieran, porque vimos tantas veces usar a salud y educación como los caballitos de batalla de cuanta campaña política electoral se dispute el electorado del país, pero en los hechos concretos siempre terminan siendo las cenicientas del sistema, con los trabajadores con una escala salarial increíble. Mientras la gente paga con su salud y como en este caso con su vida las fallas del sistema. ¿Cuántas vidas más hacen falta para que tomen conciencia que no se puede tener la atención hospitalaria paralizada?
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RIO CUARTO
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